Se vende Franco a caballo
Lo bello no es nada m¨¢s que el comienzo de lo terrible, dicen unos versos mil veces citados del poeta Rainer Maria Rilke, y Juan Urbano, que acababa de leer que las vacas de esa epidemia llamada Cow Parade que ha arrasado Madrid en los ¨²ltimos tiempos se iban a subastar con fines ben¨¦ficos, se dijo que sin duda eso estaba muy bien, pero que lo contrario, que lo horrible se pudiera volver el principio de lo hermoso, ser¨ªa a¨²n mucho mejor. Porque, en su opini¨®n, que esas vacas borrachas de pintura se conviertan en dinero solidario es el mejor destino que se les puede dar, aparte de quemarlas, y por lo tanto la noticia lo llen¨® de alegr¨ªa. Se pregunt¨®, eso s¨ª, qui¨¦n ser¨ªa capaz de meter uno de esos bichos en su casa y para qu¨¦, pero la respuesta fue que no importaba, porque a veces el fin s¨ª que justifica los medios, y como lo que hasta ahora se sabe de esta iniciativa es que cuando se ha celebrado en otros pa¨ªses ha hecho una caja de 13 millones de euros, lo que toca es cruzar los dedos y sentarse a esperar que las monedas vayan cayendo en las huchas de Manos Unidas, la ONG Acci¨®n Contra el Hambre, la Asociaci¨®n Espa?ola Contra el C¨¢ncer, la Fundaci¨®n Hospital Infantil Universitario Ni?o Jes¨²s y la Asociaci¨®n Nuevo Futuro, que proyectan gastar lo que les toque en construir varias granjas en Per¨², un hospital en Malaui y un orfanato en Senegal, y en financiar investigaciones sobre el c¨¢ncer y la obesidad infantil en Espa?a. Ojal¨¢ todo eso ocurra de verdad, y las comisiones no se coman tres cuartas partes de cada animal.
Imag¨ªnenselo: nos libramos de lo que nos sobra y lo que saquemos se lo damos a los que m¨¢s lo necesitan
Pero, como se sabe, Juan Urbano tiene una mente expansiva, y r¨¢pidamente salt¨® de esos monumentos a la fealdad que iban a subastarse en la casa Christie's de Madrid a otros, en su opini¨®n igual de espantosos, que siguen en las calles de la ciudad, e incluso a algunos de los que ya se han quitado, como la estatua de Franco que hab¨ªa en Nuevos Ministerios y que, entre otros agravios, cometi¨® el de ennegrecer el horizonte que ve¨ªa desde su casa de la plaza de San Juan de la Cruz el poeta ?ngel Gonz¨¢lez, lo cual es intolerable. ?Por qu¨¦ no vuelven a meter al dictador en el cami¨®n, lo llevan al Rastro, abren una puja y lo que salga lo utilizan, por ejemplo, para financiar la construcci¨®n de un monumento a la Rep¨²blica en la Puerta del Sol, digo, es un decir, se dijo Juan Urbano citando a C¨¦sar Vallejo, pero sabiendo que si llega a decirlo en voz alta, lo atan de pies y manos, lo untan de salsa barbacoa y se lo sirven de almuerzo a los leones del zoo.
Ya puestos, Juan hizo una lista de las cosas que subastar¨ªa para quitarlas de en medio, y los primeros puestos fueron inmediatamente ocupados por la Violetera, que sin duda ser¨ªa r¨¢pida y generosamente comprada por un amante de la zarzuela, y por las esculturas de Botero que tienen a la ciudad de reh¨¦n, especialmente esa mano carnosa que hay en el paseo de Recoletos y que, siempre que la ve, le hace pensar con aut¨¦ntico temor en el momento en que el resto del monstruo salga del fondo de la tierra, se ponga en pie y empiece a comerse los edificios de la Castellana. Y as¨ª, hasta completar el largo etc¨¦tera de las cosas grotescas que se han ido amontonando en Madrid alcalde a alcalde.
Imag¨ªnenselo, pens¨® Juan Urbano, como si hablara a un auditorio invisible: nos libramos de todo lo que nos sobra y lo que saquemos se lo damos a los que m¨¢s lo necesitan. Si les parece, podemos abrir la subasta en esta misma columna, y seguirla en la Red, a ver qu¨¦ pasa: ?Qu¨¦ ofrecen por la Violetera? ?Y por el general a caballo? Seguro que a alguno le gustar¨ªa tenerlos en su jard¨ªn.
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