HASTA EL MO?O DE SLUMDOG
Vinay Rai es un guaperas de manual. Cuerpo dos por dos, tez morena impecable, ojos viciosillos en constante b¨²squeda y sonrisa f¨¢cil con un toque de condescendencia que deja a la vista una dentadura modelada por la ingenier¨ªa. No es de extra?ar que su llegada robe todas las miradas en uno de los restaurantes m¨¢s selectos de Bangalore. Es el arquetipo del h¨¦roe de las pel¨ªculas masala, esas que duran tres horas y media y est¨¢n salpicadas de bailes surrealistas. Rai es el que suele llevarse al huerto a la hero¨ªna, siempre fuera de plano y s¨®lo tras un dur¨ªsimo proceso de cortejo, bajo promesa de matrimonio y tras varias danzas y contradanzas. O el que muere despu¨¦s de haber exterminado a una legi¨®n de tipos malvados que le ha hecho la vida imposible durante 180 minutos de metraje.
"India quiere evasi¨®n. Bollywood es magia. El realismo pertenece a Hollywood" (Iqbal M. Khan)
"Las 'pelis' de Boyle o Mira Nair son como la comida india que llega a Occidente" (Arjun Bhasin)
Pero Rai, que con cuatro pel¨ªculas a sus espaldas es un reci¨¦n llegado con suerte, empieza a estar cansado de los personajes planos que transitan por las diferentes versiones de la misma historia patentada por Bollywood. "No quiero encasillarme, y creo que ¨¦ste es el momento adecuado para probar cosas nuevas. La industria del cine ha llegado en India a un punto de inflexi¨®n gracias al desembarco de los cines multisala. Se ha segmentado el p¨²blico y existe demanda suficiente para el cine independiente". Todav¨ªa tiene que rodar un par de bailes en las playas tailandesas de Pattaya para su ¨²ltimo largometraje, pero asegura que cambiar¨¢ de personaje con cada pel¨ªcula, algo impensable en un star system que copia el de la ¨¦poca dorada de Hollywood. Hace veinte a?os, a Rai lo habr¨ªan tomado por loco.
A Rajat Kapoor, tambi¨¦n. Es dif¨ªcil mirar a este actor-director-productor sin sentir una aprensi¨®n que roza el odio. Para el p¨²blico occidental, es el t¨ªo capullo que trataba de abusar sexualmente de la peque?a de la familia en La boda del Monz¨®n, de Mira Nair, una directora que cosecha ¨¦xitos discretos en su pa¨ªs de origen "porque tiene una visi¨®n occidental del cine". Para la audiencia india, Kapoor es el actor que estuvo 40 d¨ªas sin ducharse con el fin de dar veracidad a su papel de presidiario en la reci¨¦n estrenada Siddhart: el prisionero. ?l se considera director y productor de pel¨ªculas independientes y su casa, a las afueras de Bombay, tiene un fuerte aroma underground. Pero lo cierto es que la industria del cine indio del siglo XXI le permite ser todo eso porque vive una revoluci¨®n sin precedentes acentuada por el crecimiento de una clase media que ya suma 150 millones de personas, y que est¨¢ harta de estereotipos en 35 mil¨ªmetros.
La primera pel¨ªcula de Kapoor, Private detective, no pudo siquiera ser estrenada. Ahora, el director espera rodar tres nuevas pel¨ªculas —"nada de danzas"— y parece que no le va a faltar el presupuesto. "Mi primer largo se film¨® con 60.000 euros que cost¨® un milagro conseguir; ahora no tengo problema en convencer a los productores de que presupuesten 250.000 por proyecto [la media en Bombay, meca de Bollywood, ronda los tres millones]. Se han dado cuenta de que con el cine independiente el riesgo econ¨®mico es menor y, sin embargo, un ¨¦xito puede dar frutos muy superiores a los de un blockbuster masala".
Hay quien se resiste a conceder un espacio creciente a la nueva hornada de escultores de celuloide. Iqbal M. Khan, director de uno de los estudios con mayor historia de India, Mehboob, representa al sector m¨¢s tradicional y responde con un gesto despectivo cuando se menciona el cine independiente indio. "El p¨²blico quiere entretenimiento, diversi¨®n. No realidad. Bollywood es magia. El realismo pertenece a Hollywood, raz¨®n por la que los americanos tampoco tienen aqu¨ª la cuota de mercado del resto del mundo. En este pa¨ªs viven m¨¢s de 1.300 millones de personas, pero s¨®lo un peque?o porcentaje tiene el nivel educativo necesario para entender un filme independiente, y pocos hablan ingl¨¦s. Quieren bailes, romance, hero¨ªsmo, tragedia y estrellas a la antigua usanza. En definitiva, evasi¨®n". El debate est¨¢ servido.
Algo pasa con 'Slumdog millionaire'
"El filme de Danny Boyle ha tenido ¨¦xito porque en Occidente pervive una imagen rom¨¢ntica de lo que es India, y se explota en un momento en que el pa¨ªs se ha convertido en un destino sexy por su potencial econ¨®mico", dice Avantika Akerkar. Esta actriz vocacional ha participado en una treintena de obras de teatro, pel¨ªculas y series de televisi¨®n producidas en Bombay: desde superproducciones masala hasta Los mon¨®logos de la vagina, una obra que, despu¨¦s de escandalizar a India, se ha mantenido en cartel m¨¢s de un a?o. La decoraci¨®n del piso de esta mujer en¨¦rgica refleja una fusi¨®n de elementos occidentales e indios que tambi¨¦n corre por sus venas. Akerkar tacha el filme de Boyle de mediocre, pero reconoce que, "aunque no tiene nada que ver con Bollywood, puede ser un revulsivo para la industria del cine en India".
Todos coinciden en que un hind¨² nunca habr¨ªa rodado una pel¨ªcula como esa. Algunos con timidez, otros con fiereza, todos la critican en India. Incluso quienes ven en Slumdog millionaire la oportunidad que el cine indio estaba esperando para dar el salto definitivo al mercado global y atraer el capital de un Hollywood necesitado de savia nueva. "Cuando vengan las grandes productoras estadounidenses aprenderemos sus t¨¦cnicas de marketing y de cinematograf¨ªa", asegura Iqbal M. Khan. "Quiz¨¢s entonces seamos capaces de producir pel¨ªculas exportables m¨¢s all¨¢ del p¨²blico indio que vive en el extranjero".
Lo que ninguno de los entrevistados por EP3 niega es que Slumdog millionaire ha creado un debate interno que acelerar¨¢ los cambios en el cine indio y en su p¨²blico. Arjun Bhasin, dise?ador de vestuario y director de moda de la edici¨®n india de la revista GQ, lo explica en pocas palabras mientras su iPhone echa humo: "Hace s¨®lo cinco a?os habr¨ªa sido imposible estrenar Mi nombre es Harvey Milk en Bombay, pero hoy las salas en las que se proyecta est¨¢n llenas". El p¨²blico indio de clase media, todav¨ªa una minor¨ªa, exige mayor profundidad de gui¨®n, "pero el occidental que no entienda lo que es India jam¨¢s podr¨¢ disfrutar de una pel¨ªcula de Bollywood, por muy independiente que sea. Tendr¨¢ que quedarse con suced¨¢neos como los de Mira Nair o Danny Boyle". Son como la comida india cuando llega a Occidente: "Productos modificados para agradar al paladar local".
Bollywood se escribe con K y con T
De doce pel¨ªculas que ha dirigido Saran (a secas), diez han sido superhits. O sea, han estado en cartel m¨¢s de 150 d¨ªas. Pero no son filmes de Bollywood, sino de Kollywood, una industria que produce unos 120 largometrajes al a?o (de Bombay sale una media de 600). La K se la deben al distrito donde se ruedan, Kodambakkam, situado en Chennai, la ciudad natal del ganador de dos Oscar musicales por Slumdog millionaire, ahora h¨¦roe nacional, A. H. Rahman. Aqu¨ª no filman en hindi, sino en tamil, el idioma del estado sure?o de Tamil Nadu.
Curiosamente, este cine regional que tiene en el estado de Andhra Pradesh otro polo de actividad similar, Tollywood (la T viene de la lengua teleg¨²), es el que est¨¢ impulsando cambios en la estructura narrativa del cine indio. "Hemos sido los primeros en dar carpetazo a la t¨ªpica historia del bien contra el mal, y hemos introducido personajes m¨¢s complejos. Tampoco hacemos ascos a la tem¨¢tica social".
El m¨¦rito es doble. El presupuesto medio en Chennai es un tercio del disponible en Bollywood y, por regla general, el rodaje se tiene que finalizar en dos meses. "No se puede pedir que los actores hagan maravillas en este tiempo, y eso lastra su verosimilitud. Son malos", reconoce Saran. "Algunos incluso filman dos o tres pel¨ªculas a la vez", a?ade horrorizado Vinay Rai.
Sin embargo, Kollywood ha creado grandes t¨¦cnicos. Balusubramaniem Kathiresan es uno de ellos. Este director de fotograf¨ªa es uno de los que ya tienen preparado su salto al cine occidental. Despu¨¦s de trabajar con Saran, pronto empu?ar¨¢ la c¨¢mara para una producci¨®n francesa. "Contamos con tan pocos medios que tenemos que dar rienda suelta a la imaginaci¨®n para obtener buenos resultados. Con la tecnolog¨ªa y el dinero que tiene Hollywood nuestro trabajo ser¨ªa mucho mejor que el de sus t¨¦cnicos". Parece que su opini¨®n es muy compartida, y ya ha comenzado el ¨¦xodo de profesionales de Kollywood que hace las Am¨¦ricas.
Verdaderos 'slumdogs' al ataque
En Chennai, Sriram Ayer est¨¢ exultante. Gracias a Danny Boyle y al inter¨¦s que se ha despertado por el cine indio y por las problem¨¢ticas sociales del pa¨ªs, la ONG que dirige, Nalandaway, ha conseguido llevar su actividad a una cota con la que nunca antes hab¨ªa so?ado. "Utilizamos las artes visuales para ayudar a ni?os especialmente vulnerables", explica. "Producimos cortometrajes en los que ellos mismos plasman la realidad. Sirven de terapia, potencian su creatividad y provocan un debate social". Ahora, de la mano de la productora hollywoodiense Warner Bros, que aportar¨¢ los 300.000 euros que cuesta su producci¨®n y que se encargar¨¢ de la distribuci¨®n mundial, estos verdaderos slumdogs (literalmente, "perros de chabola") van a protagonizar el largometraje Rangarattinam, un proyecto que se estrenar¨¢ este oto?o.
"Narra la historia de nueve ni?os de entre 7 y 14 a?os, todos ellos seropositivos, que se escapan del orfanato en el que viven para ir a visitar a una de sus amigas, a la que el sida est¨¢ matando en un hospital de la ciudad. La pel¨ªcula sirve para contar lo que les sucede durante el viaje y, de paso, mostrar lo que supone vivir con el VIH en India". Ser¨¢ la respuesta india a la visi¨®n occidental de sus problemas sociales. "No faltar¨¢ realismo, pero tampoco un par de bailes. Y dar¨¢ la profundidad que le falta a la pel¨ªcula de Boyle". Eso s¨ª, todav¨ªa tendremos que esperar al menos un a?o para verla en nuestras pantallas y juzgar si el cine indio sabr¨¢ hacerse un hueco en el mercado mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.