H?ndel crea adicci¨®n
La autora Donna Leon y el director Alan Curtis colaboran en recuperar ¨®peras del compositor a los 250 a?os de su muerte
A los 250 a?os de su muerte, que se cumplir¨¢n el d¨ªa 14 de abril, Georg Friedrich H?ndel (Halle, 1685-Londres, 1759) sigue despertando pasiones. Nunca dej¨® de hacerlo. En vida mereci¨® honores y respeto, incluido el de una biograf¨ªa y una estatua p¨²blica. Eso no impidi¨® que su carrera como promotor de conciertos le llevara en m¨¢s de una ocasi¨®n a la ruina econ¨®mica, pero aun as¨ª su prestigio como autor permaneci¨® intacto. En cuanto al reconocimiento post m¨®rtem, que su cuerpo fuera enterrado en la abad¨ªa de Westminster apenas seis d¨ªas despu¨¦s del fallecimiento denota una indiscutida consideraci¨®n.
Cierto, el siglo XIX no fue generoso con ¨¦l. Wagner, que en la segunda mitad de ese siglo dict¨® el canon est¨¦tico, no lo apreciaba. No lleg¨®, sin embargo, al extremo de Berlioz, quien le calific¨® de "tonel de cerdo y cerveza". Alud¨ªa sin duda a su obesidad, algo sobre lo que todav¨ªa se investiga hoy. En el cat¨¢logo de la exposici¨®n abierta hace unos d¨ªas en el n¨²mero 25 de Brook Street, en el barrio londinense de May-fair -morada del compositor en sus ¨²ltimos 36 a?os de vida, y hoy sede del museo dedicado a ¨¦l-, el investigador estadounidense David Hunter explica que el apetito compulsivo que afectaba al autor de El Mes¨ªas obedec¨ªa a causas patol¨®gicas, concretamente a una intoxicaci¨®n continuada por plomo (debida, ay, a la ingesta excesiva de vino). Todo ello le produjo en 1737 un severo ataque de apoplej¨ªa que le dej¨® medio cuerpo paralizado, del cual sin embargo se recuper¨®, tanto como para poder seguir dirigiendo sus obras desde el clavic¨¦mbalo. A?os despu¨¦s, otro ataque mientras dirig¨ªa El Mes¨ªas le llev¨® a la tumba.
El m¨²sico de Halle llena teatros y salas de conciertos en su aniversario
S¨®lo en los ¨²ltimos 20 a?os la recuperaci¨®n de la obra h?ndeliana puede considerarse en fase de culminaci¨®n, si bien no concluida. Faltaba por rescatar su colosal legado oper¨ªstico -?43 t¨ªtulos!-, escrito antes de su establecimiento en Londres en 1712, que determin¨® su preferente dedicaci¨®n al oratorio, g¨¦nero m¨¢s apreciado en Inglaterra.
Una de las personalidades m¨¢s destacadas en esta tarea es el clavecinista, director y music¨®logo Alan Curtis, que precisamente ayer dirig¨ªa en la Semana de M¨²sica Religiosa de Cuenca el oratorio Theodora al frente de su grupo Il Complesso Barocco. Y en Cuenca se hallaba tambi¨¦n, para dar una conferencia, la musa y mentora de Curtis -ha contribuido a financiar varias de sus grabaciones-, Donna Leon, escritora de novelas policiacas, creadora del inspector veneciano Guido Brunetti. Les unen H?ndel y la pasi¨®n por Italia. Leon vive en Venecia, Curtis en la campi?a toscana. Su joint-venture art¨ªstica es ciertamente poco com¨²n: ambos accedieron a comentarla para EL PA?S.
Pregunta. ?C¨®mo y cu¨¢ndo nace esa colaboraci¨®n?
Alan Curtis. En un tren de Tur¨ªn a Venecia. Yo hab¨ªa invitado a Donna a un Orfeo de Gluck, que dirig¨ª all¨ª. Era en 1991, antes del nacimiento de Brunetti. Nos pusimos a hablar y enseguida sintonizamos.
Donna Leon. Soy una yonqui de H?ndel.
P. En su primera novela, Muerte en La Fenice, ya aparece un personaje devoto de H?ndel y Mozart. ?C¨®mo naci¨® esa novela?
D. L. Por una apuesta con Gabriele Ferro . Quer¨ªa ver si era capaz de matar a un director alem¨¢n en La Fenice, escribir una novela sobre eso. Hac¨ªa poco que hab¨ªa muerto un director alem¨¢n muy soberbio [no dice qui¨¦n: ?Karajan?] y eso me impuls¨®.
P. La m¨²sica alemana no parece caerle bien. Su opini¨®n sobre Wagner...
D. L. Calle, calle. Una vez uno de sus ac¨®litos me hizo tragar un Trist¨¢n entero. Tard¨¦ varias semanas y una Semele [de H?ndel] con Cecilia Bartoli en eliminar las secuelas.
P. Pero H?ndel es saj¨®n.
D. L. Para m¨ª es italiano.
P. ?Para usted tambi¨¦n, se?or Curtis?
A. C. Me parece un buen cumplido. Es un m¨²sico que habla con el coraz¨®n, y en este sentido es internacional. Pero en el fondo es un hombre nacido en el luteranismo. Luego se convirti¨® al anglicanismo, pero su religiosidad siempre fue la misma: una moralidad, m¨¢s que una teolog¨ªa.
D. L. No predica, como hace el Papa, no se impone, deja en libertad al espectador. Estoy m¨¢s orgullosa de las ¨®peras que he ayudado a montar a Alan que de mis libros.
P. No lo dir¨¢ en serio.
D. L. Y tanto. Escribir es mi trabajo, no escucho m¨²sica cuando escribo. H?ndel es la pasi¨®n.
P. ?Tienen m¨¢s proyectos en cartera?
A. C. Por supuesto, queda mucho por descubrir. Y no s¨®lo de H?ndel. Niccol¨° Jomelli, Vivaldi... Pero Donna se resiste un poco a dejar a H?ndel.
D. L. Es que es tan fant¨¢stico... Pero no durar¨¢. Cuando yo era ni?a estaba de moda Carmen Miranda. Hoy, ?qui¨¦n se acuerda de ella? Todo son modas. Igual H?ndel tambi¨¦n se olvida.
Rarezas en Cuenca
"Ponga, por favor, que ¨¦ste es un gran festival, de los que ya no quedan. En Italia, el de Spoleto, que fund¨® Menotti, hace aguas por todas partes".
Apasionada Donna Leon. Pero lleva raz¨®n: el festival conquense tiene car¨¢cter, esto es l¨ªnea propia, algo cada vez menos frecuente. Aparte de con el oratorio Theodora,
la semana conmemor¨® el 250? aniversario de la muerte de H?ndel con otra obra suya muy poco programada, la
Pasi¨®n de Brockes,
as¨ª llamada por su libretista, el poeta Barthold Heinrich Brockes. H?ndel la compuso en 1712 para Hamburgo, poco antes de establecerse en Londres, y es en efecto una obra m¨¢s pr¨®xima a la ¨®pera que a la funci¨®n lit¨²rgica. La interpretaci¨®n, brillant¨ªsima, corri¨® a cargo de los grupos Concerto Copenhague y Ars Nova Copenhage.
Otro int¨¦rprete de renombre que estos d¨ªas se encuentra en Cuenca -es un habitual- es el violinista Fabio Biondi. Al frente de su grupo, L'Europa Galante, ofreci¨® el martes en la iglesia de San Miguel una verdadera exquisitez: el oratorio
Faraone Sommerso
, del napolitano Nicola Fago (1677-1745), con Roberta Invernizzi encabezando un reparto vocal de gran altura.
Babelia
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