Ya lo dec¨ªa Baudelaire
La noticia de la posible inserci¨®n de unos grabados de Goya, seleccionados entre los pertenecientes a las series de Los caprichos y Los desastres de la guerra, en la nueva instalaci¨®n de la colecci¨®n del MNCARS debe ser tomada con naturalidad, porque no s¨®lo es normal y conveniente que peri¨®dicamente los fondos de un museo se recoloquen para sacarles as¨ª m¨¢s y mejor rendimiento, sino tambi¨¦n que las colecciones p¨²blicas en general se vayan adaptando a las sucesivas nuevas pautas cr¨ªticas que va planteando la sociedad. Es cierto que todo este tr¨¢fago debe estar regulado, pero ning¨²n reglamento debe ser tan r¨ªgido como para asfixiar la vida de la instituci¨®n a la que te¨®ricamente sirve.
En este sentido, cuando se establece una fecha como l¨ªmite cronol¨®gico de separaci¨®n entre dos colecciones, como la que hace unos a?os se acord¨® para dividir lo que deb¨ªa estar bajo la tutela del Museo del Prado y del MNCARS, no debe ser tomada como un dogma, pues, entre otras cosas, la mayor parte de los museos de arte del mundo no est¨¢n afectados por dicha limitaci¨®n; tampoco puede interpretarse al pie de la letra, ya que 1881, fecha elegida por ser la del nacimiento de Picasso, obligar¨ªa a que Matisse, Kandinski o Julio Gonz¨¢lez no pudieran pertenecer ni ser exhibidos en el MNCARS; ni, a¨²n menos, debe ser sufrida como un cors¨¦ que impide que ambas instituciones puedan ahondar en el estudio y la difusi¨®n de sus respectivas colecciones, algo que no podr¨ªa hacerse si se establece un artificial abismo de separaci¨®n entre el arte del presente y del pasado.
Dif¨ªcilmente, por ejemplo, se puede explicar la obra de Demian Hirst sin el precedente de Francis Bacon, ni la de ¨¦ste sin Picasso, Ingres y Vel¨¢zquez, ni as¨ª sucesivamente ninguno de la cadena de artistas que se quiera, porque en efecto el arte cambia, pero no progresa, lo que significa que mantiene una misma conversaci¨®n permanentemente renovada entre el ayer y el hoy. Ha sido as¨ª, es as¨ª y as¨ª ser¨¢ mientras haya arte y, claro, los museos de arte no pueden ignorarlo sin incumplir su cometido esencial.
Que el MNCARS use im¨¢genes de Goya para explicar el fen¨®meno de la Espa?a negra, seg¨²n sus importantes heraldos pict¨®ricos, Zuloaga y Solana, es adecuado y aleccionador, pues no es ninguna revolucionaria novedad, ya que fue Baudelaire el que llam¨® la atenci¨®n sobre el car¨¢cter "espa?ol" de la s¨¢tira de Goya, cuya sombra ha sido crucial para todo el arte de nuestra ¨¦poca y, no digamos, para determinados episodios de una pintura espa?ola de, por as¨ª decirlo, la generaci¨®n del 98. No hay ninguna cortapisa ni material ni intelectual al respecto, porque ni las obras corren peligro, ni tampoco viene mal oxigenar las cabezas. Por ¨²ltimo, hoy es cada vez menos aceptable seguir manteniendo una concepci¨®n decimon¨®nica de los museos como almacenes inventariados seg¨²n un orden cronol¨®gico mostrenco.
Babelia
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