Nadia, la reina de los ni?os rateros
La peque?a Nadia es la pesadilla de los polic¨ªas del centro de Madrid. Y, sobre todo, de los usuarios de los cajeros bancarios, a los que quita el dinero con asombrosa facilidad. Ha sido detenida 120 veces en un a?o y 50 veces ha ingresado en un centro de acogida. Su caso es el paradigma del fallo generalizado de la red de protecci¨®n de menores
El hombre del traje gris, un sexagenario encorbatado, gimotea y grita: "?Polic¨ªa! ?Polic¨ªa!". Cuando repara en que de nada valen sus gritos, se mesa los cabellos con desesperaci¨®n. Acaban de birlarle el dinero que estaba retirando del cajero autom¨¢tico del banco de la esquina de Gran V¨ªa con la calle de Montera, en pleno coraz¨®n de Madrid. ?l no lo sabe, pero acaba de ser la en¨¦sima v¨ªctima de una ni?a rumana a la que la polic¨ªa considera "la reina de los rateros". Es una estrella en el mundo de la peque?a delincuencia. Y no es para menos: Nadia (nombre supuesto), que acaba de cumplir los 14 a?os, ha sido detenida en 120 ocasiones a lo largo del ¨²ltimo a?o; ha pasado 72 veces por el Grupo de Menores de la polic¨ªa (Grume), y ha sido ingresada 50 veces en un centro de acogida de la Comunidad de Madrid. Todo un fracaso de la red social del Estado, que se ha mostrado incapaz de prestar atenci¨®n y asistencia a una menor que tambi¨¦n es v¨ªctima de la marginaci¨®n.
Las entidades bancarias se han visto obligadas a introducir el doble pin para reforzar la seguridad de los cajeros
El Defensor del Menor ha instado a la Comunidad de Madrid a hacerse cargo de la tutela de esta chiquilla
Es una chica inteligente, observadora, muy callada. "Es una l¨¢stima de cr¨ªa", dice uno de los polic¨ªas que la conocen
La Consejer¨ªa de Familia sostiene que no puede hacerse cargo de la adolescente porque la ley es muy restrictiva
"Hay leyes bastantes para insertar a los chicos. Si no se hace, es por dejadez de la Administraci¨®n", afirma el fiscal Pantoja
La Fiscal¨ªa de Catalu?a y la de Valencia se han mostrado partidarias de rebajar a 12 a?os la edad penal de los menores
El cajero donde el sexagenario fue desvalijado el pasado martes es uno de los preferidos de la ladronzuela. Est¨¢ en plena calle, en un punto en el que el ciudadano que decide retirar dinero se encuentra rodeado permanentemente de transe¨²ntes. De modo que ¨¦l ni siquiera repara en la parejita de menores que tiene a su espalda, apostados en la escalera de la boca del metro: una ni?a delgadita, de tez p¨¢lida, vestida con una sudadera rosa, y con el cabello recogido en una larga trenza; y un ni?o m¨¢s bajito que devora con fruici¨®n una salchicha de Francfort.
El periodista lleva varios d¨ªas recorriendo el centro de Madrid en busca de la peque?a rumana. De repente se fija en la pareja de menores: ve a la adolescente y repara en la trenza que pende hasta la mitad de su espalda. El periodista le mira a ella y ella le mira a ¨¦l. ?Ser¨¢ Nadia? Su descripci¨®n coincide exactamente con la de esa chica.
Y ah¨ª est¨¢ el cajero autom¨¢tico, a dos metros de la parejita. Junto al cajero, el hombre trajeado que, ajeno a los ojos que le observan con mucho m¨¢s inter¨¦s del que ¨¦l sospecha, introduce su tarjeta en la ranura. Marca el n¨²mero de su pin personal, indica la cantidad de dinero que desea retirar... y cuando se dispone a marcar el pin por segunda vez -para que salgan los billetes- la ni?a y su peque?o acompa?ante se ponen en movimiento. La chiquilla distrae al hombre pidi¨¦ndole una limosna, mientras el chico, con una agilidad pasmosa, le arrebata el dinero que acaba de escupir el dispensador del cajero autom¨¢tico. En un abrir y cerrar de ojos. Cuando el pringao (la v¨ªctima) asimila la situaci¨®n y repara en lo ocurrido, ya es demasiado tarde. "?Polic¨ªa! ?Polic¨ªa!", vocea con escasa convicci¨®n.
Nadia y su c¨®mplice no han elegido al azar este puesto de trabajo: tiene para ellos la ventaja de encontrarse junto a una de las bocas de la estaci¨®n del metro de Gran V¨ªa. Sin darse demasiada prisa, con un aplomo que asombra al propio pringao, corretean escaleras abajo y se pierden en el suburbano. En cuesti¨®n de segundos. En un plis-plas.
Nadia ha tenido machacados durante un a?o los cajeros instalados en la Gran V¨ªa, la Puerta del Sol, la calle de Carretas, la plaza de Santa Cruz... Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, las v¨ªctimas han desgranado sus casos ante los agentes de la comisar¨ªa del distrito de Centro. Han contado c¨®mo se les hab¨ªa acercado una ni?a de apenas metro y medio de estatura, c¨®mo les hab¨ªa lanzado un escupitajo y c¨®mo sin darse cuenta les hab¨ªa desplumado mientras intentaban zafarse del acoso de la menor. Otras veces, la chiquilla se hab¨ªa adue?ado del dinero ajeno en tanto que otros c¨®mplices distra¨ªan al pagano haci¨¦ndose los sordomudos o intentando venderle La Farola.
Nadia se ha convertido en una leyenda por su habilidad y por la frecuencia con que ha sido interceptada por el Grupo de Hurtos de la comisar¨ªa de Centro. "Hemos llegado a detenerla hasta tres veces en un mismo d¨ªa", dice un subinspector con desolaci¨®n. Es la m¨¢s conocida de los 40 menores rumanos y albano-kosovares que asuelan a diario las calles del cogollo de Madrid. Ni?os que cada ma?ana son trasladados en furgonetas desde los poblados chabolistas de Valdeming¨®mez o la Ca?ada Real hasta el centro de la capital. Durante horas y horas se dedican a robar bolsos, a sustraer tel¨¦fonos m¨®viles, a desvalijar a los usuarios de los cajeros autom¨¢ticos... Debido a que tienen menos de 14 a?os, son inimputables, es decir, est¨¢n exentos de responsabilidad penal.
A partir de enero de 2008, la polic¨ªa espa?ola asegura que empez¨® a detectar un aluvi¨®n de menores, coincidiendo con el anuncio del presidente del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, de aplicar mano dura contra los inmigrantes rumanos irregulares. Muchos de ellos salieron de Italia y se asentaron en Barcelona. Pero la fuerte presi¨®n policial y judicial les llev¨® a Madrid. Y entre marzo y abril del a?o pasado, la polic¨ªa madrile?a advirti¨® que cada d¨ªa eran llevados entre 35 y 40 chiquillos a los alrededores de la Puerta del Sol. Al instalar controles en esa zona, los transportadores fueron obligados a replegar su base de operaciones hasta la plaza de Col¨®n y, m¨¢s tarde, hasta la zona de M¨¦ndez ?lvaro. Desde all¨ª, los chicos se dispersan por el n¨²cleo urbano.
Nadia ha llegado a sustraer hasta 900 euros en una sola jornada de trabajo. Pese a su consumada habilidad, m¨¢s de una vez ha sido sorprendida y agredida por las v¨ªctimas. Pero ella, aparentemente fr¨¢gil, est¨¢ forjada en acero: es capaz de aguantar una lluvia de golpes sin derramar ni una l¨¢grima, seg¨²n los polic¨ªas que mejor le conocen. "Es una chica muy inteligente, muy observadora y muy calladita", explica uno de los agentes. "?Es una l¨¢stima de cr¨ªa!", dice.
Tras los primeros arrestos, la polic¨ªa contact¨® con sus padres y les pidi¨® que fueran a hacerse cargo de ella. Y los padres acudieron, provistos de pasaporte y libro de familia, y se llevaron consigo a la menor. Pero antes de eso, los agentes abrieron diligencias contra los progenitores por presunto abandono de sus obligaciones y explotaci¨®n de su hija. Tanto en este caso como en el de otros similares, la polic¨ªa ha decidido denunciar a los padres como presuntos integrantes de una banda organizada, ante la creencia de que son inductores y beneficiarios de su actividad delictiva.
En los sucesivos arrestos de Nadia (120 hasta ahora), los padres fueron citados a la comisar¨ªa, pero no acudieron por temor a ser detenidos y puestos a disposici¨®n judicial. Y, ante el supuesto abandono y desamparo de la chiquilla, ¨¦sta fue entregada en 72 ocasiones al Grupo de Menores de la polic¨ªa, que a su vez la traslad¨® reiteradamente al centro de acogida del distrito de Hortaleza, dependiente de la Comunidad de Madrid.
Pero en el centro de menores apenas permanece unas horas: unas veces porque los padres acuden a hacerse cargo de ella, ejerciendo su derecho a la patria potestad; y otras veces -las m¨¢s- porque la propia ni?a se escapa sin ning¨²n impedimento, puesto que el establecimiento carece de guardias y rejas. "Aprovecha para ducharse y recibir ropa limpia. Y despu¨¦s, sale corriendo a la primera de cambio", explica un funcionario.
Esta muchacha y los chicos como ella se dedicaban inicialmente a sustraer bolsos y objetos de valor aprovechando el descuido de las v¨ªctimas (generalmente turistas extranjeros sentados en las terrazas del centro de la capital). Pero hace un a?o, seg¨²n fuentes policiales, descubrieron que les era mucho m¨¢s rentable atacar a los usuarios de los cajeros bancarios, sobre todo porque as¨ª obten¨ªan con rapidez dinero contante y sonante.
Las entidades bancarias m¨¢s golpeadas han sido Caja Madrid y el BBVA, que, han tomado medidas para entorpecer la acci¨®n de los raterillos. Y la soluci¨®n ha sido modificar el programa inform¨¢tico de los cajeros, de forma que el cliente est¨¦ forzado a introducir dos veces el n¨²mero del pin personal: la primera, al empezar a operar con su tarjeta; y la segunda, antes de extraer el dinero solicitado. As¨ª, el cliente est¨¢ obligado a confirmar su clave y dispone de un tiempo para observar -antes de recoger los billetes- si hay alg¨²n sospechoso a su alrededor. Este cambio, propiciado por los departamentos de seguridad bancarios, tuvo que vencer las reticencias del ¨¢rea comercial, que tem¨ªa que esta complicaci¨®n pudiera retraer a los usuarios. "Gracias a eso, se han reducido en un 85% los hurtos en los 15 cajeros m¨¢s atacados", afirma con satisfacci¨®n una fuente del BBVA.
Las 120 detenciones de Nadia inducen a pensar que algo est¨¢ fallando en el sistema. ?Lo ¨²nico que puede hacer el Estado es arrestarla una y otra vez? ?Es el tratamiento policial el ¨²nico posible para esta ni?a y otros muchos como ella? ?Es una situaci¨®n que no est¨¢ contemplada por la ley?
Arturo Canalda, Defensor del Menor de Madrid, opina: "No hay ning¨²n vac¨ªo legal. Lo que hay es indefinici¨®n en el C¨®digo Civil. El problema es que a estos menores no se les considera desamparados si tienen padres o familiares. En ese caso, se llama a los progenitores y se les entrega al chiquillo. Si no se localiza a los progenitores, la Comunidad de Madrid les acoge en uno de sus centros, de donde se suelen escapar al poco tiempo".
-?Entonces, no se puede hacer nada?
-Yo estoy luchando con la Comunidad por buscar una soluci¨®n. Le he pedido a la Consejer¨ªa de Familia y Asuntos Sociales que asuma la tutela de aquellos ni?os que viven en situaci¨®n de riesgo y desamparo. En concreto, he solicitado que asuma la tutela, aunque sea temporalmente, de tres o cuatro ni?os. Y uno de ellos es esta muchacha. Yo pienso que la Comunidad puede retirar inmediatamente la tutela a sus padres porque un juez no tendr¨ªa inconveniente en ratificar esa decisi¨®n. Sin embargo, la consejer¨ªa me ha contestado que Nadia tiene familia y que a ¨¦sta no se le puede quitar la tutela paterna.
-Supongamos que la Comunidad se hiciera cargo de la adolescente y que se le internase en un centro de acogida. ?Qu¨¦ ocurre entonces si se escapa a las pocas horas?
-Es que en ese caso yo propongo medidas de contenci¨®n obligatoria, que sean ejecutadas en un centro especial de r¨¦gimen cerrado o bien al que tuviera que acudir obligatoriamente a diario. Ser¨ªa un establecimiento para menores con edades comprendidas entre 12 y 14 a?os, que todav¨ªa no est¨¢n en edad penal. As¨ª se les podr¨ªa reeducar y, a la vez, perseguir a los padres que les indujeran a conductas delictivas.
La Consejer¨ªa de Familia y Asuntos Sociales, al frente de la cual est¨¢ Engracia Hidalgo, discrepa del Defensor del Menor. Argumenta que las sentencias del Tribunal Constitucional 143/1990 y 298/1993 son muy restrictivas a la hora de conceder la tutela de los menores a la Administraci¨®n, ya que s¨®lo se puede hacer si ¨¦stos est¨¢n desprotegidos o carecen de familia o bien si ellos mismos desean acogerse al sistema de protecci¨®n. "Por ejemplo, ahora mismo tenemos a dos ni?os rumanos cuya tutela la ostenta la Comunidad de Madrid porque su familia se ha prestado a integrarlos en un proceso de reinserci¨®n", explica una portavoz de la consejer¨ªa.
Pero el caso de los adolescentes rumanos es especialmente espinoso, seg¨²n la misma portavoz: "La Embajada de Rumania tiene firmado un protocolo con el Gobierno que exige la repatriaci¨®n de los menores no acompa?ados o que carezcan de familia en Espa?a". Y prosigue: "La Comunidad se hizo cargo recientemente de la tutela de dos ni?os desnutridos tras considerar que viv¨ªan en una situaci¨®n de abandono familiar. Sin embargo, la Embajada de Rumania nos oblig¨® a buscar a su familia extensa y a repatriarlos a su pa¨ªs".
Adem¨¢s de los centros de acogida, el Gobierno regional de Madrid dispone de un centro para menores de "especial conducta", donde su salida y r¨¦gimen de visitas est¨¢ muy controlado, pero el internamiento requiere la conformidad de los padres, seg¨²n la misma fuente de la consejer¨ªa.
F¨¦lix Pantoja, ex fiscal de Menores de Madrid y ex vocal del Consejo General del Poder Judicial, discrepa abiertamente de la postura de la Comunidad. "Hay suficientes instrumentos legales para insertar a estos chicos. Si no se hace, es por dejadez de la Administraci¨®n", recalca sin ambages.
"Parece evidente que una ni?a que ha sido detenida 120 veces est¨¢ en una situaci¨®n de riesgo o desamparo. Y en ese caso, la Comunidad puede asumir su tutela y hacer con ella un proyecto educativo en el que cabe incluso la restricci¨®n de sus salidas y la limitaci¨®n de su derecho de deambulaci¨®n", declara Pantoja. "Si la Comunidad no lo hace, el fiscal de Menores puede aportar las pruebas y, bas¨¢ndose en el C¨®digo Civil, instar al juez de Familia a que conceda la tutela de esa persona a la Comunidad", agrega.
Frente a lo que sostiene la Consejer¨ªa de Familia y Asuntos Sociales, el fiscal Pantoja asevera que "el inter¨¦s del menor est¨¢ por encima de cualquier legislaci¨®n internacional y por encima de cualquier protocolo" suscrito entre los Gobiernos de Espa?a y Rumania. E insiste en que lo fundamental es que la Administraci¨®n auton¨®mica que encabeza Esperanza Aguirre ponga en marcha proyectos educativos y sociales, aun a riesgo de que no siempre den el resultado apetecible.
"Si es necesario, la Administraci¨®n tendr¨ªa que crear un piso terap¨¦utico para poder desarrollar este programa con este tipo de menores", concluye el fiscal Pantoja, quien se muestra radicalmente en contra de rebajar a 12 a?os la edad penal. "?Y despu¨¦s, qu¨¦? ?Seguimos rebajando hasta los 10 o hasta los ocho?", se pregunta.
Muy diferente es la posici¨®n de las fiscal¨ªas de Valencia y de Catalu?a, que hace cinco meses se pronunciaron a favor de que se pueda actuar penalmente contra los menores de 12 a 14 a?os que cometan delitos. Opinan as¨ª argumentando que se ha producido "un espectacular aumento" de los chiquillos que son explotados por mafias que saben que ¨¦stos son actualmente inimputables.
La ¨²ltima Memoria de la Fiscal¨ªa de Catalu?a alerta de que en los ¨²ltimos a?os se ha triplicado el n¨²mero de menores, sobre todo rumanos, que trabajan para organizaciones delictivas. Y sostiene que a ¨¦stos no se les puede considerar "desamparados" porque est¨¢n casados o mantienen una situaci¨®n de emancipaci¨®n de hecho o bien tienen contactos estrechos con una "amplia familia".
La fiscal¨ªa mantiene que la legislaci¨®n vigente es "completamente insuficiente" para impedir que estos menores sean apartados de su entorno mediante su internamiento en centros de r¨¦gimen cerrado, ya que no suelen perpetrar delitos con violencia e intimidaci¨®n, sino peque?os hurtos. Pero tambi¨¦n admite que la presi¨®n policial o las medidas administrativas contra las bandas que explotan a menores s¨®lo han conseguido su desplazamiento a otras ciudades o regiones.
Jorge, un educador social que tiene su base de operaciones en la parroquia madrile?a de Santo Domingo de la Calzada, trabaja desde hace un lustro en la Ca?ada Real Galiana, un enorme poblado marginal del extrarradio de Madrid, donde vive la familia de la peque?a Nadia. ?l y otros trabajan con la poblaci¨®n rumana establecida en el asentamiento conocido como El Gallinero.
Jorge tiene un profundo y directo conocimiento de los problemas del colectivo rumano, lo que hace que su testimonio sea especialmente valioso: "Primero habr¨ªa que entender a estas personas y ver c¨®mo viven. La sociedad no les da alternativas. El 95% de los chicos no van al colegio. ?Qu¨¦ habr¨ªa que hacer? Pues habr¨ªa que captarlos para ense?arles un oficio y pagarles por ir a las clases. Ya sabemos que eso cuesta dinero, pero m¨¢s costoso para la sociedad es lo que roban y el da?o que ocasionan".
Jorge cuenta el caso de un chico para ilustrar c¨®mo se puede actuar positivamente: "Tenemos un chaval que cada d¨ªa coge el autob¨²s en Valdeming¨®mez para trasladarse al barrio de San Ferm¨ªn. Tarda una hora. Y es frecuente que la polic¨ªa le pida la documentaci¨®n varias veces. No fue f¨¢cil conseguirlo, pero lo cierto es que el joven est¨¢ haciendo un curso de alba?iler¨ªa en Alucinos, un centro de los salesianos donde ense?an oficios a j¨®venes y adolescentes. Nosotros le pagamos el abono-transporte. Y no falta ni un d¨ªa a clase".
Nadia cumpli¨® 14 a?os de edad el pasado 28 de febrero. Eso supone que a partir de ahora est¨¢ expuesta a que se le aplique la Ley Penal del Menor, el instrumento legal que permite exigir responsabilidades a las personas mayores de 14 a?os y menores de 18 que hayan cometido delitos o faltas. Por tanto, ha dejado de ser inimputable. Y ella lo sabe. Por eso, seg¨²n fuentes policiales, ahora ha dejado de actuar directamente en los cajeros y ha devenido en una especie de "maestra" o "controladora" de los m¨¢s peque?os.
Su caso es probable que se convierta en el exponente m¨¢s claro del fracaso de las instituciones. Quiz¨¢s ya sea tarde para ayudarla. O no. ?Pero nadie pudo haber hecho antes nada por evitarlo?
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