Luces de alerta para Obama
El amarillo ha empezado a parpadear en el sem¨¢foro presidencial de Barack Obama. Pero no teman sus fans de ambos lados del Atl¨¢ntico, m¨¢s ardorosos en su entusiasmo en esta orilla que en la otra por aquello de la et¨¦rea progres¨ªa europea. A los 60 d¨ªas de su hist¨®rica toma de posesi¨®n como primer presidente afroamericano, Obama sigue gozando de un envidiable nivel de aceptaci¨®n entre sus conciudadanos. Un 61% se muestra de acuerdo con su actuaci¨®n, porcentaje igual al obtenido por Ronald Reagan, George Bush padre y Bill Clinton en sus dos primeros meses, aunque inferior al inusual 75% de Jimmy Carter.
Y, ?por qu¨¦ hablo de luces amarillas en lugar de un verde fijo e intenso? Sencillamente porque los estadounidenses encuestados, el ¨²ltimo sondeo consultado es del pasado martes, muestran m¨¢s entusiasmo hacia la persona de su presidente que hacia algunas de sus pol¨ªticas. La ciudadan¨ªa sigue prendida de esa ret¨®rica presidencial que conquist¨® a propios y extra?os durante la campa?a presidencial y que convirti¨® a Obama en uno de los grandes oradores pol¨ªticos de todos los tiempos. Pero, empieza a manifestar desasosiego y, en algunos casos, enfado, hacia las contradicciones que empieza a advertir entre lo prometido en campa?a y las propuestas, sobre todo econ¨®micas, enviadas al Congreso. Es lo que la entonces competidora con Obama por la nominaci¨®n presidencial dem¨®crata y hoy secretaria de Estado de la nueva Administraci¨®n, Hillary Clinton, llamaba "la diferencia entre el verso [de la campa?a] y la prosa", la realidad del Gobierno.
El presidente sigue siendo un desconocido ideol¨®gico para una gran parte de sus compatriotas
En el fondo, lo que pasa es que, a pesar de los 18 meses de campa?a y los dos de presidencia, Barack Husein Obama sigue siendo un desconocido ideol¨®gico para una gran parte de sus compatriotas, principalmente porque se niega a encasillarse, o a que lo encasillen, en los calificativos que, generalmente, se aplican en Estados Unidos a los gen¨¦ricos dem¨®crata o republicano. No es lo mismo ser un republicano del ¨²ltimo Bush que de John McCain o un dem¨®crata de Ted Kennedy o del hoy independiente Joe Lieberman. Winston Churchill populariz¨® una definici¨®n de Rusia, poco despu¨¦s de triunfar la revoluci¨®n bolchevique, que se podr¨ªa aplicar perfectamente al nuevo presidente. "Rusia", dec¨ªa Churchill, "es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma".
Lo mismo que Obama, como se demostr¨® hace una semana en una entrevista con el New York Times, cuando rechaz¨® de plano que se le pudiera calificar de "socialista", como pretende anatemizarlo alg¨²n sector del partido republicano. Preguntado si las etiquetas de "liberal" (socialdem¨®crata) o "progresista" defin¨ªan mejor su pensamiento pol¨ªtico, Obama fue tajante: "No tengo la menor intenci¨®n de entrar en ese debate". (Por cierto, nada muestra mejor la lejan¨ªa ideol¨®gica de los dem¨®cratas americanos de los socialistas europeos, quiz¨¢s con la excepci¨®n de los laboristas brit¨¢nicos por sus ra¨ªces comunes fabianas, que la reacci¨®n de Obama a la pregunta del peri¨®dico sobre si se sent¨ªa socialista. Una hora despu¨¦s de la entrevista, Obama llam¨® a sus entrevistadores para preguntarles si, realmente, la pregunta hab¨ªa sido en serio o se trataba s¨®lo de una broma).
Por cierto, ?se acuerdan ustedes del Nuevo Laborismo inventado por Tony Blair y que sirvi¨® al pol¨ªtico brit¨¢nico para ganar tres elecciones generales? Pues, a lo m¨¢s que ha llegado Obama es a describirse como un "new democrat". Quiz¨¢s quien mejor lo ha descrito hasta ahora ha sido su principal consejero pol¨ªtico, David Axelrod. "Es un pragm¨¢tico, no un ide¨®logo".
Recientemente, The Economist escrib¨ªa que Obama deber¨¢ dedicar una parte importante de sus esfuerzos a "gestionar el enfado del pueblo". Gestionar el cabreo nacional podr¨ªa ser la traducci¨®n libre de anger management, t¨¦rmino que usa la revista para describir el estado de ¨¢nimo actual estadounidense. Cabreo de los republicanos fiscalmente conservadores por la inclusi¨®n en el nuevo presupuesto de m¨¢s de 8.000 partidas destinadas a satisfacer proyectos particulares de representantes y senadores tras la promesa de Obama de terminar con lo que se conoce en el lenguaje parlamentario americano como pork barrel. Cabreo del ala izquierda dem¨®crata por las concesiones y la incorporaci¨®n de republicanos a la nueva Administraci¨®n. Cabreo de Obama y de todo el pa¨ªs por las primas millonarias que pretenden cobrar los responsables del hundimiento de las instituciones financieras y aseguradoras que han sido rescatadas con el dinero del contribuyente, pero que tendr¨¢n que ser abonadas si los contratos de los directivos son anteriores al rescate. Y, en fin, cabreo generalizado de la mayor¨ªa que ha vivido dentro de sus posibilidades y que ahora se ve obligada a pagar los excesos de sus conciudadanos que se han comprado casas a las que no pod¨ªan hacer frente.
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