La arquitectura secreta de la comedia
La comedia ligera es un estado mental. Realmente no puedes dirigirla, los actores tienen que sentirla", afirmaba Mitchell Leisen (1898-1972) en lo que, sin duda, es un escueto concentrado de la po¨¦tica que le llev¨® a sentar las bases de ese g¨¦nero -la screwball comedy- que el cr¨ªtico Andrew Sarris defini¨®, con tambi¨¦n admirable concisi¨®n, como "una comedia sexual sin el sexo". La edici¨®n, por parte del sello Sherlock, de cuatro comedias de Leisen -Candidata a millonaria (1935), Una chica afortunada (1937), Medianoche (1939) y No hay tiempo para amar (1943)-, dentro de su colecci¨®n Comedia de Oro, permite corroborar la altura (colosal) de un artesano de m¨²ltiples talentos -director art¨ªstico y dise?ador de vestuario antes que cineasta-, habil¨ªsimo en la sutil introducci¨®n de acentos dram¨¢ticos, que, durante demasiados a?os, estuvo necesitado de una urgente reivindicaci¨®n.
Guillermo Cabrera Infante siempre reserv¨® un lugar de privilegio a Medianoche en su canon privado y Jos¨¦ Luis Guarner defini¨® a Leisen como "el director de cine que Ferrand, el atribulado realizador que Fran?ois Truffaut encarn¨® en La noche americana, habr¨ªa so?ado ser". Preston Sturges y Billy Wilder, que trabajaron a sus ¨®rdenes como guionistas, no tuvieron tan alta opini¨®n de ¨¦l y su idea compartida de que Leisen era un director m¨¢s atento a los decorados o a los actores que a la historia no dej¨® de tener sus consecuencias en el ¨¢mbito del an¨¢lisis cinematogr¨¢fico, a veces tan permeable a las ideas recibidas.
En Una chica afortunada, la ca¨ªda de un abrigo de vis¨®n desde un rascacielos dispara una trama que establece sorprendentes v¨ªnculos con nuestro presente: el esbozo de esa cultura del cotilleo que hoy nos define propicia un mini-crash burs¨¢til a trav¨¦s de un malentendido, mientras los personajes experimentan el cielo y el infierno de vivir en el simulacro de sus respectivos roles sociales. El gui¨®n, firmado por Sturges, tiene, en efecto, mucho que ver con el universo del autor de Los viajes de Sullivan (1941), pero la escena del restaurante autom¨¢tico que entra en estado de caos abri¨® por vez primera la puerta del slapstick en el terreno de la comedia sofisticada: fue el resultado de una apuesta de Leisen para electrizar un momento en que el di¨¢logo de Sturges pod¨ªa ralentizar la trama. En el conjunto destaca una presencia secundaria: el barcelon¨¦s Luis Alberni en la piel del tenso y afectado propietario del ruinoso -aunque concurrido por unas horas- hotel Louis.
El abrigo de vis¨®n ca¨ªdo del cielo capitalista es s¨®lo una de las muchas ocasiones en que Leisen supo sintetizar el esp¨ªritu de la comedia en una imagen perdurable: ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, la aparici¨®n en Medianoche de una Claudette Colbert dormida en traje de noche en un vag¨®n de tren -toda la biograf¨ªa del personaje se condensa ah¨ª-, o la moneda ca¨ªda de canto que pone el punto y final (o, mejor, el punto y seguido de la perpetua posibilidad) a Candidata a millonaria. Leisen no delegaba en los di¨¢logos lo que pod¨ªa contar su puesta en escena. Se suele afirmar que su pasado como director art¨ªstico se nota en su precisa puesta en escena -en ocasiones, la providencial aparici¨®n de un espejo ofrece una elegante alternativa a la ret¨®rica de plano y contraplano-, pero en la arquitectura secreta de esas screwballs comedies que cuestionaron tantas ideas sobre roles sexuales, tensi¨®n de clases y ansiedades urbanas tambi¨¦n entraban en funcionamiento otras claves: los decorados de Medianoche y No hay tiempo para amar se dise?aron para que la c¨¢mara siempre registrase el lado izquierdo de la cara de Claudette Colbert. Su ¨²nico lado bueno, seg¨²n la estrella.
Candidata a millonaria (1935), Una chica afortunada (1937), Medianoche (1939), No hay tiempo para amar (1943). Mitchell Leisen. Sherlock, Colecci¨®n Comedia de Oro. www.sherlockfilms.com
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