Qu¨¦ suerte tiene

Qu¨¦ suerte tiene usted, se?or obispo, de que yo no sea cat¨®lico. Qu¨¦ suerte tiene de que su sueldo no dependa de mi cruz en la casilla correspondiente de la, ya pr¨®xima, declaraci¨®n de la renta. Qu¨¦ suerte tiene de no trabajar usted para m¨ª, porque lo iba a poner a andar.

Si yo fuese cliente de su empresa, y su sede social, su coche oficial, sus trajes de gala y sus s¨ªnodos dependieran de m¨ª -que ser¨ªa quien los pagar¨ªa con mis aportaciones anuales-, se cuidar¨ªa usted mucho de mantener esas posturas retr¨®gradas y contrarias a la democracia y a las ense?anzas de Jesucristo.

Si yo fuese cristiano practicante y miembro de hecho de la Iglesia cat¨®lica, se cuidar¨ªa usted mucho de lanzar esas soflamas que atentan contra la mejora de los derechos democr¨¢ticos de mis hijas a un aborto libre y gratuito, a una ense?anza p¨²blica de calidad, a una muerte digna y, si fuese necesario, asistida por una sanidad p¨²blica y gratuita.

Si yo sostuviese econ¨®micamente a su empresa, se?or obispo, se cuidar¨ªa usted mucho de intentar, en la homil¨ªa del domingo, el desprestigio de un Gobierno laico y democr¨¢tico elegido con mi voto, porque yo s¨ª sabr¨ªa distinguir entre Dios y el c¨¦sar.

Si se mantuviese con mis aportaciones econ¨®micas una emisora plagada de calumniadores, le aseguro que alguien terminar¨ªa entendiendo lo de la caridad cristiana, la conciencia de pecado y la existencia del maligno.