G-20: dos salidas a la crisis
El planeta se juega mucho en Londres el pr¨®ximo 2 de abril, fecha de la reuni¨®n del G-20, es decir, de los pa¨ªses que representan el 85% de la econom¨ªa mundial. La Uni¨®n Europea deseaba esta reuni¨®n y la obtuvo tras no pocos esfuerzos. De los mensajes que salgan de ella podr¨ªa depender el regreso de la confianza o, por el contrario, que se impusiera el "cada cual a lo suyo" en la gesti¨®n de la crisis.
Tras la reuni¨®n, este ¨²ltimo fin de semana en Londres, de los ministros de Finanzas del G-20 es dif¨ªcil hacerse una idea, lo cual deja un gran margen de maniobra a los jefes de Estado y de Gobierno. Por el momento, todo se desarrolla como si fuesen a enfrentarse dos visiones de una posible salida a la crisis: por una parte, la que propugnan EE UU y Reino Unido, centrada en sus planes masivos de reactivaci¨®n, y la que defienden Alemania y Francia -representando a Europa continental-, m¨¢s orientada hacia la necesidad de reglamentar y regular las finanzas internacionales.
Europeos y estadounidenses deben superar sus divergencias sobre la reactivaci¨®n econ¨®mica
Barack Obama intervino personalmente para apremiar a los europeos a seguir los pasos de Estados Unidos, argumentando que para que la reactivaci¨®n estadounidense pueda ser eficaz y el comercio mundial vuelva a arrancar es necesaria una reactivaci¨®n simult¨¢nea, es decir, que los pa¨ªses importadores y los exportadores vuelvan a poner en marcha juntos un c¨ªrculo virtuoso. En este enfoque, compartido por Gordon Brown, el personaje central es el consumidor, al que hay que devolver la confianza y el poder adquisitivo.
Por el contrario, alemanes y franceses creen que cada cual debe decidir lo que puede hacer y que, antes de ir m¨¢s all¨¢, o de anunciar un esfuerzo suplementario, primero habr¨ªa que poner en marcha las medidas anunciadas. De hecho, Alemania, pa¨ªs organizado alrededor de su capacidad exportadora, no ve por qu¨¦ tendr¨ªa que ir m¨¢s all¨¢ de los 50.000 millones de euros previstos, pues su problema est¨¢ relacionado con la crisis de las econom¨ªas que, como China, importaban bienes de equipo alemanes.
En cuanto a Francia, que no ir¨¢ muy lejos con sus 26.000 millones destinados a la reactivaci¨®n, dif¨ªcilmente podr¨ªa hacer m¨¢s, pues se ve limitada por su nivel de endeudamiento. Adem¨¢s, franceses y alemanes est¨¢n convencidos de que la crisis naci¨® de las disfunciones de lo que Angela Merkel llama "capitalismo anglosaj¨®n" en contraposici¨®n a la econom¨ªa social de mercado que siempre han defendido los alemanes.
No es, por tanto, sorprendente que las prioridades de Par¨ªs y Berl¨ªn sean la restauraci¨®n del sistema bancario y el refuerzo de la regulaci¨®n financiera, que, evidentemente, va contra la flexibilidad que Washington y, sobre todo, Londres quieren mantener.
En relaci¨®n con esa regulaci¨®n m¨¢s severa, los europeos han conseguido la supresi¨®n parcial del secreto bancario. Suiza, Luxemburgo y Austria ya han cedido a las presiones que condujeron a Andorra, Liechtenstein y B¨¦lgica a levantar el secreto bancario en caso de sospecha fundada de evasi¨®n fiscal. Estos pa¨ªses evitar¨¢n as¨ª el mal trago de verse en la lista negra de para¨ªsos fiscales. Para hacernos una idea, Par¨ªs y Berl¨ªn eval¨²an la p¨¦rdida de ingresos fiscales ocasionada por esos para¨ªsos entre 20.000 y 50.000 millones de euros al a?o.
Pero no hay que so?ar, el secreto bancario no va a desaparecer y, si desapareciera en Suiza, inmediatamente florecer¨ªa en algunas islas del Caribe o en algunos puertos francos de Asia. Lo que intentan todos los Estados que reclaman su supresi¨®n es controlar mejor unos flujos a los que contribuyen la mayor¨ªa de las grandes fortunas europeas. Sin embargo, el responsable de la asociaci¨®n de bancos suizos ha declarado inmediatamente que la plaza financiera suiza "no tiene nada que temer" de la decisi¨®n de ajustarse a las normas de la OCDE en materia de secreto bancario. El anuncio de un consenso sobre la lucha contra los para¨ªsos fiscales no deber¨ªa enmascarar unos desacuerdos m¨¢s importantes sobre la gesti¨®n de la crisis.
No obstante, hay otro punto de consenso que urge poner en pr¨¢ctica: el compromiso del G-20 de aumentar notablemente los recursos del FMI. El montante se fijar¨¢ el 2 de abril, pero ya se sabe que Ucrania, Hungr¨ªa o los pa¨ªses b¨¢lticos necesitar¨¢n ayudas de emergencia que s¨®lo el FMI podr¨¢ proporcionarles. Por otra parte, la evaluaci¨®n de las pol¨ªticas de reactivaci¨®n deber¨ªa confiarse al FMI.
Esperemos que europeos y estadounidenses superen sus divergencias de apreciaci¨®n, pues est¨¢ en juego lo esencial, a saber, o la confianza en las soluciones multilaterales, o el "cada cual a lo suyo" que no podr¨ªa sino desembocar en el proteccionismo y, por tanto, en el agravamiento de la crisis. Los dirigentes del G-20 tienen, pues, una cita con la historia.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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