Otro PIB, otra realidad
Venimos de una larga din¨¢mica hist¨®rica en la que la idea de crecimiento econ¨®mico ha sido entendida como la palanca estricta e ineludible para lograr atender la mejora de las condiciones de vida. Nos hemos acostumbrado a relacionar el bienestar ciudadano con la riqueza global del pa¨ªs en el que se reside, riqueza que se mide a partir de la combinaci¨®n de una serie de variables econ¨®micas que conforman el producto interior bruto (PIB). As¨ª, de entre los datos considerados indispensables para acercarnos a un determinado pa¨ªs y junto a las cl¨¢sicas variables de poblaci¨®n y extensi¨®n, figura su PIB y su posici¨®n en el ranking internacional. Hace ya a?os que se comentan los equ¨ªvocos de tal ¨ªndice y su excesivo esquematismo para expresar valor social, con lo que tenemos el peligro de medir mal lo que pretendemos describir y de confundir esa medici¨®n con lo socialmente deseable. En este sentido, me sorprendi¨® el lunes (EL PA?S, 30 de marzo) la noticia de que la Uni¨®n Europea (UE) est¨¢ culminando la revisi¨®n de la contabilidad nacional, que tendr¨¢ como consecuencia la alteraci¨®n de los par¨¢metros de medici¨®n del PIB. La sorpresa proviene de que los cambios propuestos no apuntan a una medici¨®n m¨¢s integral de la riqueza y del bienestar de cada pa¨ªs, sino que se pretende incluir actividades como la prostituci¨®n, el contrabando y el tr¨¢fico de drogas en el c¨¢lculo del PIB. La incorporaci¨®n de esos apuntes de econom¨ªa ilegal en el sistema europeo de cuentas implicar¨¢ una subida del PIB de dos o tres puntos, lo cual no viene mal en ¨¦poca de restricciones, y sobre todo significar¨¢ un aumento en la contribuci¨®n de los pa¨ªses a las arcas de la UE. Quien no se espabila es porque no quiere.
Si se puede medir la 'riqueza' de la econom¨ªa ilegal, ?por qu¨¦ no el trabajo dom¨¦stico o el de los voluntarios?
Sabemos que definir un problema es medirlo; pero, dependendiendo de qu¨¦ elementos escojamos para hacerlo, cambiaremos notablemente la manera de presentar ese problema y de valorar su significaci¨®n. Medir algo es proponer una manera espec¨ªfica de contar lo que nos interesa conocer o explicar. Si escogemos variables estrictamente econ¨®micas (de econom¨ªa legal o ilegal) para medir el bienestar, acabaremos dando s¨®lo importancia a dimensiones econ¨®micas que presentaremos como trasunto de una realidad que es mucho m¨¢s compleja. A principios de 2008, Sarkozy solicit¨® a los prestigiosos economistas Amartya Sen y Joseph Stiglitz que lideraran una comisi¨®n que estudiara formas alternativas al PIB para medir el bienestar de un pa¨ªs. Se espera que este mes la comisi¨®n presente conclusiones. No es la primera vez. El propio Sen fue el impulsor del ¨ªndice de desarrollo humano (IDH), utilizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para medir la situaci¨®n social de los pa¨ªses del mundo. Se han dado otros intentos vinculados a ideas como "la felicidad" (Bentham), pero el m¨¢s conocido es el que propuso el monarca de But¨¢n con su ¨ªndice de felicidad nacional bruta. Seguramente su propuesta derivaba de que But¨¢n ocupa posiciones muy bajas en el IDH y, en cambio, en el llamado ¨ªndice de satisfacci¨®n con la vida sus habitantes est¨¢n en zona de liderazgo mundial.
No parece f¨¢cil hallar un medidor de bienestar que sea al mismo tiempo suficientemente complejo y suficientemente sencillo como para que resulte competitivo con el actual est¨¢ndar del PIB. Pero si la UE entiende que se puede medir la riqueza generada por el contrabando, la prostituci¨®n y las drogas ilegales, no veo por qu¨¦ ha de resultar m¨¢s complicado el evitar que, como sucede ahora, un lago s¨®lo cuente como metros c¨²bicos y no incorpore valor ambiental, o que sea mucho mejor para el PIB que estemos cuanto m¨¢s enfermos mejor, frente a ¨ªndices de salud que apunten a niveles de bienestar individual y colectivo. Muchos economistas se?alan que las bases de medici¨®n de otros ¨ªtems necesarios para enriquecer la medici¨®n de crecimiento son poco consistentes; pero es evidente que si escoges las bases de medici¨®n, escoges lo que te parece significativo y sesgas la realidad que vas a medir. Contar es incluir unas cosas y excluir otras. Y en esa segmentaci¨®n de la realidad influyen valores y definiciones no exactamente objetivas del fen¨®meno que se ha de analizar. Decidir qu¨¦ incluyes o no en los sistemas de medici¨®n de la riqueza o del crecimiento de un pa¨ªs es hacer pol¨ªtica por otros medios. Si podemos medir la econom¨ªa ilegal, ?no podr¨ªamos hacer un esfuerzo y contabilizar el trabajo dom¨¦stico, el socialmente ¨²til de voluntarios, de personas que producen bienestar sin contar en parte alguna? ?En qu¨¦ cuenta de resultados incorporamos el coste de que no existieran esas personas o entidades que se ocupan de los dem¨¢s manteni¨¦ndose invisibles con relaci¨®n a quien mide bienestar y riqueza? En nuestra realidad hegemonizada por una visi¨®n estrechamente economicista, lo que no se cuenta, no existe. Esperemos que Sen y Stiglitz consigan, con su legitimidad de buenos economistas, lo que otros no han logrado.
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