Un ratito largo
Ni largo ni corto, porque en pol¨ªtica no hay suspensi¨®n temporal del juego como ocurre en algunos deportes. Por eso, anunciar que hay que esperar un "ratito largo" hasta demostrar la inocencia judicial del presidente Camps es un error pol¨ªtico m¨¢s entre los muchos que se est¨¢n cometiendo en todo este asunto. Bien parece que se est¨¢ aceptando la l¨®gica f¨²nebre de aquella escritora de finales de los sesenta, que afirmaba que ante un diagn¨®stico de enfermedad terminal, adem¨¢s de morir, lo hac¨ªamos por etapas, a plazos, siguiendo un ritual. Primero negar la evidencia, rechazar el diagn¨®stico, a m¨ª no me puede suceder esto. Despu¨¦s el enfado, la agresividad, atacar a los que dicen eso de m¨ª. A continuaci¨®n viene la negociaci¨®n, prolongar la agon¨ªa con tratamientos inexistentes, que en esas estamos ahora, pactar un ratito largo de espera. Luego vendr¨¢ la depresi¨®n y, por ¨²ltimo, la aceptaci¨®n de lo inevitable. Personalmente no me gusta eso de morir por etapas y seg¨²n normas, ya sea en pol¨ªtica o en medicina, que cada uno se lo organice a su manera.
En cualquier caso, las estrategias para enfrentarse al esc¨¢ndalo pol¨ªtico son m¨²ltiples y variadas, est¨¢n muy estudiadas y existe una amplia literatura al respecto. Por ejemplo, desacreditar a la fuente que destapa el asunto es una de las m¨¢s conocidas y esa ya est¨¢ en marcha, eso es correcto. Luego est¨¢ la t¨¦cnica de la "manzana podrida", cargar las culpas sobre una o dos personas y retirarlas de escena para que no contaminen a las dem¨¢s, de acuerdo, tambi¨¦n es una posibilidad. Y as¨ª hasta seis o siete m¨¢s que est¨¢n perfectamente descritas en los abundantes estudios actuales sobre el tema, pero lo de esperar un ratito largo es nuevo y desconocido. Es m¨¢s, si funciona ser¨¦ el primero en reconocerlo y en introducir la novedad en las investigaciones actuales. Pero me temo que esa estrategia se apoya en la vieja creencia conservadora de que, al final, resplandecer¨¢ la verdad. Eso ser¨¢ al final de los tiempos, supongo, porque la sociedad y la pol¨ªtica tienen otra l¨®gica muy distinta, donde la verdad es relativa y contradictoria, y m¨¢s que resplandecer se contagia.
Nadie se fij¨® en la bomba trampa y la espoleta funcion¨® como un mecanismo de relojer¨ªa. Es tan desproporcionado que el personaje pol¨ªtico en cuesti¨®n venda favores importantes a cambio de unas prendas de vestir, resulta tan rid¨ªculo y te quedas tan perplejo, que la ¨²nica soluci¨®n para tranquilizarse es pensar que eso no puede ser todo, que hay algo m¨¢s y mucho m¨¢s gordo. El esc¨¢ndalo est¨¢ servido y funciona ya con plena autonom¨ªa. Si se hubiera planteado que el beneficio personal era de cientos de millones de euros, la carcajada se hubiera o¨ªdo hasta en Fallas, que ya es decir. Pero algo tan absurdo y peque?o es necesario completarlo para sentir que comprendemos lo que est¨¢ pasando. Y si el personaje reacciona defendiendo su honor y dignidad, apelando al reconocimiento de su imagen p¨²blica, miel sobre hojuelas, porque a?ade m¨¢s incongruencia a lo que ya es desproporcionado. Esperar la verdad en todo esto, ¨²nica y resplandeciente, es el comienzo del fin, es decir, la etapa de depresi¨®n y aceptaci¨®n.
La ¨²nica que no puede esperar un ratito largo es Valencia, el pa¨ªs, nuestra sociedad. Si a?adimos el desconcierto a la crisis, para que venga despu¨¦s m¨¢s crisis y m¨¢s desconcierto, con un ratito largo terminar¨¢ por no quedar ni un esc¨¢ndalo que llevarnos a la boca. Simplemente, ser¨¢ un problema de cuidados paliativos.
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