Le Carr¨¦ ante el fin de una era
La vida y la obra de John Le Carr¨¦ giran en torno a un gran tema: la lucha de un hombre por permanecer moral en un mundo amoral. Y como ocurre con Albert Camus o George Orwell, la mezcla de talento con una visi¨®n pol¨ªtica del mundo, la uni¨®n del compromiso y la experiencia, han producido una literatura gigantesca, pero tambi¨¦n un referente moral m¨¢s all¨¢ de las letras. Basta con pasar la primera media hora con ¨¦l en su casa de Cornualles para darse cuenta de que Le Carr¨¦, seud¨®nimo de David Cornwell, est¨¢ incluso por encima de su leyenda. Es un hombre sabio, generoso, divertido, afable, que mira la vida desde la constante preocupaci¨®n por el otro. Vive aislado, a pocos kil¨®metros del Land's End del suroeste de Inglaterra, el fin del mundo, en un lugar llamado Tregiffian, que quiere decir algo as¨ª como "un refugio junto al mar". Pero el aislamiento es s¨®lo f¨ªsico: est¨¢ perfectamente informado, pregunta por Zapatero, Aznar y la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco. Tiene el estudio lleno de novedades literarias, desde el Larsson, que todav¨ªa no ha le¨ªdo, hasta McMafia, de Misha Glenny. Su ¨²ltimo libro, El hombre m¨¢s buscado, es buena prueba de ello. Es una gran novela sobre el mundo posterior al 11-S, ambientada en Hamburgo. Es un puro Le Carr¨¦: hay esp¨ªas, muchos, de varios pa¨ªses y agencias; v¨ªctimas del sistema; inmigraci¨®n ilegal, Chechenia; banqueros con las cuentas poco claras, h¨¦roes cansados que seguramente ni siquiera lo sean y, c¨®mo no, personas que tratan de sobrevivir a todo esto sin vender su alma.
"No paro de decirles a mis nietos que tienen mucha suerte de estar vivos en un momento como ¨¦ste. Es radical y revolucionario"
Le Carr¨¦ (Poole, Dorset, 1931) concede a los visitantes todo el tiempo que necesiten. Tras cinco horas de encuentro, uno abandona Tregiffian con la certidumbre de haber conocido a uno de los hombres del siglo, de ¨¦ste y del pasado, con la extra?a sensaci¨®n de que a veces, s¨®lo a veces, la palabra, la literatura, tienen la fuerza y la estatura moral que queremos concederles.
PREGUNTA. La inmensa avaricia de las grandes corporaciones y de los bancos ha sido uno de los temas centrales de sus ¨²ltimos libros, incluido El hombre m¨¢s buscado.
?Ha sido ¨¦sa la causa de la crisis que padecemos?
RESPUESTA. Es un sistema imposible de mantener... Hay grandes corporaciones cuyos presupuestos son superiores a los de algunos pa¨ªses, y tienen una influencia enorme. Una parte de la globalizaci¨®n consist¨ªa en dar a la industria y al comercio un gran poder. La idea era que podr¨ªa haber un crecimiento ilimitado en un mundo ilimitado y que eso ser¨ªa sostenible desde el punto de vista ecol¨®gico y financiero. Traer¨ªa lo que mucha gente cre¨ªa que era prosperidad y felicidad. All¨ª donde he viajado del mundo en desarrollo, he visto que los efectos de la globalizaci¨®n no eran precisamente ni la felicidad ni la prosperidad universal.
P. Pero supongo que nunca intuy¨® que contemplar¨ªa el final del sistema bancario tal y como lo conocemos.
R. Es casi como un movimiento popular. Y es tan dr¨¢stico y tan irreversible como la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. No paro de decirles a mis nietos que tienen mucha suerte de estar vivos en un momento como ¨¦ste. Creo que es mucho m¨¢s que la revisi¨®n de la historia econ¨®mica. Esto es radical y revolucionario. Y es muy posible que los resultados sean positivos. En los ¨²ltimos a?os, he tratado de escribir sobre cu¨¢les fueron las disciplinas que han reemplazado a las que nos fueron impuestas durante la guerra contra el comunismo. Hubo un vac¨ªo, necesit¨¢bamos un nuevo enemigo, lo encontramos en el islam, necesit¨¢bamos una nueva excusa. Puede ser que estemos ante un momento revisionista, no creo que todos nos convirtamos en socialistas de la noche a la ma?ana, pero s¨ª que se inventar¨¢ una nueva forma de respeto mutuo.
P. ?Y no cree que en cierta medida el socialismo est¨¢ regresando?
R. Ha vuelto la era de los Gobiernos fuertes. Durante muchos a?os el Gobierno era el enemigo, en la ¨¦poca del capitalismo ilimitado, en la era de Bush. Se ha demostrado que eso era un tremendo error. El futuro es imposible de prever, puede funcionar o puede que no. Pero no creo que sea un futuro negro. Puede ser, insisto, en mi pa¨ªs, positivo. En mi caso, la literatura me ha convertido en un hombre rico, pero la distancia entre los ricos y los pobres es terrible y en este momento estamos divididos entre los que est¨¢n afectados por la recesi¨®n y aquellos que simplemente la observan. Pero el acto final de todo esto ser¨¢ mucho m¨¢s igualitario.
P. Otro de los temas centrales de su ¨²ltimo libro es la inmigraci¨®n y la integraci¨®n de las minor¨ªas musulmanas en Europa. ?Es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos?
R. En los brit¨¢nicos hay dos almas: aquellos que creen que nuestro pasado imperial nos ha hecho responsables de la inmigraci¨®n y que, como explotamos sus pa¨ªses, ellos pueden venir aqu¨ª. Pero est¨¢ la otra rama, nacionalista e insular, que es totalmente extra?a a aceptar a otra gente. Pero ahora uno de cada cinco ciudadanos brit¨¢nicos es de raza mixta, lo que quiere decir que algo est¨¢ pasando. Quiz¨¢ hacen falta m¨¢s generaciones. La experiencia de Rushdie y la declaraci¨®n de una guerra cultural contra el islam ayudaron a esta polarizaci¨®n. Tras el 11-S no era seguro tener un tipo de piel en ¨¢reas urbanas y toda la ret¨®rica f¨¢cil sobre el islam ayud¨® a demonizar a esta gente. Lo que m¨¢s me preocupa de la reacci¨®n tras el 11-S, y creo que es la ansiedad que he expresado en El hombre m¨¢s buscado, es lo que eso nos hace a nosotros, mucho m¨¢s de lo que les hace a ellos. Nos hace peores. Nos olvidamos de lo cerca que estamos en las sociedades occidentales de la tortura: la practicamos, a escondidas, o invitamos a otra gente a hacerla por nosotros. Haber organizado Guant¨¢namo, tener cerca de 27.000 prisioneros secretos, porque Guant¨¢namo s¨®lo es la punta del iceberg, el efecto es tan degradante hacia nuestras propias normas de comportamiento que no puedo pensar que no vaya a tener repercusiones sobre nosotros.
P. ?Cree que Barack Obama va a ser capaz de arreglarlo?
R. Los que protestamos contra Guant¨¢namo, contra la violaci¨®n del h¨¢beas corpus y de los derechos humanos pensamos que Obama ser¨ªa capaz de parar todo esto. Tenemos que esperar y ver hasta qu¨¦ punto este Gobierno es liberal en la realidad, hasta qu¨¦ punto se puede permitir serlo porque su primera preocupaci¨®n es la econom¨ªa. Tiene que seleccionar prioridades. No puede luchar contra todo a la vez.
P. La guerra fr¨ªa estuvo marcada por la paranoia, pero el mundo posterior al 11-S tambi¨¦n. ?Qu¨¦ periodo es peor?
R. Eso es lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Ha vuelto, nos hemos vuelto a encarcelar a nosotros mismos. Es como si tuvi¨¦semos que alimentar un apetito, una adicci¨®n a la paranoia. Hemos olvidado que durante la guerra fr¨ªa ¨¦ramos constantemente conscientes de la amenaza nuclear, pasamos por crisis como el muro de Berl¨ªn o los misiles en Cuba, y siempre pensamos que est¨¢bamos a un paso de la destrucci¨®n nuclear. No s¨¦ si tenemos m¨¢s miedo ahora o entonces, porque ahora nos dicen que tengamos miedo.
P. ?Entonces cree usted que es un miedo fomentado desde el poder?
R. Estuve entre los muchos brit¨¢nicos que estaban en contra de la guerra de Irak y entre los que hab¨ªan votado a Blair y se avergonzaban de haberlo hecho. Supongo que recordar¨¢ c¨®mo durante una alarma en el aeropuerto de Heathrow rodearon la zona con tanques, era una forma de decir que tengamos miedo. Es verdad que padecimos el terrible 7-J y ustedes el todav¨ªa peor 11-M y que esas cosas ocurren, y nos ocurrieron una y otra vez en los tiempos del IRA. Pero en esa ¨¦poca nunca alcanzamos este grado de paranoia y nos dec¨ªamos a nosotros mismos: ¨¦ste es el precio que pagamos por ser una sociedad libre, y nuestra principal defensa ante estos ataques es ser una sociedad abierta y democr¨¢tica, atractiva para los dem¨¢s, la mejor que podamos. La consecuencia del caso Rushdie fue que pod¨ªamos acabar con toda la tolerancia hacia el islam. Era muy f¨¢cil en esos tiempos ser un h¨¦roe cultural si te sumabas a la cruzada contra el islam, y usted lo sabe mejor que yo viviendo en un pa¨ªs cat¨®lico, hasta qu¨¦ punto Aznar ten¨ªa motivos religiosos. Y eso da mucho miedo: que Bush y Blair fuesen en el fondo tan cristianos, y no me refiero a la religi¨®n. Si vas a Dios para justificar tus acciones, eso no es fe... Se est¨¢ reproduciendo el esquema de la guerra fr¨ªa: la gente inventa enemigos a la medida de su imaginaci¨®n, es una guerra entre fantasmas. De acuerdo, hay unos cuantos miles de personas que forman Al Qaeda y hay una parte de la sociedad isl¨¢mica que les apoya, es verdad, eso es la realidad, pero imaginar que Amaniyedad es Hitler...
P. ?Y otro fantasma de la guerra fr¨ªa no cree que es el poder que est¨¢ alcanzando el antiguo KGB en Rusia?
P. No podemos pensar que por un lado est¨¢ el Kremlin, por otro el nuevo KGB, por otro el crimen y por otro los oligarcas. Todo forma parte de la misma pieza. Ser¨ªa imposible distinguir el crimen de la riqueza sovi¨¦tica, a los oligarcas de la Mafia. Tenemos que ver a Putin como el oligarca en jefe y como alguien que quiere acumular tanta riqueza y poder como sea posible para controlar Rusia desde cualquier posici¨®n, ¨¦se es el punto de partida en el que est¨¢. Creo que acumula poder para el futuro. Y cuando elimina a oligarcas como Jodorkovski, son realmente guerras entre facciones del poder.
P. ?Est¨¢ usted trabajando ahora en algo relacionado con los oligarcas?
R. Bueno, interpretan un papel. Estoy escribiendo una novela y aparecen en un rinc¨®n.
P. Creo que si hay un gran tema en sus 21 libros, es que relatan la historia de hombres morales que tratan de sobrevivir en un mundo inmoral. ?Est¨¢ de acuerdo?
P. S¨ª, es as¨ª, y adem¨¢s tiene que ver con lo que estoy escribiendo ahora mismo. No es suficiente, adem¨¢s hay que organizar una trama; pero creo que es el momento en que los lectores se identifican con la historia porque la mayor¨ªa de la gente quiere tomar el camino decente. Y el problema es c¨®mo tomar la opci¨®n decente en una situaci¨®n compleja. Naturalmente, el patriotismo y la idea del patriotismo son muy cuestionables para cualquier persona porque est¨¢n muy cerca del racismo. La opci¨®n decente es algo que tambi¨¦n marca mi propia vida. En primera instancia sobre qu¨¦ hacer con mi padre cuando me di cuenta de que era un estafador. ?Qu¨¦ hac¨ªa? ?Avisar a la gente de que no tratase con ¨¦l? Mi soluci¨®n fue escapar a Suiza a los 16 a?os. Y luego entr¨¦ muy r¨¢pidamente en la experiencia de la guerra fr¨ªa. Me empezaron a decir desde muy joven: "?ste es un trabajo sucio, David, pero alguien tiene que hacerlo, y porque hacemos el trabajo sucio somos h¨¦roes". ?sa es otra asunci¨®n muy peligrosa. Detesto que midamos la fuerza de un pa¨ªs por la fuerza de sus servicios secretos, es totalmente antidemocr¨¢tico.
P. He visto que ten¨ªa en su despacho Legado de cenizas,
el libro de Tim Weiner en el que afirma que todo lo que hizo la CIA fue un tremendo desastre. ?Est¨¢ de acuerdo con ¨¦l?
R. Es un libro muy bueno y muy ¨²til, fracasaron en muchas de las cosas que hicieron y nosotros tambi¨¦n la fastidiamos en la mayor¨ªa de las cosas que hacemos. El problema es que el acierto ocasional lo justifica todo, como en el periodismo. Hay cuestiones que analiza muy bien. Por ejemplo, en mi pa¨ªs no podemos organizar de manera eficaz un servicio de salud, los bancos est¨¢n hechos pedazos, mi Gobierno no sabe si es de izquierdas o de derechas, nuestra polic¨ªa est¨¢ corrupta. ?Por qu¨¦ tengo que creer que nuestro servicio secreto es brillante, c¨®mo puede existir este Rolls Royce en ese mundo tan ca¨®tico?
P. Y hubo momentos surrealistas durante la guerra fr¨ªa, como que el amigo ¨ªntimo de Angleton, el hombre m¨¢s poderoso de la CIA, fuese Philby y ni siquiera se diese cuenta de que era un agente de Mosc¨². Supongo que si usted pone algo as¨ª en una de sus novelas, nadie le hubiese cre¨ªdo.
R. Lo s¨¦, es totalmente delirante. Angleton se volvi¨® loco despu¨¦s y fue el mayor creador de teor¨ªas de la conspiraci¨®n. Cuando estaba en el servicio secreto, su gente ven¨ªa constantemente a Inglaterra para decirnos que cada parte de nuestra Administraci¨®n estaba horadada por los comunistas y fastidiaron muchas operaciones. La atm¨®sfera creada por el macartismo en Estados Unidos tuvo unas enormes consecuencias sobre nosotros. E incluso, m¨¢s que la guerra contra el terror, nos puso en una posici¨®n de est¨¢s con nosotros o contra nosotros. Existen ecos muy curiosos entre el macartismo y la guerra contra el terror. Lo que s¨ª es cierto es que (y se r¨ªe) Mosc¨² ten¨ªa muy buenos esp¨ªas... Acert¨®, pero por las razones equivocadas.
P. ?Y ve el servicio secreto, el mundo de los esp¨ªas, en su literatura como un gran teatro del mundo, como una met¨¢fora de la vida?
R. Creo que hay universalidad en esas organizaciones, intento que el mundo secreto hable por el mundo que no es secreto, hace que los problemas sean m¨¢s interesantes y m¨¢s visibles para la gente. Puedo contar una historia de amor siempre que alguno de los dos sea un esp¨ªa.
P. Uno de los momentos que mejor definen sus novelas es cuando a Smiley le dicen que ha ganado y ¨¦l responde con infinita tristeza: "?S¨ª? Seguramente
...". ?Tuvo esa impresi¨®n cuando termin¨® la guerra fr¨ªa?
R. Smiley sab¨ªa que hab¨ªa utilizado los m¨¦todos del absolutismo para derrotar a Karla y sinti¨® que hab¨ªa sacrificado su propia humanidad, que se hab¨ªa traicionado a s¨ª mismo. No fui capaz de celebrar con intensidad el final de la guerra fr¨ªa. Naturalmente fue maravilloso que el comunismo se acabase, pero no ten¨ªa muy buenas corazonadas sobre el futuro. El comunismo se destruy¨® a s¨ª mismo, no a causa de los esp¨ªas, sino por la imposibilidad de gobernar una sociedad cerrada en un mundo que se estaba abriendo a gran velocidad. Pero ahora no tenemos la m¨¢s m¨ªnima idea de c¨®mo controlar el capitalismo.
P. ?Y no tiene la tentaci¨®n de volver a escribir sobre aquellos viejos tiempos, aunque s¨®lo sea para que sus nietos lleguen a entender c¨®mo fue todo aquel mundo?
R. Es la ¨²nica cosa que me tienta para escribir una autobiograf¨ªa. Vistos desde ahora, fueron unos tiempos completamente locos. Era una comedia de los hermanos Marx. ?Ha le¨ªdo En la corte del zar rojo, de Sebag Montifiore? Es un libro terror¨ªfico sobre la vida bajo Stalin. Molotov estaba casado con una mujer de origen jud¨ªo, que hablaba demasiado y que molestaba mucho a Stalin. Y un d¨ªa no estaba all¨ª: la hab¨ªa mandado a los campos. Toda la ¨¦poca en que Molotov fue ministro de Exteriores sovi¨¦tico su mujer estaba en Siberia y Krutchev, tras la conferencia del partido de 1956, trajo a esta anciana y se la devolvi¨® a Molotov. Es incre¨ªble.
El hombre m¨¢s buscado. John Le Carr¨¦. Traducci¨®n de Carlos Milla Soler. Plaza & Jan¨¦s. Barcelona, 2009. 416 p¨¢ginas. 22,90 euros. L'home m¨¦s buscat. Traducci¨®n de Esther Roig . Edicions 62. Barcelona, 2009. 336 p¨¢ginas. 22,90 euros. www.johnlecarre.com
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