Sobre racismo en tiempo de crisis
El racismo, la xenofobia, la discriminaci¨®n y la intolerancia suelen pegar con m¨¢s fuerza con las vacas flacas. De ah¨ª que sea un amargo sarcasmo observar c¨®mo el combate contra estas pestes se convierte en instrumento de los m¨¢s bajos intereses pol¨ªticos en manos de reg¨ªmenes desp¨®ticos que utilizan estas banderas antirracistas para cubrir sus verg¨¹enzas y transferir a otros las responsabilidades de sus tropiezos y desmanes. Lo hemos conocido en otras ocasiones, pero ahora estamos de nuevo embarcados en otro gran circo internacional en el que se debatir¨¢ sobre estos temas, para terminar con toda probabilidad en una pelea propagand¨ªstica que nada aliviar¨¢ la discriminaci¨®n y la exclusi¨®n que sufren cientos de millones de personas en el mundo, aunque servir¨¢, en todo caso, para debilitar los esfuerzos por encaminar de nuevo la paz en Oriente Pr¨®ximo.
La discriminaci¨®n racial, la xenofobia y la intolerancia pegan m¨¢s fuerta con las vacas flacas
Del 20 al 24 de abril se celebrar¨¢ en Ginebra una Conferencia Internacional contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia, organizada por Naciones Unidas y destinada a revisar las conclusiones de otra reuni¨®n anterior, la que se celebr¨® en Durban (Sur¨¢frica) en 2001. Si dos anteriores conferencias de este tipo, en 1978 y 1983, se hab¨ªan centrado en la condena del desaparecido r¨¦gimen racista de Sur¨¢frica y de su sistema de apartheid, en Durban fue Israel la diana de casi todos los ataques y debates, hasta el punto de que el foro paralelo de organizaciones no gubernamentales convirti¨® el acontecimiento en la ocasi¨®n para identificar el sionismo con el racismo. Las condenas y reparaciones por el esclavismo sufrido por los pueblos de ?frica tambi¨¦n fueron entonces objeto de agrios debates, en los que representantes de reg¨ªmenes desp¨®ticos africanos pudieron se?alar con el dedo a los pa¨ªses democr¨¢ticos occidentales como culpables de este pasado m¨¢s que centenario. La nueva reuni¨®n ha a?adido un tema m¨¢s a esta agenda de agravios frecuentemente unidireccionales contra los pa¨ªses europeos, Estados Unidos e Israel: la Conferencia Isl¨¢mica est¨¢ intentando conseguir alg¨²n tipo de resoluci¨®n de condena "de la difamaci¨®n contra todas las religiones y en particular el islam y los musulmanes".
Hay que subrayar el esfuerzo de la diplomacia de la ONU para quitar de las resoluciones finales de estas conferencias las expresiones m¨¢s ofensivas e inconvenientes. Buena parte de las m¨¢s inflamadas denuncias suelen venir de dictaduras impresentables, que son tratadas con comprensi¨®n y benevolencia por muchos socios de Naciones Unidas. Pero el efecto p¨²blico de estas conferencias, organizadas por iniciativa de la Asamblea General, y con visible protagonismo de representantes de pa¨ªses tan poco ejemplares como Cuba, Libia o Ir¨¢n, no puede ser m¨¢s nefasto. De su comportamiento tan poco edificante pudieron deducir los neocons que rodeaban a Bush su generalizada aversi¨®n a cuanto saliera de la ONU y su declarada voluntad de convertirla en una instituci¨®n irrelevante. Israel y EE UU abandonaron la reuni¨®n de Durban en 2001, para no hacerse c¨®mplices de aquel aquelarre de manipulaci¨®n del antirracismo. Ahora la Administraci¨®n de Barack Obama ha declarado tambi¨¦n su intenci¨®n de no asistir a la reuni¨®n de Ginebra, despu¨¦s de un primer tanteo en el que Washington pudo comprobar la inconveniencia pol¨ªtica de su participaci¨®n.
Es una triste paradoja que EE UU, pa¨ªs con una larga y profunda historia de racismo sobre sus espaldas, no juegue un papel de gran protagonismo en el a?o en que puede lucir precisamente a su nuevo presidente, salido de su comunidad secularmente discriminada. Probablemente as¨ª lo exige su pol¨ªtica hacia Oriente Pr¨®ximo, que no le impedir¨¢ en cambio asistir a la reuni¨®n de la Alianza de Civilizaciones con Erdogan y Zapatero en Estambul a principios de abril, porque adem¨¢s le sirve de contraejemplo: jugando sobre el mismo registro de problemas quiere tender puentes donde los otros cavan trincheras. Detr¨¢s de EE UU e Israel ya han declarado su ausencia Canad¨¢, Australia e Italia. La actitud del Gobierno de Berlusconi es especialmente curiosa, pues contrasta con el empe?o por estar que ha manifestado un Estado tan amigo y tan romano como el del Vaticano: probablemente porque le interesa contar en el debate sobre la lucha contra la difamaci¨®n de las religiones impulsada desde el mundo isl¨¢mico. La Uni¨®n Europea en su conjunto est¨¢ tambi¨¦n tentada por el abstencionismo en Ginebra. Y ya que ni EE UU ni la UE han podido evitar el secuestro de la conferencia antirracista por reg¨ªmenes poco recomendables, m¨¢s preocupados y activos debieran estar por la formaci¨®n en Israel de un Gobierno que no acepta la f¨®rmula apoyada incluso por Bush de los dos Estados conviviendo en paz y seguridad y por la llegada de un pol¨ªtico partidario de la limpieza ¨¦tnica, como Avigdor Lieberman, al Ministerio de Exteriores israel¨ª, cuesti¨®n que constituye por s¨ª sola un obst¨¢culo a toda interlocuci¨®n seria y da una buena raci¨®n de carnaza a la fiera.
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