La hermana de Sherezade
Cada palabra que no sab¨ªa, y ya no era tan ni?a, Clara Us¨®n (Barcelona, 1961) se la apuntaba en la mano con bol¨ªgrafo. La piel llena. Leer, escribir, se hab¨ªan convertido en una obsesi¨®n compulsiva, quiz¨¢ desde ese viaje que con 12 a?os hizo a C¨®rcega, adonde se llev¨® un c¨®mic del Pato Donald y los cuentos de Ch¨¦jov, edici¨®n de Aguilar, 1957. "Lo deb¨ª de escoger por su peque?o tama?o", dice mientras lo muestra, recuperado tras a?os de creerlo perdido en la frondosa biblioteca familiar que explor¨® con inusual libertad.
Como su progenitor, acab¨® siendo abogada, pero algo no iba bien. "Empec¨¦ ya la carrera pensando que no s¨¦ qu¨¦ se me cruzar¨ªa en el camino y me har¨ªa cambiar. Pero acab¨¦, y acab¨¦ ejerciendo". Algo se interpuso, efectivamente: a la Facultad iba poco, s¨®lo a pillar apuntes y tambi¨¦n costo, droga que con los a?os se apoder¨® de todo, ella colgada de un m¨²sico, anor¨¦xica avant la lettre, con la est¨¦tica vamp¨ªrica del yonqui. Tanto que ni esas horas ara?adas a la madrugada y que dieron con su primer libro, Las noches de San Juan (Premio Femenino Lumen 1998), la sacaron del abismo. "Estaba muy mal, no pod¨ªa ni teclear". Un paso por un centro de desintoxicaci¨®n la convirti¨® en superviviente: "Sal¨ª consciente de que ten¨ªa una vida en pr¨¦stamo, por lo que decid¨ª renunciar a todo y escribir". Y vendi¨® hasta el piso. Desde entonces vive "de forma temeraria, todo lo gasto en novelas; no s¨¦ c¨®mo pagar¨¦ las facturas; quiz¨¢ escribiendo un manual de econom¨ªa kamikaze".
Sobriedad sueca destila su piso: no hay tele y la biblioteca es eximia ("tengo 40 cajas de libros, pero en este piso no caben"), pero de entre el desorden s¨®lo salen exquisiteces: Borges, Flaubert, Cheever, Carver y su Ch¨¦jov. Poco espa?ol: Javier Mar¨ªas, domador del idioma, el que m¨¢s. No hay, dice, quien aguante el XIX patrio: "Sonroj¨®se la celt¨ªbera', escribe Gald¨®s. ?No suena garbancero? ?C¨®mo seguir ley¨¦ndole?". Quiz¨¢ por eso el Ulises de Joyce fue le¨ªdo dos veces y ahora van cuatro de Ana Karenina.
Lejos de un manual de econom¨ªa, las lecturas de Us¨®n se han traducido en veloces novelas: Primer vuelo (2001), El viaje de las palabras (2003), Perseguidoras (2007), a cada cual m¨¢s depurada, seg¨²n la cr¨ªtica, hasta llegar a Coraz¨®n de napalm, premio Biblioteca Breve y paseo por el amor y la muerte de la generaci¨®n de los a?os ochenta, cruelmente castigada por la felicidad de la inconsciencia, las drogas y la promiscuidad que mud¨® en sida. Y eso que lo ten¨ªan todo. "Por eso fracas¨®: fuimos los primeros espa?oles nuevos ricos de libertad y prosperidad, envueltos de una euforia hedonista que llega hasta hoy, que pagamos con la crisis y que el arte ha resumido con su p¨¦rdida de valores... Hasta con las drogas fuimos pardillos: lo que en Europa estall¨® en los sesenta, aqu¨ª lleg¨® mucho m¨¢s tarde, sin conocerlas ni pensar en sus consecuencias". Y ah¨ª llega la culpa, leitmotiv en su obra. "Me interesa ver c¨®mo un acto cometido en un momento de inconsciencia o rabia acaba con terribles consecuencias. ?C¨®mo llevar eso?".
Habla como escribe, prosa cada vez m¨¢s desnuda, b¨²squeda del Ch¨¦jov-Dios. "No se puede tardar hoy dos p¨¢rrafos en describir algo, el culto al king size tipo Foster Wallace es rid¨ªculo; el estilo puede ser una trampa: la literatura espa?ola est¨¢ llena de patinadores torpes con la mala prosa de las traducciones anglosajonas de hoy".
Esa estructura filiforme y f¨¦minas tan duras como los hombres -"las retrato sin maquillaje; est¨¢ lleno de arp¨ªas; ?por qu¨¦ nos idealizan?"- marcan la obra de una mujer que admite que la droga "es ¨¢cido sulf¨²rico para los recuerdos", por lo que de otros tiempos le quedan pocas certezas (la m¨²sica de David Bowie y Sid Vicious) y de las construidas ahora, "que no somos mejores que nuestros padres". Tambi¨¦n que debe seguir puliendo su escritura ("tengo tres novelas in¨¦ditas, de las que s¨®lo he rescatado el personaje de Fede para Coraz¨®n de napalm") para atrapar al lector: "Mi reto es el de Sherezade". Y as¨ª ara?ar un d¨ªa m¨¢s con vida.
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