La perplejidad de Darwin
Durante los pr¨®ximos meses asistiremos a la publicaci¨®n de varias ediciones conmemorativas de los 150 a?os de El origen de las especies, que se dio a las prensas cuando su autor, Charles Darwin, iba a cumplir 50. Es justo que sea as¨ª. De la carism¨¢tica trinidad progre (Darwin, Marx, Freud), ninguno ha podido derrotar al tiempo como el primero.
Aunque quedan algunos detalles por ajustar que no afectan a su esencia, la teor¨ªa de la evoluci¨®n ha sido verificada hasta la saciedad desde el registro f¨®sil a la gen¨®mica comparativa, y hoy es un hecho cient¨ªfico tan indiscutible como la existencia de los ¨¢tomos o la de los agujeros negros. Indiscutible, pero no indiscutido. Las Iglesias cristianas, jud¨ªas y musulmanas no pueden aceptar la teor¨ªa de la evoluci¨®n porque, seg¨²n sus libros santos, un dios primordial omnipotente y omnisciente lo cre¨® todo en seis d¨ªas (o en seis mil millones de a?os, que en lo de la cronolog¨ªa los cl¨¦rigos m¨¢s espabilados se apuntan a la met¨¢fora).
Como la ciencia ha desmontado el relato del G¨¦nesis, se han inventado lo del dise?ador inteligente
El aparato reproductor es una galer¨ªa de chapuzas y un campo minado
Acuciados por los descubrimientos cient¨ªficos que han ido desmontando, pieza a pieza, la narraci¨®n del G¨¦nesis y todos los mitos de creaci¨®n existentes, ciertos fundamentalistas religiosos han propuesto, como explicaci¨®n "cient¨ªfica" alternativa a la evoluci¨®n, la existencia de un dise?ador inteligente, en un remake de la vieja narraci¨®n b¨ªblica, pero sustituyendo al Anciano de los D¨ªas por, digamos, un Enric Satu¨¦ o un Alberto Coraz¨®n todopoderosos.
La teor¨ªa de Darwin se asienta en cuatro pilares fundamentales: la evoluci¨®n, el gradualismo (con las matizaciones de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge), la especiaci¨®n y la selecci¨®n natural.
A estos cuatro pilares, el profesor Jerry A. Coyne, que acaba de publicar un libro titulado Why Evolution is True, a?ade un quinto que me parece irrefutable: "La imperfecci¨®n es la marca de la evoluci¨®n, no la del dise?o consciente". En efecto, la evoluci¨®n produce criaturas imperfectas, inacabadas. Los mecanismos evolutivos han dotado al kiwi de unas alas sin funci¨®n; la mayor¨ªa de las ballenas conservan vestigios de pelvis y huesos de las patas como recuerdo de su pasado de cuadr¨²pedos terrestres; los humanos contamos con m¨²sculos para accionar una cola ya desaparecida, erizar plumas de las que no disponemos (la "carne de gallina") o mover c¨®micamente las orejas.
Por no hablar del famoso ap¨¦ndice, muy ¨²til para que nuestros abuelos primates pudieran hacer fermentar las hojas de los ¨¢rboles y transformar su celulosa en az¨²cares. ?Qu¨¦ funci¨®n desempe?a en los humanos aparte de ponerles, a veces, en riesgo de muerte? Tal vez el dise?ador inteligente haya sidoun cirujano avispado. ?Sab¨ªan ustedes lo del nervio lar¨ªngeo de los mam¨ªferos?
Yo tampoco, pero el profesor Coyne lo explica de maravilla: el tal nervio interviene en la fonaci¨®n, pero en vez de ir directamente del cerebro a la laringe, desciende hasta el pecho, gira alrededor de la aorta y regresa a la laringe en un recorrido tres veces mayor del necesario. Fascinante. Pues ese nervio hace lo mismo en las jirafas, bajando y subiendo por su cuello como un taxista sin GPS. Ninguna deidad que se precie ser¨ªa tan despistada. Lo que sucede es que el nervio lar¨ªngeo procede de los arcos branquiales de nuestros antepasados, los peces, y all¨ª s¨ª cumpl¨ªan una funci¨®n.
El aparato reproductor de los humanos es una galer¨ªa de chapuzas y un campo minado.
?Por qu¨¦ los test¨ªculos no se forman directamente fuera del cuerpo, donde la temperatura es adecuada para los espermatozoides? Se forman en el abdomen, y cuando el feto tiene unos siete meses emigran al escroto a trav¨¦s de los canales inguinales, debilitando las paredes abdominales con el riesgo de causar hernias, a veces mortales. La uretra est¨¢ muy mal dise?ada, porque pasa por medio de la pr¨®stata, y cuando ¨¦sta se inflama dificulta o impide la micci¨®n.
Las mujeres paren a trav¨¦s de la pelvis en un proceso doloroso e ineficaz, porque es demasiado estrecha (por necesidades de la locomoci¨®n bipedal) para un cr¨¢neo que ha debido ensancharse para acoger el crecimiento del cerebro. Desde luego, el dise?ador inteligente no era una mujer. Y ya que estamos hablando de los bajos, si usted fuera dise?ador, ?habr¨ªa colocado una planta procesadora de residuos junto a un parque de atracciones?
Pero adem¨¢s, Darwin ya previ¨® algo extra?o en la selecci¨®n natural, y es que no siempre act¨²a en bien de la especie. A veces la evoluci¨®n puede producir resultados ¨²tiles para un individuo, pero perjudiciales para la especie en su conjunto. He aqu¨ª un ejemplo fastuoso aportado por el genio de Forges (EL PA?S, 22 de febrero): en el dibujo aparece un obispo o cardenal (?Rouco? ?Camino?) de gesto avinagrado que Darwin observa entre perplejo y azorado. ?Por qu¨¦ raz¨®n?
Porque ve, como Forges y como yo, que aqu¨ª la selecci¨®n natural no ha jugado en favor de la especie.
Si la selecci¨®n natural "apaga" los genes m¨¢s perjudiciales y activa los m¨¢s favorables, ?por qu¨¦ existen los eclesi¨¢sticos? Si a trav¨¦s de la evoluci¨®n y de la cultura, el animal humano ha mejorado la calidad de su vida, ha ampliado el alcance de su inteligencia y ha conseguido dotarse de una consciencia ¨¦tica que le impulsa a amar a sus semejantes, a respetar sus vidas y sus libertades, y que le reprocha ¨ªntimamente, insoportablemente, sus miserias y su capacidad para el mal, ?c¨®mo es que no se ha desembarazado de los cl¨¦rigos?
?Qu¨¦ funci¨®n evolutiva tienen esos oscuros int¨¦rpretes de unos dioses at¨¢vicos que env¨ªan a ni?os-bomba a matar y ser muertos?
?Por qu¨¦ sobreviven seres inmorales capaces de enga?ar a sabiendas a los m¨¢s d¨¦biles y desvalidos de los humanos dici¨¦ndoles que los preservativos pueden aumentar el riesgo de contraer el sida?
S¨®lo desde Darwin puede explicarse la existencia de tales criaturas: deben de ser vestigios de nuestros antepasados los reptiles.
Gonzalo Pont¨®n es el consejero delegado de CR?TICA.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.