?Hasta qu¨¦ punto es teocr¨¢tico Ir¨¢n?
Jomeini instaur¨® un r¨¦gimen basado en una dualidad. Su Constituci¨®n da preponderancia a la 'sharia', pero tambi¨¦n incorpora la soberan¨ªa popular. Esto origina una feroz competencia entre grupos de poder
La revoluci¨®n de 1979 fue un momento hist¨®rico trascendental dentro de la crisis pol¨ªtica contempor¨¢nea iran¨ª. Cuando el ayatol¨¢ Jomeini y sus seguidores se hicieron con el poder, el 12 de febrero de 1979, predicaban que la revuelta contra la injusticia y la tiran¨ªa, y sobre todo el martirio, formaban parte del islam chi¨ª, y que los musulmanes deb¨ªan rechazar la influencia tanto de la superpotencia sovi¨¦tica como de la estadounidense en Ir¨¢n.
El ayatol¨¢ Jomeini elabor¨® e instaur¨® la ideolog¨ªa del Velayat-e faqih, seg¨²n la cual, los musulmanes precisaban de una "custodia" manifestada en el dominio o la supervisi¨®n de destacados jurisconsultos isl¨¢micos, como el propio Jomeini. Al quedar el poder en manos de los juristas musulmanes, el islam se ver¨ªa protegido de cualquier innovaci¨®n y desviaci¨®n, mediante la adherencia exclusiva a la ley musulmana tradicional, la sharia, con lo que se evitar¨ªa la pobreza, la injusticia y el saqueo de las tierras isl¨¢micas por parte de extranjeros imp¨ªos.
La Rep¨²blica Isl¨¢mica es ahora muy parecida a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de sus ¨²ltimos d¨ªas
Nadie sabe si el sistema evolucionar¨¢ hacia la democracia o se vendr¨¢ abajo en una revoluci¨®n
El texto redactado por la Asamblea de Expertos para la nueva Constituci¨®n iran¨ª cre¨® para Jomeini el poderoso cargo de L¨ªder Supremo, que, al mando del Ej¨¦rcito y de los servicios de seguridad, nombra tambi¨¦n a importantes cargos del Gobierno y de la judicatura. Pero cada cuatro a?os, seg¨²n esa misma Constituci¨®n, se elegir¨ªa un presidente mucho menos poderoso. Y a otro organismo teocr¨¢tico, el Consejo de Guardianes, se le otorg¨® capacidad de veto sobre los candidatos a presidente, a diputado y a miembro del organismo que elige al L¨ªder Supremo (la Asamblea de Expertos), as¨ª como sobre las leyes que aprobara el Parlamento.
Entre los pa¨ªses musulmanes, Ir¨¢n constituye el caso m¨¢s interesante. Es el ¨²nico ejemplo de Estado isl¨¢mico contempor¨¢neo instaurado gracias a una revoluci¨®n popular. Y ¨¦sta es la raz¨®n que explica la dualidad estructural de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n. Jomeini part¨ªa del modelo del pr¨ªncipe fil¨®sofo, dotado de una sabidur¨ªa y un conocimiento que est¨¢n por encima de la ley. Pero su interpretaci¨®n de la autoridad tuvo que adaptarse a las concepciones contempor¨¢neas occidentales. El resultado fue una Constituci¨®n que otorga preponderancia a la sharia y a una autoridad basada en la voluntad divina, pero que tambi¨¦n incorpora la voluntad y la soberan¨ªa populares.
Esta conjunci¨®n ha generado muchas contradicciones, sobre todo en lo tocante a aquellas leyes parlamentarias que chocan con la sharia y a la autoridad del jurisconsulto, que pasa por encima de las estructuras pol¨ªticas convencionales. De este modo, la revoluci¨®n dot¨® al Estado de apoyo popular, pero partiendo de dos fuentes de soberan¨ªa opuestas. En consecuencia, la Constituci¨®n iran¨ª se compone en realidad de dos constituciones: una, la que hace hincapi¨¦ en la autoridad y los derechos del pueblo, y la otra, la basada en el derecho eclesi¨¢stico, de origen divino.
Cualquier debate sobre la estructura de poder del r¨¦gimen isl¨¢mico iran¨ª y sobre la lucha entre las diferentes instituciones gira en torno a c¨®mo se percibe y aplica esa dicotom¨ªa. Lo que esto quiere decir es que el sistema pol¨ªtico de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n se caracteriza por una feroz competencia entre los grupos de poder. En la c¨²spide de su estructura se encuentra el L¨ªder Supremo, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, que en 1989 sustituy¨® al ayatol¨¢ Jomeini, padre de la Revoluci¨®n Iran¨ª. El L¨ªder Supremo es quien debe perfilar y supervisar las "pol¨ªticas generales de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n", lo cual significa que es quien marca la pauta y la direcci¨®n de las pol¨ªticas interna y exterior del pa¨ªs. Es el jefe m¨¢ximo de las Fuerzas Armadas y controla los servicios de informaci¨®n y de seguridad.
El Consejo de Guardianes -el L¨ªder Supremo elige a seis de sus 12 miembros- tiene autoridad para interpretar la Constituci¨®n y determina si las leyes aprobadas por el Parlamento respetan la sharia. En consecuencia, tambi¨¦n puede ejercer su veto sobre el Parlamento. El Consejo examina tambi¨¦n a los candidatos a la presidencia y al poder legislativo, decidiendo si es leg¨ªtimo que concurran a las elecciones.
La Asamblea de Expertos, que se re¨²ne durante una semana al a?o, elige al L¨ªder Supremo y se compone de 86 cl¨¦rigos "virtuosos y eruditos", elegidos popularmente por periodos de ocho a?os. Muchos analistas comparan esta Asamblea de Expertos con el Colegio Cardenalicio del Vaticano. En 1988, el ayatol¨¢ Jomeini cre¨® asimismo el Consejo de Idoneidad, encargado de mediar entre el Consejo de Guardianes y el Parlamento en caso de disputa. El L¨ªder Supremo nombra a todos los miembros del Consejo de Idoneidad, que a su vez sirve como organismo asesor del primero.
El Parlamento iran¨ª es un ¨®rgano legislativo unicameral con 290 miembros elegidos mediante sufragio cada cuatro a?os. Cada diputado representa a una circunscripci¨®n de car¨¢cter geogr¨¢fico. El Parlamento presenta y aprueba leyes que finalmente son revisadas y refrendadas por el Consejo de Guardianes, y tiene tambi¨¦n capacidad para destituir a los ministros y aprobar el Presupuesto del Estado.
Por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, est¨¢ el presidente del pa¨ªs, segunda instancia en relevancia de Ir¨¢n. Elegido por sufragio universal para un periodo de cuatro a?os, nombra y supervisa el Gobierno y coordina sus decisiones. Tambi¨¦n establece las pol¨ªticas econ¨®micas del pa¨ªs, pero no controla a las Fuerzas Armadas.
Con la elecci¨®n de Mohamed Jatam¨ª se inici¨® una nueva fase en el pulso por el poder en la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Su arrolladora victoria en los comicios de 1997 fue un paso positivo en el camino hacia la soberan¨ªa popular. Ese a?o, la participaci¨®n entusiasta de una nueva generaci¨®n de votantes increment¨® la presi¨®n para alcanzar un mayor pluralismo pol¨ªtico.
Poca duda cabe de que la elecci¨®n de Jatam¨ª y sus ocho a?os en la presidencia popularizaron el discurso de la democracia en Ir¨¢n, abriendo de nuevo el debate sobre su democratizaci¨®n. Pero con la victoria del candidato ultraconservador Mahmud Ahmadineyad en los comicios presidenciales de 2005, pr¨¢cticamente todos los organismos e instituciones del poder, electivos o no, quedaron en manos de ultraconservadores.
Ahmadineyad ha conservado importantes activos pol¨ªticos, de los que sin duda el m¨¢s relevante ha sido el fervor nacionalista nacido del programa nuclear iran¨ª, aunque se le acusa de excesiva audacia en su agresivo tono respecto a Israel y en su discurso de negaci¨®n del Holocausto. En sus primeros cuatro a?os practic¨® cierto populismo pol¨ªtico, pero en los ¨²ltimos meses ha sido muy censurado por su gesti¨®n ante el aumento de la inflaci¨®n y el desempleo, causantes de un creciente descontento popular. Las cr¨ªticas recibidas por Ahmadineyad no s¨®lo han salido de las filas reformistas, sino que las han expresado pol¨ªticos conservadores que parecen haber perdido la paciencia con ¨¦l.
El Ir¨¢n actual es muy parecido a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de sus ¨²ltimos d¨ªas. La ideolog¨ªa revolucionaria se ha agotado, los j¨®venes iran¨ªes est¨¢n desencantados, el movimiento reformista no ha logrado responder a las demandas populares y pr¨¢cticamente todos los a?os se registran en las grandes ciudades del pa¨ªs disturbios espont¨¢neos y muestras de descontento. Sin embargo, 30 a?os despu¨¦s de las revueltas que derrocaron al sha y su r¨¦gimen, los iran¨ªes carecen de una organizaci¨®n que aglutine sus distintas aspiraciones.
Nadie sabe si la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n evolucionar¨¢ hacia la democracia o si se vendr¨¢ abajo en medio de una revoluci¨®n. Para la gran mayor¨ªa de los iran¨ªes que viven dentro del pa¨ªs, ya de por s¨ª desencantados con una revoluci¨®n y v¨ªctimas durante ocho a?os de la brutal guerra con Irak, la evoluci¨®n pac¨ªfica ser¨ªa la opci¨®n m¨¢s ventajosa. Y sea como sea, para la generaci¨®n m¨¢s joven, ese 70% de la poblaci¨®n menor de 30 a?os, el cambio tendr¨¢ que llegar tarde o temprano, porque est¨¢ buscando trabajo, libertad y oportunidades.
En esta tesitura, ?podr¨¢ la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n superar su identidad ideol¨®gica, dejando espacio para la soberan¨ªa popular, o, por el contrario, el mandato divino del Velayat-e-Faqih acabar¨¢ con cualquier esperanza de una transici¨®n democr¨¢tica en Ir¨¢n? ?sta es la pregunta clave a la que tendr¨¢n que responder los analistas de la Revoluci¨®n Iran¨ª.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
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