Condones
Conforta saber que los monstruos, esos seres con apariencia humana pero cuyos actos poseen el tono de las pesadillas, salen finalmente a la luz y la sociedad les encarcela para siempre (ya me he pasado, De Juana Chaos puede desmentir desde la verde Irlanda mi est¨²pido e ingenuo maximalismo) bajo siete llaves. Y todos tan contentos sabi¨¦ndonos diferentes a los villanos, a salvo, con la certidumbre de que el mal puede ser combatido y que acaba pagando sus desmanes. La cadena perpetua al ancianito y austriaco violador de hijas enclaustradas nos va a dejar tranquilos durante una temporada este resuelto cap¨ªtulo de la historia universal de la infamia. Yo espero que su celda no est¨¦ aislada, que antes de largarse al otro barrio este torturador conozca en cuerpo y alma los c¨®digos carcelarios que mantienen ancestralmente los presos con los violadores.
Pero existen otras variantes de la monstruosidad que son bendecidas por el cielo y que no sufren ning¨²n castigo terrenal. Por ejemplo: que un se?or de careto inquietante, modales suaves y ataviado con t¨²nicas blancas declare impunemente a sus amados negritos de ?frica que utilizar el cond¨®n en la pr¨¢ctica de esa cosita tan pecaminosa e insana (a no ser que est¨¦ bendecida por el santo matrimonio) denominada vulgarmente como follar, no sirve para evitar que ese depredador bichito que ha infectado a 23 millones de vecinos del continente se apodere de los contumaces fornicadores. Y la ley no interviene ante la impune barbaridad que propone el gran Poder.
Imagino que la mayor preocupaci¨®n de mogoll¨®n de gente en ?frica estriba en algo tan desesperado como la b¨²squeda de alimento. A Occidente, por supuesto, le da igual que la palmen de hambre o de sida. Y el virginal Papa siempre obsesionado con los goces de la carne ajena.
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