Menores inmigrantes, ?v¨ªctimas o culpables?
En los ¨²ltimos tiempos se ha instalado en amplios sectores de la sociedad la percepci¨®n de que los menores que llegan, principalmente de Marruecos, son conflictivos y violentos. Acaba de hacerse p¨²blica la memoria de la Fiscal¨ªa de Guip¨²zcoa que parece corroborarlo. Y la mirada que de todo ello se desprende es responsabilizar a dichos adolescentes de un c¨²mulo de problemas generados a la sociedad. En SOS Racismo vemos todo esto con preocupaci¨®n y creemos necesaria una reflexi¨®n p¨²blica que evite posteriores derivas xen¨®fobas.
No cuestionamos las cifras que dan cuenta de un significativo n¨²mero de faltas y delitos achacables a algunos adolescentes de estas caracter¨ªsticas. Otra cosa es la interpretaci¨®n que se hace de esos datos. Los primeros damnificados por esa situaci¨®n son los propios menores protagonistas de estos actos, que, de no mediar una labor educativa con ellos que modifique sus comportamientos, van a ver truncada la posibilidad de incorporarse de una manera normalizada a la vida adulta y a la sociedad. Y ¨¦se es precisamente el reto y la responsabilidad que han de asumir, en primer lugar, las instituciones que tienen su tutela y, en segundo lugar, la propia sociedad. Mientras en esos dos niveles no se alcance a cumplir con nuestras obligaciones, seguir¨¢ siendo est¨¦ril pretender que las cosas se solucionen por s¨ª mismas o sean los propios menores quienes acaben modificando, sin m¨¢s, los citados comportamientos.
Somos nosotros quienes no los vemos como parte de nuestra sociedad
La generalizaci¨®n injusta les convierte a todos en objeto de xenofobia
Pero no s¨®lo salen perjudicados esos menores. La injusta e irracional generalizaci¨®n que se hace de ese comportamiento a todos los menores magreb¨ªes tutelados los convierte a todos ellos en objeto de marginaci¨®n y de xenofobia. Son innumerables los testimonios que dan cuenta de actitudes sociales e institucionales en los que se plasma esa mirada. Evidentemente, todo ello lo que hace es dificultar lo que esos adolescentes buscan, a lo que se dedica un mont¨®n de recursos y lo que demanda la sociedad.
La dimensi¨®n que se otorga tambi¨¦n a los actos antisociales protagonizados por algunos de estos menores s¨®lo se explica porque somos nosotros, precisamente, quienes no los vemos como parte de nuestra sociedad. Un ejemplo: con los datos de la Fiscal¨ªa se dice que "han sido frecuentes los incendios de estos equipamientos provocados por los propios inquilinos, como ocurri¨® en el citado municipio [Tolosa] y en Segura". Pues bien; exactamente igual podr¨ªa decirse que "son frecuentes los incendios de estos equipamientos provocados por el rechazo vecinal a su ubicaci¨®n, como ocurri¨® por dos veces, una de ellas fallida, en el barrio de Igeldo". Estamos hablando del mismo n¨²mero de incidentes, dos, y cabr¨ªa pensar que es m¨¢s grave lo segundo, dado que no hablamos de menores, sino de personas mayores, hechas y derechas. Sin embargo, en el segundo caso ni se ha detenido a nadie, ni se nos ocurre generalizar diciendo que es lo que frecuentemente hace el vecindario. Sin duda, dos varas medir: una para los nuestros y otra para los de fuera.
En tanto no entendamos que estos adolescentes tambi¨¦n son nuestros menores, que nos jugamos mucho en el envite de conseguir ayudarles en su incorporaci¨®n normalizada a la sociedad y que la mayor parte del esfuerzo est¨¢ de nuestro lado, s¨®lo conseguiremos que en el camino se vean damnificados los menores y la propia sociedad, al tiempo que derrocharemos los cuantiosos recursos que en ello se emplean.
Peio Aierbe es miembro de SOS Racismo-Arrazakeria
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