La hora de la acci¨®n mundial
Vivimos un periodo de retos econ¨®micos mundiales a los que no es posible hacer frente con soluciones a medias ni con los esfuerzos aislados de un solo pa¨ªs. Los l¨ªderes del G-20 tienen la responsabilidad de emprender una acci¨®n audaz, amplia y coordinada que no s¨®lo ponga en marcha la recuperaci¨®n, sino que lance una nueva era de compromiso econ¨®mico con el fin de impedir que vuelva a producirse una crisis como ¨¦sta.
Nadie puede negar que la necesidad de actuar es urgente. La crisis crediticia y de confianza ha atravesado fronteras y tiene consecuencias en todos los rincones del planeta. Por primera vez en una generaci¨®n, la econom¨ªa mundial est¨¢ contray¨¦ndose y el comercio est¨¢ disminuyendo. Se han perdido billones de d¨®lares, los bancos han dejado de prestar dinero y decenas de millones de personas van a perder su trabajo en todo el mundo. Est¨¢ en peligro la prosperidad de todos los pa¨ªses, adem¨¢s de la estabilidad de los Gobiernos y la supervivencia de pueblos enteros en las partes m¨¢s vulnerables de la tierra.
El G-20 debe lanzar una iniciativa audaz, amplia y coordinada para impulsar la recuperaci¨®n
Debemos acabar con la especulaci¨®n temeraria y el descontrol
Hemos aprendido, de una vez por todas, que el ¨¦xito de la econom¨ªa estadounidense est¨¢ inextricablemente unido a la econom¨ªa mundial. No hay una l¨ªnea que separe las acciones para restablecer el crecimiento dentro de nuestras fronteras y las acciones para conseguirlo en el resto del mundo. Si los habitantes de otros pa¨ªses no pueden gastar, los mercados dejan de funcionar; ya hemos presenciado la mayor ca¨ªda de las exportaciones estadounidenses en casi cuatro d¨¦cadas, que ha sido la causa directa de la p¨¦rdida de empleo en el pa¨ªs. Y, si seguimos dejando que las instituciones financieras de todo el mundo act¨²en de forma temeraria e irresponsable, permaneceremos atrapados en un ciclo de burbujas y estallidos. Por eso, la pr¨®xima cumbre de Londres est¨¢ directamente relacionada con nuestra propia recuperaci¨®n.
Mi mensaje est¨¢ claro: Estados Unidos est¨¢ listo para tomar la iniciativa, y vamos a pedir a nuestros socios que se unan a nosotros, con un sentido de urgencia y de prop¨®sito com¨²n.
Se han tomado muchas medidas positivas, pero queda mucho por hacer. Esa iniciativa nuestra se basa en un principio muy sencillo: vamos a actuar sin miedo para sacar a la econom¨ªa estadounidense de la crisis y reformar nuestra estructura reguladora, y esas acciones se ver¨¢n reforzadas por las acciones complementarias en el extranjero. Con nuestro ejemplo, Estados Unidos puede fomentar una recuperaci¨®n mundial y crear confianza en todo el mundo; y si la cumbre de Londres ayuda a impulsar las acciones colectivas, podremos construir una recuperaci¨®n segura y evitar crisis futuras.
Nuestros esfuerzos deben empezar con una r¨¢pida actuaci¨®n para estimular el crecimiento.Estados Unidos ha aprobado ya la Ley de Recuperaci¨®n y Reinversi¨®n, el esfuerzo m¨¢s radical para impulsar la creaci¨®n de empleo y sentar las bases del crecimiento en una generaci¨®n. Otros miembros del G-20 tambi¨¦n han propuesto est¨ªmulos fiscales, y esos esfuerzos deben ser en¨¦rgicos y sostenidos hasta que se restablezca la demanda. En el camino, debemos asumir un compromiso colectivo de estimular el libre comercio y la inversi¨®n y resistir la tentaci¨®n del proteccionismo, que intensificar¨ªa la crisis.
En segundo lugar, debemos restablecer el cr¨¦dito del que dependen las empresas y los consumidores. En EE UU estamos trabajando con energ¨ªa para estabilizar nuestro sistema financiero. Entre otras cosas, con una valoraci¨®n justa de los balances de nuestros grandes bancos, que desembocar¨¢ de forma directa en pr¨¦stamos capaces de ayudar a los ciudadanos a comprar bienes, conservar sus hogares y hacer crecer sus empresas. Estas medidas deben seguir desarroll¨¢ndose mediante las acciones de nuestros socios del G-20.
Todos juntos, podemos adoptar un marco com¨²n que insista en la transparencia, la responsabilidad y la importancia de restablecer la circulaci¨®n del cr¨¦dito que constituye la savia de una econom¨ªa mundial en crecimiento. Y el G-20, junto con las instituciones multilaterales, puede proporcionar una financiaci¨®n comercial que ayude a reanimar las exportaciones y crear puestos de trabajo.
En tercer lugar, tenemos la obligaci¨®n, por motivos econ¨®micos, morales y de seguridad, de tender la mano a los pa¨ªses y las personas en mayor situaci¨®n de riesgo. Si les damos la espalda, nuestra propia recuperaci¨®n se retrasar¨¢ y el sufrimiento causado por esta crisis aumentar¨¢. El G-20 debe desplegar a toda velocidad los recursos necesarios para estabilizar los mercados emergentes, dar un impulso real a la capacidad de actuar con urgencia del Fondo Monetario Internacional y ayudar a los bancos de desarrollo regionales a acelerar los pr¨¦stamos. Mientras tanto, Estados Unidos apoyar¨¢ nuevas inversiones sustanciales en seguridad alimentaria para ayudar a los m¨¢s pobres a sobrevivir los tiempos dif¨ªciles que se avecinan.
Ahora bien, aunque estas acciones pueden ayudarnos a salir de la crisis, no debemos conformarnos con una vuelta al statu quo. Debemos acabar con la especulaci¨®n temeraria y el gasto por encima de nuestros medios; con el cr¨¦dito basura, la ayuda excesiva a los bancos y la falta de supervisi¨®n que nos condena a burbujas que inevitablemente terminan estallando. La acci¨®n internacional coordinada es lo ¨²nico que puede evitar una asunci¨®n de riesgos tan irresponsable como la que ha provocado esta crisis. Por eso me comprometo a aprovechar esta oportunidad para proponer unas amplias reformas de nuestro sistema regulador y supervisor.
Todas nuestras instituciones financieras -en Wall Street y en todo el mundo- necesitan una vigilancia firme y unas normas que se atengan al sentido com¨²n. Todos los mercados deben tener criterios de estabilidad y un mecanismo de transparencia. Un marco s¨®lido de requisitos de capital deber¨ªa protegernos contra futuras crisis. Debemos atacar los refugios fiscales y el blanqueo de dinero.
Los abusos deben evitarse mediante la transparencia rigurosa y la responsabilidad, y los d¨ªas del descontrol tienen que acabar. En vez de unos parches que permitan conformarse con el m¨ªnimo com¨²n denominador, debemos ofrecer unos claros incentivos al buen comportamiento que fomenten una lucha por ser los mejores.
S¨¦ que Estados Unidos tiene su parte de responsabilidad por el caos en el que nos encontramos. Pero tambi¨¦n s¨¦ que no tenemos por qu¨¦ escoger entre un capitalismo ca¨®tico e implacable y una econom¨ªa dirigida por el Gobierno y opresiva. Es una alternativa falsa que no ayuda a nuestra gente ni a nadie.
Esta reuni¨®n del G-20 ofrece un foro para un nuevo tipo de cooperaci¨®n econ¨®mica mundial. Ha llegado la hora de trabajar todos juntos para restablecer el crecimiento sostenido que s¨®lo puede surgir de unos mercados libres y estables, capaces de aprovechar las innovaciones, apoyar el esp¨ªritu emprendedor y ofrecer oportunidades.
Todas las naciones del mundo tienen intereses entrelazados. Estados Unidos est¨¢ dispuesto a incorporarse a un esfuerzo mundial para obtener nuevos puestos de trabajo y un crecimiento sostenible. Juntos, podemos aprender las lecciones de esta crisis y labrar una prosperidad que sea duradera y segura para el siglo XXI.
? 2009 Global Viewpoint
Distribuido por Tribune Media ServicesTraducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Barack Obama es presidente de Estados Unidos.
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