A la espera de la primera derrota
El PP aprovecha el enfado del PNV tras los comicios vascos para aislar al PSOE en el Congreso. Es chocante que el nacionalismo espa?ol se al¨ªe ahora con los nacionalistas vascos y catalanes para abatir a Zapatero
Nueve de la noche del martes 17 de marzo. El pleno del Congreso vota las Proposiciones y las Mociones que se han debatido durante la tarde. Los portavoces de la oposici¨®n, la prensa, llevan anunciando desde primeros de mes que el Partido Socialista se ha quedado solo en el Parlamento y todos esperan la primera derrota.
En ese momento votamos una Proposici¨®n No de Ley del Partido Popular. "Es en ¨¦sta", comenta alguien. Al parecer, es aqu¨ª donde los socialistas vamos a perder nuestra primera votaci¨®n. Me digo a m¨ª mismo que la memoria es flaca, que ya hemos perdido unas cuantas votaciones en ¨¦sta y en la pasada legislatura. Me vienen las im¨¢genes de las negociaciones con los portavoces de los otros grupos para conseguir su voto en cada tr¨¢mite del Pleno o de las comisiones. Al fin y al cabo hay que tener un master en estrategia y en psicolog¨ªa para negociar cada votaci¨®n cuando no se tiene mayor¨ªa absoluta, y tambi¨¦n hay que tener un doctorado en humildad.
El PSOE ha optado por el cambio en Euskadi y descartado lo c¨®modo, apoyar a Ibarretxe
Espa?a es un pa¨ªs plural, y sus comunidades tambi¨¦n son plurales en su interior
La voz de Mamen S¨¢nchez, la portavoz adjunta del Grupo Socialista, me saca de mis pensamientos, anuncia el sentido de nuestro voto: "No". Adelanto mi cuerpo para ver su mano alzada mostrando tres dedos, en efecto he o¨ªdo bien, tres dedos significa voto negativo. Pulso la tecla y espero unos segundos, miro de nuevo para asegurarme de que he votado correctamente; no nos podemos equivocar. Nadie hace bromas como otras veces, todos estamos expectantes.
Finalmente se ilumina el panel de votaci¨®n: hemos ganado por tres votos. Se escucha un rumor de alivio. Alguien pregunta con sorna: "?D¨®nde estaba Rajoy?", y nos saca una sonrisa. Tampoco esta vez estaba Rajoy all¨ª para llevar a los suyos a la victoria.
Todav¨ªa no hemos perdido una votaci¨®n en el pleno desde el 1 de marzo, pero la prensa de la derecha ya escribe editoriales diciendo que donde las dan las toman, y los partidos nacionalistas preguntan al presidente por su soledad parlamentaria.
En las tertulias hay hasta quien especula con un adelanto electoral. Igual que lo llevan haciendo, por diferentes motivos, desde que ganamos las elecciones en 2004. Las certezas de la aritm¨¦tica ocupan el espacio de la pol¨ªtica en las conversaciones.
Sin embargo, es la pol¨ªtica, y no la aritm¨¦tica, la que puede arrojar luz sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el Parlamento. En efecto, los resultados electorales del 1 de marzo en el Pa¨ªs Vasco son un elemento importante para entender las nuevas dificultades del Grupo Socialista para recabar apoyos parlamentarios. Los resultados de las elecciones vascas permit¨ªan aritm¨¦ticamente una c¨®moda soluci¨®n al PSOE para afrontar el resto de la legislatura en el Congreso de los Diputados. Bastaba con apoyar en Vitoria un Gobierno encabezado por el se?or Ibarretxe a cambio de que el PNV apoyara en Madrid al PSOE.
En lugar de eso, los socialistas hemos optado por aprovechar esta oportunidad excepcional y presentar la candidatura de Patxi L¨®pez a lehendakari del Gobierno vasco. Lo hemos hecho porque consideramos m¨¢s importante, para la sociedad vasca en particular y para Espa?a en general, dar una oportunidad a un Gobierno no nacionalista en el Pa¨ªs Vasco que garantizarnos una mayor¨ªa c¨®moda en el Congreso de los Diputados.
?C¨®mo se llama, en las presentes circunstancias, a que el Partido Popular sume sus votos al Partido Nacionalista Vasco para decir que Zapatero est¨¢ solo? La misma derecha que se envuelve en la bandera espa?ola, la misma derecha que usa sin pudor a las v¨ªctimas del terrorismo, la que se ha pasado las ¨²ltimas legislaturas alentando a un tiempo el nacionalismo y el miedo al nacionalismo, la que ha denunciado los estatutos de autonom¨ªa no en funci¨®n de sus contenidos, sino en funci¨®n de las comunidades aut¨®nomas a los que se refer¨ªan, es la que suma sus votos a los partidos nacionalistas cada vez que le conviene.
Lo hace ahora aprovechando que el PSOE sacrifica recursos como partido en el altar de los intereses generales de Espa?a, unos intereses que la derecha invoca tanto como desprecia. Lo hace para simbolizar la debilidad parlamentaria del Gobierno Zapatero, pero lo que simboliza de verdad es su debilidad pol¨ªtica, la que nace de la escandalosa inconsistencia entre sus actos y sus palabras. Una debilidad que s¨®lo ingentes cantidades de cinismo y de dinero pueden disimular.
Es dif¨ªcil que la derecha pueda explicar a la sociedad espa?ola su comportamiento. No somos los socialistas quienes hemos demonizado a los nacionalismos. Los socialistas hemos entendido muy bien que, mal que le pese al nacionalismo espa?ol, Espa?a es un pa¨ªs plural; y que, mal que les pese a los nacionalismos perif¨¦ricos, sus comunidades tambi¨¦n son plurales en su interior. Por eso hemos cultivado el pacto y el di¨¢logo con todos. Porque s¨®lo con el pacto y el di¨¢logo se puede convivir en un pa¨ªs tan diverso en su composici¨®n y tan plural en la expresi¨®n pol¨ªtica de su diversidad. Convendr¨ªa preguntarse por qu¨¦ el PNV y el PP est¨¢n dispuestos a gobernar con el PSOE en el Pa¨ªs Vasco. Quiz¨¢ en la respuesta se encuentre la raz¨®n del ¨¦xito de Patxi L¨®pez all¨ª donde otros fracasaron.
El PP construy¨® su soledad negando la legitimidad de los dem¨¢s, demonizando al nacionalismo democr¨¢tico y a quienes dialog¨¢bamos y lleg¨¢bamos a acuerdos con dicho nacionalismo. Su soledad nace de la negaci¨®n del otro; en ocasiones, de cualquier otro.
A diferencia del PP, los socialistas consideramos al PNV un partido con el que es leg¨ªtimo pactar, aunque pensemos que no es conveniente para los intereses de la sociedad vasca y el resto de la sociedad espa?ola pactar para consolidar al se?or Ibarretxe. Si hemos conseguido romper la pol¨ªtica de bloques en el Pa¨ªs Vasco, si Patxi L¨®pez ha triunfado all¨ª donde Mayor Oreja fracas¨®, es porque respetamos y apreciamos lo que significa el PNV.
Hoy, aprovechando que el PSOE trabaja en Vitoria para alejar el fantasma del plan Ibarretxe, el PP est¨¢ dispuesto a hacer palanca con el PNV y CiU en Madrid para debilitar al Gobierno de Zapatero; y no le faltan p¨ªcaros para vender a la sociedad el traje invisible de la justificaci¨®n de semejante contradicci¨®n.
Es posible que para ciertas ¨¦lites nacionalistas, de nacionalismo espa?ol o perif¨¦rico, y para un peque?o sector de la sociedad, resulte una buena estrategia unir las fuerzas del nacionalismo espa?ol y del nacionalismo vasco y catal¨¢n para desalojar de las instituciones al partido que mejor ha sabido facilitar la convivencia y el acuerdo entre diferentes. Pero su capacidad de acuerdo se acaba ah¨ª. Luego s¨®lo ofrecen un buen conflicto, aderezado con la amenaza constante del choque de trenes, con propuestas neocentralistas e independentistas.
?sa es la experiencia que tuvimos entre 2000 y 2004, despu¨¦s de que el se?or Aznar aprendiera catal¨¢n y se diera la vuelta como un calcet¨ªn ante un Arzallus encantado con la flexibilidad del l¨ªder de la derecha. Para ellos todo armisticio se limita a ganar fuerzas para atacarse mejor.
Conoceremos derrotas parlamentarias, ya las hemos tenido. Es lo que pasa cuando no se tiene mayor¨ªa absoluta. Un d¨ªa de estos, el sentido del voto que nos indique Mamen S¨¢nchez y el resultado del panel de votaci¨®n no coincidir¨¢n. Entonces habr¨¢ aplausos en los bancos de la derecha y en algunos despachos de gente muy poderosa de nuestro pa¨ªs.
Ese d¨ªa la brillante y elemental aritm¨¦tica de su victoria parlamentaria les impedir¨¢ ver con claridad la magnitud de su derrota pol¨ªtica.
Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora es diputado y miembro de la Ejecutiva del PSOE.
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