?Es antisemita criticar al Gobierno israel¨ª?
DEFENSORA DEL LECTOR. El embajador de Israel considera que las informaciones incitan al odio hacia su pa¨ªs. El periodismo de versiones da la misma oportunidad a la verdad que a la mentira
Pocas veces un peri¨®dico habr¨¢ recibido una descalificaci¨®n tan global y contundente como la que ha dirigido a esta defensora el se?or Raphael Schulz, y menos frecuente a¨²n es que los t¨¦rminos en los que se expresa procedan de la m¨¢xima representaci¨®n diplom¨¢tica de un pa¨ªs, pues el se?or Schulz es el embajador de Israel en Espa?a. Va a ser dif¨ªcil resumir aqu¨ª su posici¨®n, pues la carta a la defensora viene acompa?ada de varias m¨¢s, de considerable extensi¨®n, remitidas a diversos responsables del diario. Entre ellas, una dirigida a Ignacio de Polanco, Juan Luis Cebri¨¢n y Javier Moreno a prop¨®sito de un reportaje publicado en El Pa¨ªs Semanal del corresponsal en Oriente Pr¨®ximo Juan Miguel Mu?oz. Tras afirmar que el periodista forma parte del "mecanismo de relaciones p¨²blicas de Ham¨¢s" y acusarle de haber contribuido a crear un estado de opini¨®n "que ha hecho posible manifestaciones de odio y violencia hacia Israel", concluye que tal vez el trabajo period¨ªstico del corresponsal no sea "el verdadero problema", sino "la falta de cualquier criterio profesional, ¨¦tico o moral de vuestra parte, que transforma cualquier panfleto producido por J. M. M. en material apto para su publicaci¨®n en EL PA?S".
Lo importante son los hechos, la imparcialidad no significa equidistancia
La carta dirigida a la defensora comienza as¨ª: "La cobertura de la informaci¨®n relacionada con Israel y Oriente Pr¨®ximo sufre de forma sistem¨¢tica de sesgo, unilateralidad y falta de objetividad. En consecuencia los lectores desconocen la verdad y los hechos, y se forman una imagen distorsionada de la situaci¨®n". Enumera a continuaci¨®n los tres principales problemas, que en resumen son: 1. La forma tendenciosa de informar de nuestro corresponsal. 2. No dar cabida en el diario a las posturas de la Embajada de Israel en Espa?a. 3. El uso de terminolog¨ªa tendenciosa. "A todo lo dicho debo agregar", a?ade, "que El Pa¨ªs Semanal sirve de plataforma para la incitaci¨®n anti-israel¨ª", pues adem¨¢s del citado reportaje de J. M. M., "sus p¨¢ginas han dado cabida a dos odiosos art¨ªculos de Maruja Torres y Juan Jos¨¦ Mill¨¢s", y diversas cartas de lectores. Concluye afirmando que "El Pa¨ªs, "en lo que a Israel se refiere, informa, forma y deforma para adecuar las realidades a sus principios doctrinales".
Si se tratara de una queja espec¨ªfica o se?alara mentiras o tergiversaciones concretas, esta defensora podr¨ªa analizar si se han cometido errores o se ha incumplido el Libro de Estilo. Pero se trata de una enmienda a la totalidad muy dif¨ªcil de objetivar. Por ejemplo, cuando el embajador se queja de que EL PA?S no da cabida a las posturas de Israel, aduce como ejemplo que durante la reciente operaci¨®n militar en Gaza, todos los grandes diarios espa?oles le entrevistaron, excepto EL PA?S. Pero ¨¦sa es una prerrogativa indiscutida de cada medio.
Dado el car¨¢cter global de la queja, he solicitado a Javier Moreno, director de EL PA?S, que responda al embajador. Lo ha hecho en estos t¨¦rminos:
1.- EL PA?S no ha silenciado o censurado en modo alguno al embajador de Israel. Se queja de que no pocas cartas suyas o de sus portavoces no han sido publicadas: igual que otras miles de lectores que tampoco se publican por falta de espacio. Ninguna de las misivas del embajador conten¨ªa correcci¨®n alguna a datos o hechos publicados por el peri¨®dico, y s¨ª en cambio abundante propaganda oficial de su Gobierno. Entiendo que el Gobierno israel¨ª dispone de medios suficientes para hacer llegar su posici¨®n a la opini¨®n p¨²blica, y dudo mucho de que los lectores de EL PA?S la ignoren: se recoge adecuadamente en las cr¨®nicas informativas. Otra cosa es c¨®mo parece entender el embajador su funci¨®n, a tenor de su queja: "Silenciar la voz de los portavoces oficiales de Israel en Espa?a nos parece una versi¨®n extra?a de la libertad de expresi¨®n". La embajada de Israel es una de las dos o tres que no parecen entender cu¨¢l es exactamente su misi¨®n respecto a los medios de comunicaci¨®n: representar la posici¨®n de su pa¨ªs y no s¨®lo la de su Gobierno. El se?or Schutz tambi¨¦n es embajador de los ciudadanos que discrepan de las pol¨ªticas del Ejecutivo de turno y que no le han votado.
2. Con todo, la acusaci¨®n m¨¢s grave es la de que EL PA?S ampara la incitaci¨®n antiisrael¨ª. Nada m¨¢s lejos de la verdad. Una y otra vez el embajador ha recordado que el asesinato en masa de millones de jud¨ªos a manos del r¨¦gimen nazi otorga una gravedad especial a la incitaci¨®n contra Israel o contra los jud¨ªos. Y tiene raz¨®n. EL PA?S siempre ha sostenido que el Holocausto es una tragedia ¨²nica en la historia, que merece un respeto y un tratamiento especial que evite comparaciones banales con otras situaciones. Como prueba de ese respeto, el D¨ªa del Holocausto los embajadores de Israel vienen publicando en EL PA?S un art¨ªculo en recuerdo de la tragedia, privilegio que no tienen otros embajadores. Por eso resulta m¨¢s inaceptable que el se?or Schutz se empe?e en rebajar la significaci¨®n hist¨®rica del Holocausto utiliz¨¢ndolo, directa o indirectamente, para sostener la acusaci¨®n de antisemitismo cada vez que en este diario se discute la pol¨ªtica del Gobierno de Israel en editoriales o art¨ªculos. Es l¨ªcito criticar a su Gobierno en editoriales, art¨ªculos, vi?etas e incluso cartas al director, como lo hacen muchos intelectuales y periodistas israel¨ªes. Honestamente, no creo que se les pueda tachar de antisemitas. Con ello, el embajador cree defender a su pa¨ªs (cuando s¨®lo defiende a su Gobierno), pero hace un flaco favor a la m¨¢s noble causa de Israel y del pueblo jud¨ªo".
3.-Finalmente, me parece que reducir el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª a un desgraciado recuento de muertos de ambos lados, como hace el embajador cuando afirma que "Siria ha derramado mucha m¨¢s sangre ¨¢rabe que Israel", tan solo ilustra, desgraciadamente, el nivel intelectual al que ha llegado la discusi¨®n sobre tanta tragedia."
Dada la descalificaci¨®n global de su trabajo, la Defensora ha recabado la opini¨®n de Juan Miguel Mu?oz. El corresponsal cuenta que la ¨²nica entrevista que ha mantenido con el Sr. Schutz se celebr¨® en el Hotel King David de Jerusal¨¦n, escenario del ataque con explosivos de un grupo paramilitar jud¨ªo en 1946. En aquel atentado murieron m¨¢s de 90 personas. Una placa recuerda a quienes perpetraron el atentado: "Luchadores del Irgun a las ¨®rdenes del Movimiento de Resistencia Hebreo". ?Terroristas? Israel nunca los calificar¨ªa as¨ª. "Es s¨®lo un ejemplo de la complejidad de este conflicto", dice Mu?oz. "Adem¨¢s de la violencia se libra una guerra de propaganda. Todos los implicados son muy activos. Israel hasta le ha puesto nombre: hasbara. Flaco favor hicieron Israel y Egipto a la cobertura honesta de la guerra de Gaza al vetar la entrada de los periodistas extranjeros".
Raphael Schulz considera que el reportaje publicado el 22 de febrero en El Pa¨ªs Semanal, titulado "Gaza despu¨¦s de la masacre", "incluye mentiras, imprecisiones y omisiones que empiezan por el mismo titular y contin¨²an en todo el art¨ªculo. La afirmaci¨®n de que Israel someti¨® a la poblaci¨®n de Gaza a un castigo colectivo es mentira. Israel actu¨® (?) de forma selectiva contra objetivos militares (una mezquita que almacena armas es tambi¨¦n un objetivo militar). Si hay lugar para el uso de la expresi¨®n castigo colectivo ser¨ªa para referirse al castigo al que han sido sometidos los ciudadanos del sur de Israel acosados durante a?os por los misiles y cohetes lanzados por la organizaci¨®n terrorista Ham¨¢s".
El corresponsal rechaza las acusaciones de falsedad y falta de ¨¦tica: "La guerra de Gaza horroriz¨® al mundo. El embajador lo sabe. Lo que desat¨® la ira no es que Israel se defendiera, sino la desproporci¨®n de su respuesta. Es m¨¢s, diplom¨¢ticos israel¨ªes justifican el ataque inicial a las instalaciones policiales del Gobierno de Ham¨¢s, pero rechazan abiertamente la violenta ofensiva por tierra posterior a los ataques a¨¦reos. Lo he comprobado personalmente. Un buen pu?ado de ONG y varios periodistas, todos israel¨ªes, documentan tambi¨¦n los atropellos y con mucha frecuencia van m¨¢s all¨¢ en la cr¨ªtica a su propio gobierno y al Ej¨¦rcito que los corresponsales extranjeros. Es cierto, discrepamos sobre las causas de la actual violencia. A su juicio, el contexto se limita al lanzamiento de cohetes desde 2001. Yo opino que la destrucci¨®n de centenares de pueblos antes y despu¨¦s de la fundaci¨®n del Estado, la expulsi¨®n de la mitad de la poblaci¨®n palestina, y los 41 a?os de ocupaci¨®n tambi¨¦n son muy relevantes".
Expuestos los argumentos, esta Defensora querr¨ªa hacer tambi¨¦n algunas consideraciones. Informar sobre un conflicto tan enconado no resulta f¨¢cil. En paralelo al enfrentamiento armado, ambas partes libran una feroz batalla en el campo de la informaci¨®n. Ambas luchan por conseguir "un relato p¨²blico" favorable a sus posiciones y con frecuencia utilizan t¨¦rminos antag¨®nicos para referirse al mismo hecho. El lanzamiento de cohetes desde Palestina es visto por Israel como un ataque terrorista, mientras los atacantes lo consideran parte de su derecho a la resistencia frente a una ocupaci¨®n ileg¨ªtima. Las incursiones armadas del Ej¨¦rcito israel¨ª son presentadas por su Gobierno como actos necesarios de su derecho a defenderse, mientras desde Palestina son contempladas como terrorismo de Estado. Pero por encima de las versiones de parte, est¨¢n los hechos. No debe confundirse imparcialidad con equidistancia, ni los hechos con sus versiones. La mejor manera de defender el derecho de los lectores a una informaci¨®n veraz es no caer en un periodismo de versiones. Ese es precisamente el tipo de cobertura informativa que debemos evitar.
En este conflicto cada parte utiliza sus estrategias de propaganda, y el periodismo independiente debe saber distinguirlas y pasar por encima de ellas, teniendo en cuenta adem¨¢s que la capacidad de propaganda de las partes tampoco es sim¨¦trica. Pretender que una cobertura equilibrada de un conflicto es aquella que equilibradamente ofrece las versiones de ambas partes significa otorgar ventaja a la que m¨¢s medios puede destinar a hacer prevalecer su versi¨®n por encima de los hechos. En la pr¨¢ctica, supone otorgar las mismas oportunidades a la verdad que a la mentira. Si lo que prevalece no son los hechos, la parte perjudicada por ellos tratar¨¢ de obstaculizar la difusi¨®n de la verdad con versiones o con ruido. Conseguir que las dos versiones aparezcan en plano de igualdad, habr¨¢ sido ya una victoria del que miente.
?Se puede acusar a EL PA?S de mentir cuando afirma que la "incursi¨®n militar" en Gaza se convirti¨® en una trampa mortal para un mill¨®n y medio de palestinos? Ciertamente no era la primera vez que la poblaci¨®n civil era atacada en un conflicto. Pero, ?es o no es cierto que, como ha dicho Naciones Unidas, estos palestinos han sido los primeros civiles a los que se ha impedido huir de una guerra? Pues si no pod¨ªan huir, era una trampa mortal.
No se nos oculta, por otra parte, que la construcci¨®n de un relato p¨²blico influye sobre la realidad. Hasta tal punto que desde ciertos sectores neoconservadores se ha llegado a creer (y practicar) que es posible, no s¨®lo fabricar un relato, sino crear realidad si se consigue imponer en el imaginario colectivo. Recordemos las armas de destrucci¨®n masiva.
Los periodistas nunca debemos olvidar que nuestra primera obligaci¨®n es buscar la verdad, y esta se sustenta en hechos, no en versiones que obedecen a estrategias de propaganda. Tambi¨¦n el env¨ªo sistem¨¢tico de cartas a los directores y responsables de medios como EL PA?S puede formar parte de una estrategia. Incluso la petici¨®n de amparo a la Defensora del Lector. Despu¨¦s de recibir las cartas, esta defensora mantuvo una conversaci¨®n con responsables de la Embajada en t¨¦rminos muy amigables, que contrastan vivamente con el tono de las misivas recibidas. Tal vez este art¨ªculo figure pr¨®ximamente en un lugar destacado del informe que la Embajada de Israel enviar¨¢ a su Gobierno sobre la guerra informativa que se libra en Espa?a con no menos intensidad que la que se libra en el resto del mundo. Y tal vez el embajador reciba una felicitaci¨®n por haber conseguido que lo escriba.
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