Generales, curas y se?oritos espa?oles
"Mi sue?o era Espa?a", dice Lucette Destouches al recordar su llegada, en 1945, al exilio de Dinamarca, "el pa¨ªs m¨¢s triste del mundo, habitado por cerdos hip¨®critas". Los C¨¦line nunca hicieron realidad su sue?o. Drieu La Rochelle, s¨ª. Hablaba espa?ol y viaj¨® varias veces al pa¨ªs. Unas con Victoria Ocampo, que le present¨® a Ortega y Gasset, y otras por su cuenta para conocer a Ramiro Ledesma y al resto de pr¨®ceres de Falange. Durante la Guerra Civil, adem¨¢s, visitar¨¢ a Queipo de Llano en Sevilla.
Si decidi¨® no pedir refugio a Franco cuando le persegu¨ªa De Gaulle fue porque, dice L¨®pez Viejo, "los militares y los curas hab¨ªan absorbido a falangistas y nacionalsindicalistas". ?sa es, asiente Jos¨¦ Carlos Mainer, la gran diferencia entre el fascismo espa?ol y el europeo. "El antisemitismo es un invento franc¨¦s del siglo XIX. Muchas de las ideas del fascismo internacional vienen de Francia, donde era una corriente laica. En Espa?a, bien al contrario, fue pronto parasitado por el autoritarismo cat¨®lico tradicional y abdic¨® de su sustancia revolucionaria", dice Mainer, autor de estudios pioneros sobre la literatura fascista.
Escritores mediocres
Cuando se le pregunta si C¨¦line y Drieu tienen equivalentes espa?oles responde sin dudar que no: "?Gim¨¦nez Caballero, Agust¨ªn de Fox¨¢? Son escritores menores. Adem¨¢s, ganaron la guerra y se beneficiaron de ello. Ni est¨¢n al nivel de C¨¦line ni tienen la aureola de los derrotados. Eran se?oritos fascistas. No digamos autores como Eugenio Montes o Tom¨¢s Borrr¨¢s".
Ganaron la guerra y perdieron la historia de la literatura. La f¨®rmula es de Andr¨¦s Trapiello, autor de Las armas y las letras (Pen¨ªnsula), un ensayo que deshizo t¨®picos sobre el papel de los escritores en la Guerra Civil. "La f¨®rmula de Trapiello es brillante", dice Mainer, "pero no un lamento. Prevaleci¨® la tradici¨®n moderna y laica. Aun en condiciones normales habr¨ªan quedado para especialistas".
Al hablar de la desactivada hermandad entre vanguardistas y progresistas, el catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza recuerda que se trata de una discusi¨®n todav¨ªa abierta. Aunque cita a Jean Clair, ex director del Museo Picasso de Par¨ªs y autor de La responsabilidad del artista (Antonio Machado Libros), el propio Mainer impuls¨® el debate espa?ol en La corona hecha trizas (Cr¨ªtica): "En la vanguardia hay un claro ingrediente autoritario. La crisis de los a?os treinta es tan radical que arrastra a todo el mundo y tiene como salidas el fascismo y el comunismo. Y la paradoja es que entre ambos hay muchas similitudes".
Babelia
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