El exilio m¨¢s ilustrado
Los republicanos que llegaron a EE UU fueron profesores que impulsaron el hispanismo
El 15 de enero de 1954, Salvador de Madariaga, que hab¨ªa sido embajador en Washington de la Rep¨²blica espa?ola, public¨® un art¨ªculo en el primer n¨²mero de la revista Ib¨¦rica, editada en Nueva York por Victoria Kent, para difundir los valores de la Espa?a democr¨¢tica. Resum¨ªa el estado de ¨¢nimo de todos los exiliados: "Esperanza de los desterrados. La frase es buena, mejor de lo que se imaginaban los que la inventaron. Porque hoy en d¨ªa todos los espa?oles son desterrados. Antes de 1936, todos los espa?oles viv¨ªan en Espa?a y en libertad. Hoy, unos cientos de miles viven en libertad desterrados de Espa?a; y el resto vive en Espa?a desterrado de la libertad".
No obstante, la mayor¨ªa de exiliados que lleg¨® a Estados Unidos despu¨¦s del final de la Guerra Civil, del que ahora se cumplen 70 a?os, lo hizo de la mano de universidades norteamericanas, como fueron los casos de Luis Cernuda, Pedro Salinas, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Fernando de los R¨ªos. Su destierro fue agridulce, quiz¨¢ menos terrible que el de muchos de los emigrantes a M¨¦xico, Francia u otros pa¨ªses. Por el contrario, su proyecci¨®n no result¨® tan relevante durante la dictadura, ya que no contaron con el arropamiento de los centros pol¨ªticos del exilio como M¨¦xico, Toulouse o Mosc¨². Al llegar la Transici¨®n, muchos de ellos tuvieron que esperar a?os hasta lograr el reconocimiento que merec¨ªan. Sumidos en el olvido y republicanos liberales sin un partido detr¨¢s, no tuvieron, pues, el respaldo de grandes organizaciones pol¨ªticas o sindicales.
"A pesar de sus a?os de residencia en EE UU, nunca llegaron a dominar el ingl¨¦s", dice Antonio Mu?oz Molina
"El exilio espa?ol a Estados Unidos fue, est¨¢ claro, menos conocido que otros porque fue menos numeroso y porque la mayor¨ªa se dedic¨® a la ense?anza, una actividad m¨¢s oscura y privada que la pol¨ªtica". Las manifestaciones de Antonio Rivero Tarabillos, autor de una biograf¨ªa de Cernuda y un experto en el asunto, destacan tambi¨¦n que aquellos republicanos que recalaron en EE UU proced¨ªan de las filas liberales y no de organizaciones marxistas. "Se encuadraban", a?ade, "en una clase media-alta ilustrada; es decir, que proced¨ªan de la burgues¨ªa republicana".
La n¨®mina de aquella generaci¨®n que lleg¨®, sobre todo, a Nueva York y a otras ciudades de la costa este, y que vivi¨® y trabaj¨® durante d¨¦cadas en Estados Unidos, resulta impresionante y va desde los intelectuales ya citados hasta historiadores como Juan Marichal y Am¨¦rico Castro, novelistas como Ram¨®n J. Sender y Francisco Ayala, fil¨®sofos como Juan Ferrater Mora o cient¨ªficos como Severo Ochoa. Sin embargo, la aureola que rode¨® a otros exiliados no acompa?¨® a los espa?oles yanquis a su regreso a Espa?a. "De entrada, represent¨® un exilio menos novelesco", comenta Antonio Mu?oz Molina, escritor y ex director del Instituto Cervantes en Nueva York. "Se integraron y, a veces, desaparecieron en un ambiente universitario como el norteamericano, muy aislado, poco abierto a la sociedad, como ocurre en Europa o en Am¨¦rica Latina. Ellos vivieron en su mundo y algunos resultaron incluso inc¨®modos porque, desde su absoluto compromiso con la Rep¨²blica, mostraron lucidez sobre una larga pervivencia del franquismo. Tambi¨¦n es destacable que, a pesar de que muchos exiliados vivieron largo tiempo en EE UU, nunca llegaron a dominar el ingl¨¦s, fueron bastante impermeables a la lengua de acogida. De cualquier modo, a partir de los departamentos de espa?ol, escritores como Salinas, Cernuda, Guill¨¦n y otros ejercieron una notable influencia sobre una generaci¨®n de profesores norteamericanos que impartieron lengua y literatura espa?olas".
Sin duda, la barrera idiom¨¢tica del ingl¨¦s y la inmensidad de un pa¨ªs como EE UU impidieron que los exiliados republicanos formasen pi?as, como ocurri¨® en Francia o en M¨¦xico. Favorecidos por el auge del hispanismo y la capacidad de absorci¨®n de las universidades estadounidenses, aquellos ilustrados se recluyeron cada uno en su guarida, "sin nostalgias grupales", como cuenta Luis Mu?oz, poeta y estudioso de aquel exilio tan desconocido. "En cierto modo", se?ala, "algunos prefirieron instalarse en Estados Unidos antes que en M¨¦xico, por ejemplo, para evitar en parte ese aire de naufragio que persigui¨® a muchos perdedores republicanos. En cartas de Salinas a Guill¨¦n se pone muy de manifiesto esta actitud, junto a la satisfacci¨®n por vivir en una sociedad rica y acomodada como la estadounidense". Esta condici¨®n de exilio dulce hizo aparecer a algunos de estos intelectuales como elitistas o burgueses a los ojos de militantes de la izquierda que achacaban poca combatividad a gentes que se hab¨ªan dejado tentar por universidades de las capitales del Imperio y se implicaban poco en la lucha contra la dictadura de Franco. Seg¨²n Luis Mu?oz, experto en el tema, los republicanos de EE UU se volcaron en su obra, que se vio beneficiada por ese alejamiento de Espa?a y del espa?ol.
A pesar de todo, la trayectoria de aquellos republicanos no dej¨® margen para dudar de su militancia democr¨¢tica y antifranquista. Cuando Victoria Kent escribe en 1958 en la revista Ib¨¦rica la necrol¨®gica de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez -que hab¨ªa obtenido el Premio Nobel de Literatura dos a?os antes, cuando resid¨ªa en Puerto Rico- proclama una declaraci¨®n de principios.
"Una vez m¨¢s", afirm¨® la abogada y pol¨ªtica republicana, que residi¨® m¨¢s de 30 a?os en Nueva York, "debemos se?alar que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez no fue pol¨ªtico, que no es en ese campo donde nadie puede ni debe situarle, pero s¨ª hemos de subrayar que estuvo siempre al lado de la raz¨®n popular, de todo lo popular. Desterrado voluntario de la Espa?a franquista, no ha podido esa Espa?a hacerle entrar sino muerto, eso es lo que puede recuperar una dictadura de un hombre libre. Se marcha una meridiana conciencia espa?ola y una conducta; ellas quedar¨¢n, seguir¨¢n siendo una lecci¨®n viva para las generaciones futuras". Setenta a?os despu¨¦s del final de la Guerra Civil, aquellas frases de Victoria Kent cobran hoy todo su sentido. -
![Luis Cernuda, en Massachusetts en 1948, junto a dos amigas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6LJWMIPTIUGEIPSA4AF75N5FZE.jpg?auth=4e87234a160233ad5aeb50e34a41b26c2e2fa990708e2e94c8959d7623a29d1f&width=414)
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