Cortejo a Turqu¨ªa
El conciliador mensaje de Obama al mundo musulm¨¢n es un punto crucial de su gira europea
El cierre en Turqu¨ªa de la lucida gira europea de Barack Obama, justo antes de una escala sorpresa en Bagdad que demuestra los reflejos del presidente estadounidense, es probablemente la decisi¨®n m¨¢s significativa del intenso viaje-presentaci¨®n destinado a plantar las semillas de las nuevas relaciones transatl¨¢nticas. Si en Londres o Praga Obama asisti¨® a cumbres bien coreografiadas, donde ha impulsado un G-20 reformista, conseguido un moderado apoyo a sus planes para Afganist¨¢n o desvelado una iniciativa para rebajar los arsenales nucleares, todo ello en el gui¨®n, en el Parlamento de Ankara el reto era mayor. Desde la puerta de entrada al mundo musulm¨¢n, un presidente de Estados Unidos se ha esforzado por explicar con la solemnidad requerida que su pa¨ªs no est¨¢ en guerra con el islam, una idea que ha calado en los ¨²ltimos a?os como consecuencia de las pol¨ªticas seguidas por Bush en Irak o Afganist¨¢n o a prop¨®sito del conflicto palestino-israel¨ª. El inquilino de la Casa Blanca besando en las mejillas a un l¨ªder turco, Erdogan, no es cosa que se vea todos los d¨ªas.
Turqu¨ªa, miembro clave de la OTAN como puente entre Europa y Asia, es pol¨ªtica y militarmente un aliado decisivo para EE UU, con influencia en Oriente Pr¨®ximo y el sur del C¨¢ucaso. Interlocutor privilegiado de Washington en los m¨¢s importantes conflictos abiertos con el mundo isl¨¢mico, desde los palestinos, hasta Irak y Afganist¨¢n, el Gobierno del conservador Erdogan desempe?a un discreto papel mediador entre Israel y Siria, tiene hilo directo con Ham¨¢s o Sud¨¢n y lleva valiosos recados a Ir¨¢n, r¨¦gimen con el que Obama quiere el deshielo y al que los aliados occidentales acaban de invitar de nuevo a dialogar sobre sus ambiciones nucleares. Pero a la vez que Turqu¨ªa dispone de algunos de los canales de comunicaci¨®n de los que EE UU carece en la regi¨®n, es tambi¨¦n uno de los pa¨ªses del mundo m¨¢s consistentemente antiamericanos. Esta militancia popular, acusada exponencialmente en la presidencia de George W. Bush, carga m¨¢s de significado el conciliador mensaje de Obama desde la atalaya turca.
A cambio de lo mucho que EE UU espera de Turqu¨ªa, Obama probablemente est¨¦ dispuesto a olvidar su promesa electoral de impulsar en el Congreso la calificaci¨®n de "genocidio" para las matanzas turcas de armenios en 1915, ahora que ambos enemigos hist¨®ricos parecen a punto de concluir un acuerdo de relaciones diplom¨¢ticas mediado por Suiza. Como anticipo a cuenta de la estrecha alianza que Washington quiere potenciar, Obama ha urgido a la Uni¨®n Europea para que acoja las aspiraciones de integraci¨®n turcas, en un momento en que hay evidentes signos de distanciamiento entre Ankara y Bruselas. Coinciden en ello un claro e inquietante enfriamiento del otrora fervor prodemocr¨¢tico y reformista de Erdogan y el fortalecimiento de los puntos de vista franc¨¦s y alem¨¢n sobre la conveniencia de dar tiempo al tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.