El nuevo exc¨¦ntrico
Ahora el exc¨¦ntrico es Fini, pero antes el que resultaba raro era Berlusconi. En una Europa que todav¨ªa rend¨ªa tributo a la imagen cl¨¢sica de los grandes pol¨ªticos que se hab¨ªan enfrentado a los excesos del totalitarismo y a las simplezas populistas, sorprend¨ªa un l¨ªder m¨¢s amigo del chiste que de la sentencia meditada, poco respetuoso con los procedimientos convencionales, muy proclive a abusar de los medios y de practicar el sensacionalismo. De Il Cavaliere acaso se pod¨ªa admirar su habilidad para acumular cada vez m¨¢s poder, pero se despreciaban sus formas. Desde hace ya unos a?os, sin embargo, Berlusconi ya no sorprende tanto. Ese estilo suyo de ir d¨¢ndole una palmada en el hombro al elector y de gui?arle un ojo a la electora se ha generalizado: ya no resulta extra?o en Europa gobernar en funci¨®n de las audiencias. Lo ¨²nico que cambia, seg¨²n el pa¨ªs, son los formatos, los mensajes, las maneras. Y Berlusconi empieza a ser eclipsado por algunos vecinos que, con menos tablas, llegan con novedades.
Es cuando emerge un Gianfranco Fini, de 57 a?os, que gira hacia el centro y que cierra la Alianza Nacional -el partido que hab¨ªa heredado las viejas querencias de Italia por el fascismo- para fundirlo junto a Forza Italia, de Berlusconi, en una nueva formaci¨®n, Pueblo de la Libertad. Toma la palabra en su congreso fundacional y dice cosas como ¨¦stas: que hace falta una reforma constitucional que garantice un nuevo equilibrio de poderes racional y justo; que Italia ser¨¢ en 10 a?os "multi¨¦tnica y multirreligiosa" y que hay que asumir con templanza el "hist¨®rico proceso" de la inmigraci¨®n; que hace falta un pacto norte-sur para acabar con las mafias y los poderes subterr¨¢neos; que no tiene pase una ley como la del testamento biol¨®gico, donde el Estado va m¨¢s lejos que la Iglesia (digna "de un Estado ¨¦tico, no de un Estado laico", dijo)...
Fini reivindica el car¨¢cter laico del Estado, ahora que est¨¢ de moda servirse de las leyes para halagar las creencias estrictamente privadas de los ciudadanos. Pero en pol¨ªtica es necesario moverse en el complicado terreno de los hechos y sus consecuencias, y no s¨®lo en el ¨¢mbito de los valores. Hoy puede resultar una excentricidad, pero es necesaria.
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