El valor de la pol¨ªtica democr¨¢tica
La pol¨ªtica democr¨¢tica necesita dignificarse y los pol¨ªticos, prestigiarse y legitimarse. Una serie de condiciones objetivas deben unirse a las personales para que esos fines puedan alcanzarse.
Entre las condiciones m¨ªnimas para situarse en escenarios respetables para la pol¨ªtica y los pol¨ªticos, encontraremos el rechazo de la violencia, que no sea uso de la fuerza leg¨ªtima a trav¨¦s del Derecho, el valor eminente de la vida humana y de su dignidad y el predominio de la conciencia sobre la potencia.
Es decisivo el escenario democr¨¢tico para la pol¨ªtica, y para los pol¨ªticos, a trav¨¦s de la existencia de unas reglas de juego que se?alen los valores, los principios y los derechos, y los procedimientos y las instituciones comunes que todas deben aceptar. Entre los principios sustanciales est¨¢n la libertad, la igualdad y la solidaridad, y entre los procedimentales, la seguridad, el pluralismo y los principios de las mayor¨ªas y de la negociaci¨®n.
Ocultar una corrupci¨®n en las filas propias supone una traici¨®n al inter¨¦s general
Sorprende que Rajoy respalde sin fisuras a los acusados de corrupci¨®n en el PP
Autores como Karl Mannheim, Ortega y Gasset o Benedetto Croce, entre otros, expresan de una forma u otra la dimensi¨®n moral, de ¨¦tica p¨²blica, de esos criterios comunes, y la necesidad de la presencia de los intelectuales para realzar desde las ideas las justificaciones de ese sistema como sistema preferible: en esos ¨¢mbitos, la pol¨ªtica est¨¢ cerca de la cultura. Croce en su Historia de Europa de 1932 se?alar¨¢ que los ideales de la libertad, en esas condiciones de dignidad intelectual, fortalecen sus esperanzas de un futuro de renovaci¨®n moral de la democracia. La siniestra presencia de los fascismos y de los leninismos fueron la otra cara que presagiaba un desastre moral para Europa y todo el mundo libre. No todo est¨¢ ganado ni siquiera hoy y debemos seguir estando vigilantes para evitar las nuevas formas de los fascismos y de los leninismos que envenenan a muchos desde su ideolog¨ªa del enemigo sustancial, ant¨ªtesis de la cultura democr¨¢tica.
Aunque vivan en democracia hay pol¨ªticos que no re¨²nen estas condiciones m¨ªnimas para actuar coherentemente en democracia y no s¨®lo deslucen los escenarios de la libertad, sino que los contaminan con nombres ajenos, y corrompen las formas y los contenidos. El juego sucio, la mentira, la dial¨¦ctica del odio y del amigo enemigo, la incapacidad para reconocer errores y para limpiar sus filas de corruptos, el t¨² m¨¢s, la t¨¦cnica de lanzar basura contra el adversario para tapar las faltas propias y vivir seg¨²n la pasi¨®n y no seg¨²n la raz¨®n son algunos signos de esa carencia de fundamentos m¨ªnimos para hacer pol¨ªtica en democracia.
Los pol¨ªticos pueden ser ide¨®logos o expertos como "creadores o transmisores de ideas y deconocimientos pol¨ªticos relevantes, y tambi¨¦n seg¨²n el papel que desempe?en en el contexto pol¨ªtico", seg¨²n las autorizadas reflexiones de Bobbio en su trabajo Intelectuales y poder. Los primeros se ocupan sobre todo de los principios y los segundos de los medios. Los unos act¨²an por valores y los otros por el objetivo a alcanzar. En los respectivos extremos est¨¢n los utopistas y los t¨¦cnicos. Unos y otros deben ser fieles al valor de la pol¨ªtica democr¨¢tica.
Tambi¨¦n encontraremos la traici¨®n y la deserci¨®n. Bobbio dir¨¢ que traicionar es pasarse al enemigo y desertar abandonar al amigo. Con la existencia de la corrupci¨®n que tambi¨¦n nos encontramos en pol¨ªticos y que puede afectar a todos, la traici¨®n y la deserci¨®n vienen a significar lo mismo. El corrupto a la vez traiciona y deserta de los ideales y de los valores de ¨¦tica p¨²blica que cada partido representa. Por eso resulta sorprendente la insistencia con la que Rajoy en Espa?a respalda sin fisuras a los miembros de su partido acusados de corrupci¨®n. Ninguna interpretaci¨®n de ese comportamiento puede avalar buena fe o lealtad. M¨¢s bien avala simpleza o complicidad.
Por otra parte, en las sociedades democr¨¢ticas el comportamiento de los pol¨ªticos debe ajustarse a la cultura laica que expresa el esp¨ªritu de la modernidad y que supone filosof¨ªas mundanas, idea de progreso, respeto al conocimiento racional, al saber y a la difusi¨®n de las luces humanas, frente a la fe, pluralismo y tolerancia. Desde estos criterios, la sociedad moderna vive el rechazo del adoctrinamiento y de la servidumbre, la defensa del disenso, el valor de la conciencia, el esp¨ªritu cr¨ªtico, el alejamiento de la violencia, la defensa de la paz, y el impulso de la inteligencia creadora.
As¨ª, la democracia no puede ser s¨®lo una formalidad, debe ser, tambi¨¦n, una realidad, gobierno del pueblo, participaci¨®n de los ciudadanos. Supone hacer desaparecer el vac¨ªo entre gobernantes y gobernados a trav¨¦s de la educaci¨®n para la libertad, la igualdad, la solidaridad y la seguridad. A trav¨¦s de esta educaci¨®n se desvelan los valores de la ¨¦tica p¨²blica y los comportamientos acordes con la ciudadan¨ªa y con los derechos humanos. Despu¨¦s de la sentencia del Tribunal Supremo de 11 de febrero de 2009, entre otras, queda el camino libre para la ense?anza en primaria, secundaria y bachillerato de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa y derechos humanos, sin excusas ni objeciones de conciencia que est¨¢n fuera de lugar.
Finalmente, unas ¨²ltimas observaciones necesarias en el escenario de la pol¨ªtica democr¨¢tica para que pueda ser el ideal del buen gobierno y que, a veces, se olvidan, incluso por defensores de la democracia. Se trata de la necesidad de que el poder en democracia sea visible, y que nada en la pol¨ªtica pueda situarse en el espacio del misterio y de la oscuridad. Aqu¨ª hablamos de lo p¨²blico no contrapuesto a lo privado sino a lo secreto. Bobbio habla en El futuro de la democracia como del "gobierno p¨²blico en p¨²blico". Las luces de la Ilustraci¨®n son el escenario adecuado de la democracia frente al oscurantismo del antiguo r¨¦gimen. El uso p¨²blico de la raz¨®n exige permanentemente la acci¨®n p¨²blica de todos los actos del soberano. Kant lo explicitar¨¢ en el segundo ap¨¦ndice de La Paz Perpetua con la formulaci¨®n del principio trascendental del Derecho p¨²blico que establece lo siguiente: "... Todas las acciones relativas al Derecho de los dem¨¢s hombres, cuya m¨¢xima no sea susceptible de publicidad son injustas...".
No hay democracia sin luz y taqu¨ªgrafos. Cada vez que se desvela un esc¨¢ndalo pol¨ªtico y se hace p¨²blico un comportamiento o unos hechos que hasta entonces eran secretos y permanec¨ªan en la oscuridad, se est¨¢ perpetrando un ataque serio contra los valores democr¨¢ticos. Los que celosamente defienden que nada malo pasa en sus filas pol¨ªticas para ocultar un esc¨¢ndalo, una corrupci¨®n, una malversaci¨®n, unos intereses privados contra el servicio p¨²blico, est¨¢n conscientes o inconscientes, y traicionando al inter¨¦s general y defendiendo imp¨²dicamente la autocracia y los arcana imperii. Si la democracia es el poder visible, el control del poder por la Constituci¨®n y por la ley, desde su trasparencia ante los ciudadanos, cualquier obst¨¢culo a esa m¨¢xima inexcusable traiciona lo m¨¢s valioso de nuestra convivencia libre. Es una traici¨®n a nuestras creencias comunes. En la pol¨ªtica espa?ola m¨¢s de uno, en los grandes partidos que nos gobiernan deber¨ªan recuperar los principios y huir de las malas pr¨¢cticas. Es necesaria una gran renovaci¨®n moral.
La pol¨ªtica democr¨¢tica o es moral o no ser¨¢.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
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