El Cervantes y la Obra P¨ªa
Las disputas con su casero pueden llevar al Instituto a perder su estrat¨¦gica sede en Roma
La sede del Instituto Cervantes en la plaza Navona es la envidia de los centros culturales de Roma. Situado a unos metros de la fuente de Los cuatro r¨ªos de Bernini, por all¨ª han pasado cientos de escritores y artistas, y miles de visitantes han asistido a exposiciones, conferencias, lecturas del Quijote. Ahora, el Cervantes est¨¢ a punto de perder su sede, que ocupa desde hace 17 a?os. Su casero le pide 13.000 euros de renta y la crisis no le permite afrontar la estratosf¨¦rica subida, pues hasta ahora pagaba 5.300 euros por ese local.
Lo extra?o es que el casero del Cervantes, un organismo de Cultura y Exteriores, es una entidad gestionada tambi¨¦n por el ministerio espa?ol de Exteriores: la Obra P¨ªa-Establecimientos Espa?oles en Italia, anacr¨®nica instituci¨®n ben¨¦fica cuyos ingresos se destinan, entre otros p¨ªos fines, a mantener la Iglesia Nacional de Espa?a en Roma (dos millones de euros en 2008) y a pagar obras de caridad del Papa a trav¨¦s del ?bolo de San Pedro (20.000 euros el a?o pasado).
Embajador V¨¢zquez: "Llevo el cheque dos veces al a?o. Me encanta escribir el tal¨®n: 'P¨¢guese a Benedicto XVI"
La tricentenaria Obra P¨ªa ha sido siempre fuente de roces e intercambio de favores entre el Estado y la Iglesia de los pa¨ªses a los que toca, Espa?a, Italia y Vaticano. Due?a de un ingente patrimonio inmobiliario en la zona m¨¢s cara de Roma (cerca de 180 pisos y 80 locales comerciales), su falta de personalidad jur¨ªdica ha generado tambi¨¦n arbitrariedades de todo tipo.
El embajador de Espa?a ante la Santa Sede, Francisco V¨¢zquez, es por su cargo el gobernador de la junta que dirige la Obra espa?ola. El pol¨ªtico gallego, cat¨®lico y socialista preside -desde mayo de 2006- un patronato en el que figuran dos diplom¨¢ticos, subordinados suyos, y cuatro can¨®nigos espa?oles destinados en Roma.
Hace siglo y medio, en la ¨¦poca de Garibaldi, la Iglesia espa?ola pidi¨® al Estado que salvara el patrimonio de la Obra P¨ªa, y la gesti¨®n pas¨® a la Administraci¨®n. Hoy, el Gobierno espa?ol ha convertido la Obra en un instrumento m¨¢s de la nueva pol¨ªtica de acercamiento hacia el Vaticano y la Conferencia Episcopal. Sus ingresos (seis millones de euros en 2008) complementan con jugosas donaciones la subida del 34% en la recaudaci¨®n fiscal obtenida a trav¨¦s del IRPF, gracias al aumento de la cuota para fines de la Iglesia Cat¨®lica concedida por el Ejecutivo de Zapatero.
El caso del Cervantes refleja que Francia y Espa?a tienen dos formas muy distintas de entender la cultura. Mientras el Cervantes se dispone a irse, unos metros m¨¢s all¨¢, sobre la misma plaza, Francia ultima las obras de la nueva Escuela de Arqueolog¨ªa, que tendr¨¢ una sala polivalente y otra de exposiciones. El edificio fue comprado por el Ministerio de Educaci¨®n franc¨¦s en los a?os setenta a la Obra P¨ªa francesa.
La Obra espa?ola ha sido abiertamente criticada por algunos diplom¨¢ticos de la otra embajada de nuestro pa¨ªs, la representaci¨®n ante el Estado italiano. "No se entiende que Exteriores desaloje a un organismo suyo, y tan vinculado al inter¨¦s general como el Cervantes, pidiendo una subida semejante", se?ala un miembro de esa otra sede diplom¨¢tica.
Pero V¨¢zquez, el embajador ante la Santa Sede, defiende que el criterio de pedir al Cervantes un precio de mercado est¨¢ basado en la nueva pol¨ªtica, decidida por el Gobierno en Madrid. "La prioridad de la Obra es cumplir con sus fines religiosos, ben¨¦ficos y asistenciales", sostiene en su despacho de la romana plaza de Espa?a.
"Soy un embajador pol¨ªtico, y hace tres a?os el Gobierno me pidi¨® que mejorara las relaciones con el Vaticano y la Iglesia. Recib¨ª ese encargo. Luego, la vicepresidenta (Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega) me pidi¨® ex profeso que dejara resuelto lo de la Obra, y lo he hecho. Ahora mando las cuentas a Moncloa, y est¨¢n encantados. La Obra est¨¢ saneada y se rige por criterios objetivos".
V¨¢zquez ha ordenado la actividad arrendataria y constructora de la Obra con dos reglamentos, uno para obras y otro para alquileres, que sustituyen a las normas aprobadas en 2001, cuando Josep Piqu¨¦ era el ministro de Exteriores. "Se trata de ser rentables, de evitar la discrecionalidad y de cumplir los fines", explica el actual embajador.
La paradoja es que los p¨ªos fundadores de la Obra establecieron, a principios del siglo XVIII, que esos fines ser¨ªan tres: "Dotar a doncellas en apuros, socorrer a los peregrinos y ejercer el cuidado espiritual de las almas difuntas". Rom¨¢nticos ideales, poco o nada practicables hoy, que se recogen de forma gen¨¦rica en los pre¨¢mbulos de las normativas, vigentes desde oto?o de 2008.
Antes, instituciones, diplom¨¢ticos y trabajadores desplazados a Roma ten¨ªan prioridad para alquilar los pisos de la Obra y pagaban precios casi simb¨®licos. El m¨¦todo era oscuro y produc¨ªa agravios, pero reflejaba un esp¨ªritu m¨¢s o menos laico: se pagaban las caridades, se ayudaba al Estado y a las empresas, y el bajo precio se justificaba porque la especulaci¨®n nunca figur¨® entre los fines de la Obra. Ahora, el reglamento afirma que la prioridad del alquiler la tienen "las instituciones vinculadas a la Iglesia espa?ola" y "las instituciones y personas vinculadas a la propia Obra P¨ªa". Para los dem¨¢s casos, se establece un criterio basado en los precios de mercado. La norma incluye una referencia a las instituciones y trabajadores muy ambigua: "Se les podr¨¢ dar prioridad".
El embajador defiende que "los bienes de la Obra son de la Iglesia", y agrega: "Muchos diplom¨¢ticos creen tener derecho de pernada en la Obra. Pero, de eso, nada".
Seg¨²n el Tribunal de Cuentas, que fiscaliza las cifras de la Obra, en 2003 Espa?a ten¨ªa la propiedad de 24 edificios hist¨®ricos, con 191 pisos, 66 locales y 6 estudios. En 2008, afirma el embajador, "ten¨ªamos 78 locales y 180 viviendas alquiladas", y un tercio de los seis millones de ingresos fueron para la Iglesia: "Dos millones para la Iglesia Nacional de Santiago y Monserrat; 1,5 millones para gastos generales; 1,5 millones para conservaci¨®n y obras; un mill¨®n para reservas para afrontar posibles indemnizaciones, 250.000 euros para obras extraordinarias", detalla V¨¢zquez.
Choca la donaci¨®n a Monserrat. En 2002, tiempos del PP, recib¨ªa s¨®lo 39.000 euros. V¨¢zquez apunta que el sueldo del rector -monse?or Gonz¨¢lez Noval¨ªn- lo paga la Obra, "que adem¨¢s es quien le nombra", y agrega que la dotaci¨®n incluye los gastos del Centro de Estudios Eclesi¨¢sticos, que beca y forma a curas espa?oles: "El 90% de los obispos espa?oles ha pasado por Monserrat".
Otra parte del dinero financia los gastos que generan el Pante¨®n Espa?ol, las Hermanas de la Cruz y las Ancianitas Desamparadas. Y las dos iglesias espa?olas de Palermo. "Ten¨ªamos tres, pero una de ellas se la donamos, por cierto, al Cervantes", recuerda V¨¢zquez. Sobre el ?bolo de San Pedro, cuenta que fue ¨¦l mismo quien decidi¨® colaborar con las obras de caridad del Papa. "Llevo el cheque dos veces al a?o. Me encanta escribir el tal¨®n: 'P¨¢guese a Benedicto XVI". Otra curiosidad: la Obra tiene su cuenta corriente en el IOR, el Banco del Vaticano. "?D¨®nde iba estar mejor el dinero?", se pregunta V¨¢zquez.
Algunos diplom¨¢ticos se sienten maltratados por Eugenio Ruggeri, el director de la Obra. El c¨®nsul, por ejemplo, vio at¨®nito c¨®mo le ped¨ªan 10.000 euros por un piso en la plaza Navona por el que el inquilino anterior pagaba un precio inferior a 2.000.
Ruggeri es un personaje cuasi m¨ªtico. Habita en una de las casas m¨¢s bellas de la ciudad, donde vivi¨® Italo Calvino. Yolanda, su esposa espa?ola, es la "directora art¨ªstica" de la Obra, la mujer que ha definido el estilo de las reformas (siete millones de euros gastados entre 2002 y 2004). "Eso se ha acabado", afirma el embajador. "Ahora tenemos gran parte del patrimonio restaurado, y ya no hay obras ni claveles benditos".
En 2003, Exteriores pens¨® en dar otra personalidad jur¨ªdica a la Obra, como hizo con la Obra P¨ªa de los Santos Lugares de Jerusal¨¦n. Se arrepinti¨® y, seis a?os despu¨¦s, el sistema sigue siendo un h¨ªbrido. Gesti¨®n te¨®ricamente p¨²blica, propiedad de la Iglesia. . "No conviene darle a la Obra personalidad jur¨ªdica", enfatiza V¨¢zquez, "porque nos podr¨ªan quitar el patrimonio".
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