Eulalio Ferrer Rodr¨ªguez, escritor y mecenas exiliado
Fue bibli¨®filo y acad¨¦mico de la Lengua en M¨¦xico
De las heroicas y terribles historias del exilio, la del escritor, acad¨¦mico de la Lengua en M¨¦xico y publicista Eulalio Ferrer Rodr¨ªguez (Santander, 1921) deber¨ªa leerse en las escuelas. Ser¨ªa el mejor homenaje a eso que algunos llaman de mala manera "la memoria hist¨®rica". Una productora francesa prepara una pel¨ªcula sobre su paso por los campos de concentraci¨®n adonde el Gobierno del Frente Popular franc¨¦s arroj¨®, inmisericorde, a los vencidos en la guerra incivil espa?ola. Ferrer estuvo un a?o en el de Argel¨¨s-sur-Mer y public¨® el libro Entre alambradas, para dejar constancia de la infamia. Muri¨® anteayer en M¨¦xico -madruga-da de ayer, 25 de marzo, hora peninsular espa?ola-, sin realizar su sue?o de ver en im¨¢genes lo que all¨ª vivi¨® y sufri¨®.
En un campo de concentraci¨®n cambi¨® sus cigarros por un Quijote
Hay varias estampas impresionantes en ese relato, pero destaca la escena en la que los protagonistas son el poeta Antonio Machado y su anciana madre. Ferrer lo recordaba as¨ª, ya con 88 a?os, en conversaci¨®n con EL PA?S. "Era como el mediod¨ªa y llegamos a Banyuls. Yo iba con un amigo, capit¨¢n como yo, pero de mayor edad. Los mutilados de guerra estaban en las cunetas de los alrededores del pueblo; los heridos, tirados en el suelo, esperaban transportes. Sentado en un banco, con la ropa vieja y arrugada, estaba Machado, con su inseparable sombrero. Apoyaba sus manos en un bast¨®n y sobre el hombro se acurrucaba una viejecita, cubierta con una manta sucia. Nos acercamos y le preguntamos qu¨¦ hac¨ªa. 'Espero a mi hermano Pepe para que nos lleve a Colliure'. Hablaba trabajosamente, como diciendo: '?V¨¢yanse...! Me duele hablar'. La madre, con la mirada perdida, parec¨ªa m¨¢s muerta que viva. Les entregu¨¦ mi capote militar para que se arroparan. Machado hizo un adem¨¢n con la mano y le dijo a mi compa?ero: 'Si ven a mi hermano, d¨ªganle que venga, que ya me cans¨¦ de esperarlo...".
Pero Eulalio Ferrer es mucho m¨¢s que unos libros sobre la memoria de la terrible Guerra Civil. Capit¨¢n del Ej¨¦rcito de la Rep¨²blica con apenas 19 a?os, hab¨ªa destacado antes como dirigente de las Juventudes Socialistas en Santander, donde su padre era tip¨®grafo y corrector en un peri¨®dico local. Ya en M¨¦xico, en 1940 trabaj¨® en la revista Mercurio, donde lleg¨® a director. En 1946 fund¨® la agencia Asuntos Modernos, que en 1960 pas¨® a llamarse Publicidad Ferrer y fue durante d¨¦cadas la empresa publicitaria m¨¢s importante de M¨¦xico, con oficinas en Nueva York, entre otras grandes ciudades.
Pero Ferrer fue sobre todo un hombre de la cultura y el pensamiento, y un gran mecenas. Su vocaci¨®n naci¨® cuando cambi¨® sus cigarrillos por un libro en el campo de concentraci¨®n. Un soldado barbudo gritaba entre los refugiados: "?Cambio tabaco por libro!". El libro era el Quijote, en edici¨®n de Calleja de 1906. Como no ten¨ªa almohada, fue su soporte de noche, y su lectura. Ah¨ª naci¨® su pasi¨®n de bibli¨®filo. Su Museo Iconogr¨¢fico cervantino es el m¨¢s importante del mundo. Re¨²ne 850 piezas: pinturas, esculturas, grabados, porcelanas y obras de importantes artistas internacionales. Todo lo don¨® a M¨¦xico, en agradecimiento por la acogida del pa¨ªs al exilio republicano.
Su bibliograf¨ªa, con m¨¢s de 35 t¨ªtulos, incluye El lenguaje de la publicidad, De la lucha de clases a la lucha de frases e Informaci¨®n y comunicaci¨®n, entre otros. Su primera incursi¨®n en la ficci¨®n, la novela H¨¢blame en espa?ol, se present¨® el verano pasado en Madrid.
Rico empresario y escritor de ¨¦xito en M¨¦xico, hasta llegar a la Academia Mexicana de la Lengua, Ferrer no olvid¨® sus ra¨ªces santanderinas. No pudo regresar a Espa?a hasta 1969. El periodista falangista Rodrigo Royo le garantizaba con diversas gestiones que no ser¨ªa molestado. Lo primero que hizo cuando lleg¨® a Santander fue visitar el cementerio local para desparramar claveles en la campa donde los asesinos de la posguerra enterraban a sus v¨ªctimas como a animales, por miles. "?Qu¨¦ hace usted?", le increp¨® el vigilante. "Echo claveles sobre mi tumba". "?Pero usted est¨¢ vivo!". "S¨ª; pero si no llego a irme, estar¨ªa enterrado aqu¨ª".
Varios polic¨ªas secretas le vigilaban. Iban a quedarse pasmados. Por la tarde, Ferrer fue llamado al Gobierno Civil, no para ser torturado, sino para dar conversaci¨®n al gobernador, informado de la biograf¨ªa del visitante, y para recibir invitaciones al mejor palco del Festival Internacional de Santander.
Varias distinciones
A?os m¨¢s tarde recibi¨®, entre otras distinciones, la medalla de oro de Cantabria, el t¨ªtulo de hijo predilecto de Santander y el doctorado honoris causa de la Universidad de Cantabria. Volv¨ªa cada a?o un par de veces a Santander, donde presid¨ªa el premio Men¨¦ndez Pelayo, del que es mecenas. Tambi¨¦n era patr¨®n del Instituto Cervantes y patr¨®n de honor de la Fundaci¨®n Bruno Alonso.
Pese a sus terribles peripecias de juventud, dec¨ªa que la vida le hab¨ªa dado muchas satisfacciones. No pocas las atribu¨ªa a haber perdido una guerra. M¨¦xico, a sus 19 a?os, fue una liberaci¨®n para ¨¦l. El primer amor con sexo; la primera empresa -una revista que hac¨ªa de cabo a rabo: textos, publicidad, reparto, cobro-; el primer autom¨®vil, que le cost¨® el carn¨¦ del PSOE -su padre le dijo: "T¨² eres un burgu¨¦s. No se te ocurra volver por el partido"-; y el orgullo de sus amigos, cuando ya era patr¨®n de grandes empresas de comunicaci¨®n y pod¨ªa dedicarse a mecenas, "por el placer de compartir". "A veces me preguntan cu¨¢nto he gastado en el Museo Iconogr¨¢fico del Quijote, o en patrocinar premios, por ejemplo. Les digo: una casa en Nueva York, otra en Par¨ªs, otra en Madrid, y un yate en el puerto de Santander. No tengo eso, pero me siento bien pagado".
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