Diputados y pluriempleo
Algunos parlamentarios no se aplican a s¨ª mismos la transparencia que exigen al resto
El pasado jueves, 90 diputados se negaron a avalar los informes de la Comisi¨®n del Estatuto del Diputado en los que se autorizaba a 79 parlamentarios a desempe?ar ocupaciones extraparlamentarias, como excepci¨®n tolerada al principio general de dedicaci¨®n exclusiva. Eran votos de protesta contra el velo de secretismo y opacidad que viene cubriendo la permisividad en materia de incompatibilidades.
Es un lugar com¨²n, no exento de fundamento, argumentar que los cargos p¨²blicos deben ser personas capaces de ganarse la vida al margen de la pol¨ªtica y no profesionales de esa actividad que no han hecho otra cosa en su vida. Pero ocurre que, con ese argumento, bastantes de esos profesionales de la pol¨ªtica, incluyendo diputados del Congreso, se dedican a la vez a ocupaciones extraparlamentarias remuneradas no relacionadas con su cargo p¨²blico: para obtener sobresueldos o para cubrirse la retirada.
La Ley Electoral establece que el cargo de diputado es incompatible con el desempe?o de cualquier otro puesto, profesi¨®n o actividad retribuida, p¨²blica o privada. Pero la norma deja abierta la posibilidad de compatibilizar ese desempe?o con ciertas actividades, siempre que no impliquen relaci¨®n contractual con las administraciones p¨²blicas. Desde hace a?os, algunos grupos vienen denunciando que en la pr¨¢ctica la excepci¨®n se ha convertido en regla gracias a la excesiva flexibilidad con que es interpretada por la mayor¨ªa de la C¨¢mara y, sobre todo, al secretismo y falta de mecanismos de verificaci¨®n que preside su aplicaci¨®n.
No tiene f¨¢cil justificaci¨®n que el informe completo de la Comisi¨®n s¨®lo sea conocido por los portavoces de cada grupo, y no por todos los diputados; ni que las posibilidades de conocer p¨²blicamente las declaraciones presentadas por los diputados est¨¦n sometidas a cautelas que hacen imposible en la pr¨¢ctica darlas a conocer. Algo que contrasta vivamente con el entusiasmo que suscita la transparencia de los usos pol¨ªticos estadounidenses, por ejemplo, a la hora de verificar la idoneidad de cualquier cargo p¨²blico.
A la vista de algunas de las declaraciones que estos d¨ªas han aflorado, rompiendo la barrera del secreto, hay que dar la raz¨®n a los 90 diputados que se negaron a votar a ciegas por la compatibilidad de las lucrativas actividades no remuneradas de conocidos y no tan conocidos diputados de diversas formaciones.
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