Raimon, en su instituto
El cantautor de X¨¤tiva cuenta an¨¦cdotas de la censura
Cuentan de la ¨¦poca de prebachiller de Ramon Pelegero, Raimon (X¨¤tiva, 1940), que era aplicado, vitalista y culturalmente hiperactivo. Cuando en 1951 inici¨® el Bachillerato, nadie pod¨ªa intuir que aquel joven inquieto remover¨ªa los cimientos de la cultura en lengua catalana. Y ayer, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, Raimon volv¨ªa a su instituto, el Josep de Ribera de X¨¤tiva, para recibir un homenaje en los actos del 75? aniversario del centro, que le recibi¨® con un panel de bienvenida con su viejo retrato de estudiante.
Raimon, con su compa?era, Annalisa, y con uno de sus amigos setabenses, el empresario y mecenas Joan Juan, recorri¨® el instituto, ya casi irreconocible para ¨¦l, y destap¨® una placa en el aula de m¨²sica, bautizada con su nombre. Luego se encerr¨® con dos centenares de alumnos, los ¨²nicos que pudieron asistir, dadas las limitaciones de espacio. Un audiovisual record¨® sus siete a?os de alumno y su trayectoria vital. Sirvi¨® como toma de contacto antes de que el director, Jacint Mart¨ªnez, y Joan Juan desgranaran las primeras an¨¦cdotas sobre un "ni?o despierto" de familia trabajadora, que le¨ªa todo lo que ca¨ªa en sus manos, que jam¨¢s suspendi¨®, pese a flojear en lat¨ªn y griego, y que pronto dirigi¨® sus aficiones hacia la m¨²sica, tocando en la banda o haciendo de locutor en la emisora local.
"El miedo exist¨ªa, pero no me paralizaba", dijo sobre la dictadura
Llegado su turno, Raimon eludi¨® dar una charla al uso. Apenas una peque?a intervenci¨®n, en la que habl¨® de un per¨ªodo "agridulce" de formaci¨®n bajo la dictadura, de "autodidactismo" y de toma de conciencia. Acto seguido, pidi¨® a la joven audiencia, de entre 16 y 18 a?os, que le hiciera preguntas. Tardaron en arrancar. Pero superado un breve intervalo de timidez, le bombardearon: pidieron an¨¦cdotas, preguntaron por sus inicios, por su nombre art¨ªstico, por su relaci¨®n con la ciudad ("Yo no soy de X¨¤tiva, pero la llevo en m¨ª", confes¨®), y, con una insistencia incr¨¦dula, como si no acabaran de asimilar las connotaciones de la dictadura, por la censura y sus miedos y encontronazos con el r¨¦gimen. "El miedo exist¨ªa, pero no me paralizaba. Pesaba m¨¢s el coraje que el miedo y una cosa muy importante: saber que estaba haciendo lo que ten¨ªa que hacer para que volvieran las libertades", afirm¨® entre aplausos. Al final, los alumnos le pidieron que cantara. Fue la ¨²nica concesi¨®n que Raimon no se permiti¨®. "Yo s¨®lo canto por la noche", se excus¨®.
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