Autocr¨ªtica sin comillas
Mientras la guerra del gallego (del idioma) devastaba la campa?a electoral, la Real Academia Galega distribu¨ªa sigilosamente en las librer¨ªas un completo informe sobre su situaci¨®n (a la del idioma, me refiero de nuevo, no a la de la Academia). El segundo volumen del Mapa Socioling¨¹¨ªstico de Galicia revela que el n¨²mero de hablantes monoling¨¹es en gallego hab¨ªa descendido en 2004 a un 16% de la poblaci¨®n frente al 30,5% de 1992. Paralelamente, el porcentaje de monoling¨¹es en castellano se duplic¨® en ese mismo periodo de un 13% a un 25,8%, sobre todo en las siete grandes ciudades, en las que son mayoritarios los que hablan s¨®lo castellano. Tambi¨¦n desvelaba el sorprendente detalle de que el 10,7% de los j¨®venes menores de 18 a?os no hab¨ªan tenido el menor roce escolar con el idioma propio de Galicia. Sorprendente porque esa virginidad contraviene la legislaci¨®n educativa aprobada precisamente hace 18 a?os. Y no parece que se deba a la incre¨ªble capacidad del alumnado para zafar.
Entrenador y plantilla deciden el sistema de juego, no los socios del club de f¨²tbol
De no ser por la modestia acad¨¦mica, el estudio quiz¨¢ podr¨ªa haber contribuido a atenuar la guerra ling¨¹¨ªstica, en el supuesto que se hubiese librado con argumentos y no con consignas. Pero el criptoinforme de la RAG tambi¨¦n apunta alguna de las claves de la victoria / derrota del 1 de marzo. Creo que fue William Booth, fundador y primer general del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n el que, cuando le preguntaron cu¨¢ndo se hab¨ªa consolidado la organizaci¨®n, respondi¨®: "Cuando los peri¨®dicos empezaron a escribir mi cargo de general sin ponerlo entre comillas".
La "imposici¨®n" del gallego en la ense?anza que aire¨® una organizaci¨®n (encabezada coherentemente por profesores), perdi¨® las comillas en la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n en una infinit¨¦sima parte del tiempo que tardaron en quit¨¢rselas al generalato de Booth. El jaleado movimiento, con la aquiescencia t¨¢ctica y entusiasta del PP, indujo en parte de las clases medias el temor a una posible intromisi¨®n en sus vidas perfectamente ajenas a la existencia del vern¨¢culo. A no poder, por ejemplo, ayudar a los ni?os en los deberes cuando preguntasen por qu¨¦ en "g¨²stame ben" el pronombre va detr¨¢s y en "non me gusta nada" va delante, por no hablar de que los reto?os les vinieran de clase hablando en gallego.
En el campo de los vencidos, la autocr¨ªtica sobre este aspecto concreto tiene bien poco de auto. El sector m¨¢s lerrouxista del PSOE dio sin m¨¢s la raz¨®n al PP. El no tanto, o le ech¨® la culpa al propio partido por ceder ante el BNG y / o al BNG por "imponer" su ideolog¨ªa. El resto de las corrientes no se pronunciaron. En el BNG, el documento en el que Quintana adelantaba su dimisi¨®n a la ejecutiva mencionaba como una de las razones de los malos resultados "la incapacidad, una vez m¨¢s, para leer acertadamente la evoluci¨®n espa?olizadora de una sociedad con unas clases medias cada vez m¨¢s distanciadas del proceso galleguizador del nacionalismo. Claro avance del proyecto ideol¨®gico del PP en amplias capas populares e incapacidad del nacionalismo para leer la nueva situaci¨®n, sobre todo en el tema ling¨¹¨ªstico".
Como no soy militante, ni de base ni de altura, de ninguna de las formaciones, ignoro c¨®mo sigue el debate en general, y si se est¨¢ produciendo. De lo que trasciende, en el PSdeG parece que todo se arreglar¨¢ con el nombramiento del nuevo equipo dirigente. En el BNG, parece que la parte interesante de la misiva del vicepresidente en funciones era ¨²nicamente la de que se iba. En ambos casos, te¨®ricamente todo est¨¢ en manos de la militancia. La socialista est¨¢ llamada a la ardua tarea de refrendar a Pachi V¨¢zquez. La nacionalista lo tiene m¨¢s crudo. No s¨®lo escoger el qui¨¦n, sino el c¨®mo, el para qu¨¦ y el hacia d¨®nde. De momento s¨®lo salen propuestas para el qui¨¦n.
No quisiera pecar de obseso de las nuevas tecnolog¨ªas, pero me parecen m¨¢s interesantes, enriquecedores y participativos algunos debates que se est¨¢n produciendo en Internet que lo que pueda salir de la reuni¨®n de cincuenta abnegados militantes dispuestos a pasarse cuatro o cinco horas dando vueltas a la noria en una sede, o de 3.000 metidos a discutir en un pabell¨®n polideportivo. Porque los socios de un club de f¨²tbol pueden y deben elegir a presidente y directivos, pero no hacer las alineaciones y decidir el sistema de juego. Son los entrenadores y los jugadores quienes pierden los partidos, y suya la responsabilidad de qu¨¦ hacer para ganarlos. Lo dem¨¢s es echarle la culpa al p¨²blico.
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