El 'monstruo' no se arrepiente
Fritzl se sienta en el banquillo y acepta los cargos por violaci¨®n y secuestro - Niega el homicidio de uno de sus hijos-nietos, que le costar¨ªa la cadena perpetua
Josef Fritzl, el hombre que mantuvo encerrada y viol¨® sistem¨¢ticamente a su hija Elisabeth durante 24 a?os en el s¨®tano de su casa, se declar¨® ayer "parcialmente" culpable de incesto, de violaci¨®n y de secuestro, pero inocente de esclavitud y del asesinato de uno de los siete hijos-nietos que tuvo con ella fruto de los abusos. Fue durante la primera jornada del juicio que se sigue contra ¨¦l en Sankt P?lten, una ciudad de 52.000 habitantes al oeste de Viena, tomada desde ayer por periodistas y fuerzas de seguridad. Fritzl podr¨ªa ser condenado a entre cinco a?os de c¨¢rcel y cadena perpetua. El jurado decidir¨¢ antes del pr¨®ximo fin de semana por qu¨¦ delito le condena y, por tanto, cu¨¢ntos a?os pasar¨¢ en prisi¨®n. La ley austriaca s¨®lo permite castigar por el cargo m¨¢s grave del que haya sido declarado culpable. De ah¨ª que negara haber dejado morir a uno de sus hijos-nietos nacido en cautiverio, pues podr¨ªa costarle la prisi¨®n de por vida.
El hombre alega que a ¨¦l su madre nunca le quiso y le maltrataba
El electricista, de 73 a?os, detenido en abril de 2008 en Amstetten, entr¨® en la sala 119 hacia las nueve y media. Escoltado por dos polic¨ªas armados, se ocultaba tras un archivador azul que ya es tan c¨¦lebre como su rostro. Ve¨ªa a trav¨¦s de los orificios del archivador. "?Cree que tendr¨¢ un juicio justo?", le preguntaron los reporteros de la televisi¨®n austriaca. No respondi¨®. Tras 324 d¨ªas entre rejas, el traje gris claro parec¨ªa quedarle un poco grande.
S¨®lo cuando las c¨¢maras abandonaron la sala, Fritzl descubri¨® su rostro para seguir el alegato de la fiscal del caso Christiane Burkheiser, que le acus¨® de asesinato, violaci¨®n, trata de esclavos, secuestro, coacciones e incesto. "Trat¨® a su hija como a un perro", le espet¨® y describi¨® as¨ª su vida cotidiana: "Luz encendida, violaci¨®n y moho; luz apagada, incertidumbre; luz encendida, violaci¨®n y moho; luz apagada, parto". As¨ª que hoy "est¨¢ rota". Elisabeth, cuyo testimonio grabado (11 horas) se ir¨¢ viendo durante el juicio, pas¨® 8.641 d¨ªas sin luz natural.
El infierno de sufrimientos y abusos extremos comenz¨® hace 25 a?os en la tristemente famosa Amstetten (Austria), de 23.000 habitantes. El 28 de agosto de 1984, Josef Fritzl pidi¨® a su hija Elisabeth, de 18 a?os, que le ayudara en una chapuza del s¨®tano. Una vez all¨ª, la anestesi¨® y la encaden¨®. La ocult¨® en una sala oscura y rec¨®ndita del gran s¨®tano, construida a?os antes. All¨ª la viol¨® durante meses. Cuando Elizabeth qued¨® embarazada, su padre a?adi¨® dos salas a la mazmorra. El secuestrador y violador iba mejorando las condiciones del cautiverio seg¨²n iban naciendo sus hijos-nietos. Primero 11, luego 40 y por ¨²ltimo 60 metros cuadrados de prisi¨®n para su familia oculta. En su punto m¨¢s alto, el techo estaba a 180 cent¨ªmetros del piso. Mientras tanto, Fritzl llevaba una vida respetable en su casa de arriba, que compart¨ªa con su mujer Rosemarie y tres de los hijos de Elisabeth, a la que su padre obligaba a escribir cartas de abandono. La polic¨ªa lleg¨® a pensar que se hab¨ªa metido en una secta. Fritzl subi¨® a los tres ni?os del s¨®tano y fingi¨® haberlos encontrado frente a la casa.
Rosemarie sostiene que no se percat¨® de nada. Ni de la muerte en 1996, al poco tiempo de nacer, de uno de los peque?os nacidos fruto del incesto. Elisabeth pidi¨® auxilio a su padre cuando se percat¨® de que el beb¨¦ ten¨ªa problemas respiratorios. Fritzl no le hizo caso y el peque?o muri¨® sin recibir ning¨²n tipo de asistencia m¨¦dica en aquel s¨®tano insalubre. Con un hilo de voz apenas audible en la sala, Fritzl se declar¨® inocente del homicidio por negligencia del peque?o. "Sangre de su sangre, se?or Fritzl", le recrimin¨® la fiscal. "Eso es asesinato por omisi¨®n de auxilio". Poco despu¨¦s el abogado defensor del monstruo de Amstetten, Rudolf Mayer, interpelaba al jurado para que se atengan a los hechos: "Dejen sus sentimientos afuera". "Ustedes no son vengadores". El letrado critic¨® la intervenci¨®n de la fiscal y defendi¨® que en el mundo abundan los casos de violaci¨®n e incesto. Lo que hace especial la historia del Fritzl, se?al¨®, es su deseo de "crear una segunda familia". Si hubiese buscado la mera satisfacci¨®n sexual, argument¨®, "no habr¨ªa tenido hijos".
Poco trascendi¨® de lo dicho por Fritzl durante el juicio. Apenas su declaraci¨®n de inocencia del delito de homicidio y esclavitud y los sinsabores de su infancia. "Mi madre nunca me quiso. Ella ya ten¨ªa 42 [cuando yo nac¨ª]. No quer¨ªa ning¨²n ni?o y actu¨® en consecuencia. Ella me maltrataba", asegur¨® ante la juez. Con los a?os, cambiaron las tornas y Fritzl tapi¨® las ventanas del piso superior de su casa y all¨ª la encerr¨®.
La juez Andrea Humer hab¨ªa abierto la vista con la advertencia de que "este juicio no es a una localidad ni a una naci¨®n". Demand¨® al jurado que observe "la objetividad m¨¢s estricta". El abogado Mayer pidi¨® a lo cuatro hombres y cuatro mujeres del jurado que "traten de ver al acusado como un ser humano". No parece cosa f¨¢cil.
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