?Cuidado con la cartera!
Coincidiendo con las salidas y entradas de Madrid t¨ªpicas de estas fiestas, se han producido salidas y entradas en el Gobierno. Unos se van y otros vienen, unos se apean y otros suben al tren. Los ya antiguos no tienen m¨¢s remedio que verse cara a cara con los nuevos y decir algo ingenioso para demostrar que no se han tomado a mal que los quiten. "?Qu¨¦ suplicio!, encima tengo que hablar", piensa el del adi¨®s, mientras que los nuevos s¨®lo tienen que sonre¨ªr y dejarse querer, aunque quiz¨¢ sea ¨¦ste el momento de ir pensando en la frase ingeniosa de una futura despedida para adelantarse y tener ese trabajo hecho, no sea que dentro de equis tiempo, con la emoci¨®n de ¨²ltima hora y tener que recoger el despacho deprisa y corriendo, se quede uno sin palabras.
La Semana Santa nada tiene que ver con la de los tiempos en que se paralizaba la vida
Personalmente, si yo fuese una o uno de los ministros salientes, me habr¨ªa agarrado al esp¨ªritu de la crisis, a la necesidad del ahorro y a la econom¨ªa del lenguaje y, al entregar la cartera, habr¨ªa dicho simplemente: "Toma". Y se acab¨®, me habr¨ªa vuelto a mi sitio junto a la pared y me habr¨ªa dedicado a mirar al techo, que para eso los artistas se han dejado las cervicales pintando hermosos frescos, para que uno pueda distraerse de la dura realidad.
Sin embargo, se trata de una ceremonia que a los ciudadanos nos gusta y echamos de menos que no dure un poco m¨¢s. Es demasiado r¨¢pida, no nos da tiempo de ver c¨®mo van vestidos, ni de analizar las miradas, ni profundizar en el tono de las frases, que pedir¨ªamos que fuesen m¨¢s ir¨®nicas, m¨¢s de doble filo, con m¨¢s juego para comentar en casa. Casi todo el espacio lo ocupa una gran cartera negra, s¨ªmbolo de entrega de poderes, que casi siempre se presta a alguna an¨¦cdota como que en lugar de ministro ponga ministra o al rev¨¦s o que en la de Educaci¨®n hayan tenido que borrar algo.
?Es que no nos podemos permitir comprarle una cartera nueva al ministro? ?Tiene que ser esa y s¨®lo esa con vocales borradas unas encima de otras y palabras enteras tachadas con t¨ªpex? Quiz¨¢ se trate de una bella met¨¢fora sobre la ef¨ªmera temporalidad del cargo, de modo que el ministro siempre tenga la cartera a mano, junto a la mesa del despacho, para de un vistazo recordar que antes hubo otros y que despu¨¦s tambi¨¦n los habr¨¢ y que todos han dejado y dejar¨¢n sus huellas en esa machacada cartera. Esa cartera representa el tiempo, por eso es negra como el cosmos y abultada como el vac¨ªo. Es un trozo de materia oscura que se pasan unos a otros tratando de desentra?arla.
?Hasta qu¨¦ edad se remontan estos enormes carterones negros, a la Edad del Bronce? Y otra curiosidad, ?se usan s¨®lo en estos actos o los ministros y ministras guardan dentro el ordenador? La verdad es que precisamente una cartera le habr¨ªa venido bien al jefe antiterrorista de Scotland Yard que llevaba bajo el brazo, como si fuesen unos apuntes de clase, una informaci¨®n de m¨¢ximo secreto que pod¨ªa leer cualquier que pasara por su lado y sobre todo que pudo ser fotografiada por teleobjetivos. Estoy completamente a favor de las carteras ministeriales, y espero que nunca se sustituyan por un pendrive, porque no habr¨ªa ceremonia ni met¨¢fora.
Tambi¨¦n podr¨ªa significar algo que el cambio de ritmo del Gobierno haya ocurrido en Semana Santa, que a diferencia de las Navidades no tiene fecha fija. Unas veces cae en marzo, otras en abril, lo que est¨¢ muy bien porque as¨ª tenemos tradici¨®n, pero no monoton¨ªa. Aunque no es monoton¨ªa lo que nos sobra, porque acabamos de venir de las Fallas y ya termina la Semana Santa y a continuaci¨®n nos espera la Feria de Abril y San Isidro, y mis queridas fiestas de San Antonio de la Florida. Ahora la Semana Santa no tiene nada que ver con la de aquellos tiempos en que se paralizaba la vida y no ten¨ªas m¨¢s narices que ver Los Diez Mandamientos y escuchar m¨²sica religiosa o escaparte a alguna playa, porque a las dictaduras siempre les ha encantado entristecer a la gente. Cuando estamos tristes tenemos menos energ¨ªa y menos capacidad de respuesta, somos m¨¢s manejables. Y lo que tienen las procesiones es que, en medio de todo lo que significan y que le sirvi¨® a Mel Gibson para rodar ese otro Apocalypto, en versi¨®n lat¨ªn, llamado La pasi¨®n de Cristo, es que son alegres y los que participan lo pasan bien, aunque algunos hayan querido agriar la fiesta con los dichosos lazos blancos.
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