El fracaso escolar, ?cuesti¨®n de sexo?
El elevado descalabro educativo espa?ol (30,8%) es un asunto masculino - Las alumnas obtienen un rendimiento superior
"Tenemos un problema muy serio con los chicos", resume el profesor Antonio Matamala, tras descomponer, para el periodista, la f¨®rmula en la que se sustenta nuestro modelo educativo: "Dos medidas de comprensi¨®n lectora, dos de atenci¨®n en clase y dos de esfuerzo personal". A juicio de este pedagogo, director de Bachillerato del colegio Liceo Europeo de Madrid, el problema es que buena parte de los alumnos varones se muestran incapaces de cumplir con esas exigencias m¨ªnimas. Se mire como se mire: por cursos y ciclos acad¨¦micos, por autonom¨ªas o redes de titularidad p¨²blica o privada, resulta ya innegable que las alumnas obtienen un rendimiento sustancialmente superior al de los chicos a lo largo de todo el sistema educativo. Es una noticia inc¨®moda, incluso, exc¨¦ntrica, pero tan persistente que ha acabado por romper el pudoroso cors¨¦ de la correcci¨®n pol¨ªtica.
M¨¢s del 80% de los alumnos conflictivos suelen ser chicos, seg¨²n unos estudios
En la educaci¨®n, el sexo d¨¦bil es claramente el masculino
El 36% de los muchachos salen del sistema escolar sin terminar la ESO
Ellas se siguen mostrando reticentes ante las carreras cient¨ªficas
La variable de g¨¦nero ha sido poco utilizada en la estad¨ªstica oficial
El porcentaje de licenciaturas logrado por las mujeres ronda ya el 61%
Los chico estudian una media de tres horas semanales, las chicas ocho
Los varones repetidores (49%) casi doblan a las f¨¦minas (26%)
Reconozc¨¢moslo abiertamente: el desastre del elevado fracaso educativo espa?ol (30,8% en 2006) y el abandono escolar temprano son un asunto esencialmente masculino. Sin la abultada contribuci¨®n de los varones a ese descalabro, en el que la inmigraci¨®n contribuye s¨®lo en una porci¨®n m¨ªnima, las alumnas espa?olas no estar¨ªan muy por debajo de la media educativa de los pa¨ªses de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), establecida en el Informe PISA. Y lo que tenemos, en la antesala de la sociedad del conocimiento, es que m¨¢s del 36% de los muchachos y el 25% de las chicas salen del sistema escolar sin ni siquiera haber cubierto la Ense?anza Secundaria Obligatoria (ESO); j¨®venes con una formaci¨®n acad¨¦mica m¨ªnima y ni oficio, ni beneficio. El objetivo comunitario de reducir el fracaso escolar al 15,5% en 2010 se ha convertido para Espa?a en una amarga quimera.
?Vamos a un modelo de pareja com¨²n en la que el var¨®n es manifiestamente m¨¢s iletrado que la mujer? Porque en la educaci¨®n, el sexo d¨¦bil es claramente el masculino. "Hay chavalas con una capacidad impresionante; sacan unas notas excelentes, hacen montones de extraescolares: ballet, deporte, piano, militan en una ONG y encima, ayudan en su casa", se admira Matamala. Las chicas lo hacen ya mejor en los primeros a?os de escolarizaci¨®n y ese rendimiento diferencial superior se mantiene, con altibajos, a lo largo del recorrido educativo hasta desembocar en la Universidad. En los ¨²ltimos a?os, el porcentaje de licenciaturas universitarias conseguido por las mujeres se sit¨²a en torno al 61%. Y eso, pese a que las chicas contin¨²an estando m¨¢s retrasadas en las asignaturas de matem¨¢ticas y f¨ªsica y que, por lo mismo, siguen mostr¨¢ndose reticentes ante las carreras cient¨ªfico-t¨¦cnicas. La directora del Instituto de la Mujer, Rosa Per¨ªs, achaca a razones culturales esa pobre representaci¨®n femenina, cercana al 30%.
"Las carreras t¨¦cnicas les dan miedo porque ellas son muy pr¨¢cticas y buscan salidas profesionales m¨¢s compatibles con el proyecto de fundar una familia, tener hijos...", explica, a su vez, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Garc¨ªa Mart¨ªnez. Seg¨²n eso, el estancamiento en el n¨²mero de catedr¨¢ticas y de personal docente femenino universitario (36,1%) y la falta de correspondencia entre la superior formaci¨®n de las mujeres y su lugar en el mercado laboral tiene que ver con su voluntad de procrear, una suerte de "mandato de g¨¦nero" que trunca, a menudo, trayectorias profesionales brillantes. La discusi¨®n est¨¢ en si el denominado "techo de cristal" (expresi¨®n que designa los obst¨¢culos supuestamente invisibles que impiden a las mujeres ocupar puestos de responsabilidad para los que est¨¢n preparadas) depende s¨®lo de factores culturales o influyen tambi¨¦n elementos biol¨®gicos. En cualquier caso, la conciliaci¨®n entre la vida laboral y familiar se revela como una necesidad urgente, puesto que ning¨²n pa¨ªs -no, desde luego, Espa?a-, puede permitirse el lujo de prescindir de la riqueza potencial que conlleva la formaci¨®n de las mujeres.
La variable de g¨¦nero ha sido poco utilizada en la investigaci¨®n estad¨ªstica oficial, aunque pocos directores de centros de ense?anza dudan, a estas alturas, de la significaci¨®n de las diferencias entre el comportamiento educativo masculino y femenino. A falta de datos oficiales y sin pretensiones cient¨ªficas mayores, algunos pedagogos han optado por confeccionar sus particulares estad¨ªsticas para poder calibrar el alcance del fen¨®meno, siquiera en el plano dom¨¦stico. La de Matamala, que cubre los cuatro cursos de la ESO y los dos de Bachillerato, muestra que en los seis ejercicios acad¨¦micos el n¨²mero de varones suspendidos en m¨¢s de tres asignaturas super¨® siempre al de las chicas. Los propios estudios del Ministerio de Educaci¨®n establecen que entre los estudiantes que acaban la ESO el porcentaje de varones repetidores (49%) dobla, pr¨¢cticamente, al de las mujeres (26%).
Pero es que, adem¨¢s, los premios extraordinarios por rendimiento acad¨¦mico o esfuerzo personal pertenecen a las mujeres de forma tan abrumadora que, en algunos centros, se priman los m¨¦ritos masculinos para evitar que los varones se sientan convidados de piedra en la fiesta. En la pr¨¢ctica, la "discriminaci¨®n positiva" lleva tiempo ejerci¨¦ndose en determinadas universidades privadas que buscan asegurar un cierto equilibrio de matr¨ªculas masculinas y femeninas. "S¨¦ de una universidad, cuyo nombre no dir¨¦, en el que las mujeres necesitan medio punto m¨¢s de nota media para poder ser admitidas", indica un profesor. Aunque, por lo general, las diferencias se recortan en el Bachillerato -en la etapa en la que los asuntos amorosos ocupan buena parte del universo mental femenino y los chicos reaccionan con una mejor disposici¨®n para el estudio-, el retraso no termina nunca de enjugarse totalmente a efectos de la mayor¨ªa estad¨ªstica. De hecho, el reparto m¨¢s equitativo de los suspensos no permite recuperar todo lo perdido, ni deshacer la ventajosa posici¨®n que ocupan las mujeres en la franja de los sobresalientes y notables. El porcentaje de chicas que se grad¨²an en la ense?anza posobligatoria (Bachillerato, en la rama acad¨¦mica) supera en 12 puntos al de los hombres. El 58,25 % de los alumnos que se matricularon en la Universidad en 2007 fueron mujeres.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que este fen¨®meno, generalizado dentro del mundo desarrollado, se produzca en nuestro pa¨ªs de forma bastante m¨¢s acusada? Aceptado que el nivel de inteligencia es igual entre los sexos y que la escuela tiene vocaci¨®n igualitaria (a diferencia en, muchos casos, de la familia y del mercado de trabajo) las explicaciones se centran, sobre todo, en la m¨¢s temprana maduraci¨®n ps¨ªquica y f¨ªsica de las mujeres. "No se puede generalizar, pero a ciertas edades, las chicas son m¨¢s espabiladas", sostiene Dolores Villalba, directora de un colegio p¨²blico de Primaria en Vallecas (Madrid). "Maduran antes, son m¨¢s constantes y estudiosas", apunta, a su vez, Juan Jos¨¦ Nieto, director de un instituto de Secundaria.
Encuestas llevadas a cabo en una serie de institutos muestran que en la ESO y el Bachillerato los chicos estudian una media de tres horas semanales, mientras que las chicas dedican a esa tarea alrededor de ocho. A la vista de estos datos, est¨¢ claro que demasiados ni?os pasan demasiado tiempo con los videojuegos y matan las horas ante el televisor en lugar de hacer sus deberes y tambi¨¦n que las chicas trabajan y se esfuerzan m¨¢s. "Ellas son m¨¢s aplicadas porque tambi¨¦n son m¨¢s conscientes de la importancia de la educaci¨®n. Hay que tener en cuenta que en los niveles de formaci¨®n bajo la tasa de paro femenino es muy superior", subraya la directora del Instituto de la Mujer. Tambi¨¦n se implican m¨¢s en la clase. "De ocho manos que se levantan para formular una pregunta acad¨¦mica, siete son chicas", comenta Matamala.
Y eso, por no hablar del comportamiento masculino en esas edades en las que la testosterona desbocada causa estragos. Los estudios del colegio Montessori y la experiencia de otros centros muestran que m¨¢s del 80% de los alumnos conflictivos suelen ser chicos. Ellos acaparan los partes de incidencia y las expulsiones, protagonizan la gran mayor¨ªa de los actos de indisciplina y las agresiones. En contraste con esa caracter¨ªstica f¨ªsica, algunos pedagogos detectan entre las chicas una "agresividad psicol¨®gica alta" de efecto igualmente pernicioso. La expresi¨®n "son un horror", referida a los ni?os, m¨¢s indisciplinados, desordenados, inconstantes, se escucha, sobre todo, en Primaria de boca de un profesorado abrumadoramente femenino. De ah¨ª, que, especialistas como el propio Matamala, propugnen reequilibrar la composici¨®n por sexos del profesorado. "Hay profesoras que como no logran entender los comportamientos de los ni?os varones corren el riesgo de incurrir en falta de empat¨ªa", se?ala.
Lo que parece claro es que el dominio temprano de la lectura y la escritura -de acuerdo con una serie de informes, en estas materias, las mujeres llegan a acumular una ventaja de hasta a?o y medio-, contribuye poderosamente al mejor rendimiento continuado. Seg¨²n el Informe PISA 2006, las alumnas espa?olas aventajan en 35 puntos a los chicos en el ¨¢rea de escritura, lengua y comprensi¨®n lectora, frente a los nueve puntos de retraso que arrastran en matem¨¢ticas.
"Nuestro sistema educativo est¨¢ en crisis, sobre todo, porque aplicamos la misma metodolog¨ªa a chicos y chicas sin tener en cuenta sus notables diferencias biol¨®gicas, el dimorfismo cerebral que explica sus distintos comportamientos", sostiene la profesora de derecho administrativo de la Universidad Carlos III, de Madrid, Mar¨ªa Calvo Charro, autora de numerosos trabajos sobre la educaci¨®n. A su juicio, "las chicas se adaptan mejor al sistema gracias a su precocidad en el habla y la escritura, mientras que los chicos adquieren mayor facilidad para el pensamiento l¨®gico matem¨¢tico y el razonamiento abstracto".
Madre de dos chicas y dos chicos y presidenta en Espa?a de la Asociaci¨®n Europea para la Educaci¨®n Diferenciada, Calvo Charro sostiene que la educaci¨®n mixta de aplicaci¨®n metodol¨®gica com¨²n ha dejado de tener sentido, a la luz de la experiencia y de los actuales conocimientos cient¨ªficos.
"Hay m¨²ltiples y crecientes ejemplos en Estados Unidos, Australia y Europa que demuestran", subraya, "que aplicar a los chicos y chicas metodolog¨ªas y ritmos diferentes contribuye a mejorar sus rendimientos escolares. En la educaci¨®n diferenciada o especializada por sexos como le llamamos, las muchachas est¨¢n m¨¢s centradas y tranquilas, menos pendientes de los chicos". Asegura que ellas mejoran en matem¨¢ticas y f¨ªsica y los chavales, que, a su juicio, precisan un ambiente m¨¢s competitivo y disciplinado, progresan en lenguaje. "Veo ventajas y ning¨²n inconveniente. No es una cosa de la derechona, no se trata de volver a segregar a los sexos; es una cuesti¨®n de eficacia, chicos y chicas pueden seguir conviviendo en la escuela y compartiendo otras clases", aclara.
Pese a todo, su propuesta escandaliza a buena parte de la comunidad educativa. "La coeducaci¨®n es, en s¨ª misma, un valor que facilita la convivencia en igualdad. Hay que tener en cuenta que la educaci¨®n no es solo la transmisi¨®n de conocimientos", destaca Carmen Vieites, de UGT y promotora del proyecto Sindicadas. Educando en Igualdad. "No creo que separar a los alumnos por sexo resuelva las cosas", comenta Ana Mar¨ªa Savat¨¦, directora de la Oficina de Igualdad de G¨¦nero de la Complutense de Madrid. Tampoco a Matamala le parece una buena idea. Al igual que otros especialistas, opina que los pol¨ªticos, los padres y el conjunto de la sociedad debe tomarse en serio que la educaci¨®n es una tarea de todos y que hay que combatir el modelo de sociedad consumista que alimenta el deseo y, por lo mismo, la frustraci¨®n.
Piensa que los palos que bloquean la rueda del sistema educativo son tambi¨¦n el bombardeo televisivo de la violencia, el abandono de valores como el esfuerzo y el machismo todav¨ªa latente en tantos hogares espa?oles. La pregunta sigue siendo: "?Qu¨¦ hacer?". Pero la ¨²nica respuesta un¨¢nime es que habr¨¢ que hacer lo imposible para reducir la calamidad del desastre escolar -esa grieta de g¨¦nero-, y para que nuestro pa¨ªs no pierda pie en el camino hacia la sociedad del conocimiento.
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