Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez "Valle-Incl¨¢n es una enfermedad contagiosa"
Debut¨® como director de largometrajes en 1973 con El love feroz, una comedia que anhelaba consolidar una alternativa al cine m¨¢s rampl¨®n y al m¨¢s espeso. Cinco a?os despu¨¦s consegu¨ªa el Oso de Oro del Festival de Berl¨ªn con Las truchas. Desde entonces a hoy ha realizado 20 pel¨ªculas, ha intervenido como guionista en una docena e incluso ha producido tres largometrajes. El pr¨®ximo d¨ªa 23, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez (Salamanca, 1941) estrena Esperpentos, la adaptaci¨®n al cine de Martes de carnaval, la trilog¨ªa de Valle-Incl¨¢n formada por Las galas del difunto (1926), Los cuernos de don Friolera (1921) y La hija del capit¨¢n (1927), de la que tambi¨¦n realiz¨® tres mediometrajes para TVE, y en la que cont¨® con la colaboraci¨®n de Rafael Azcona en los guiones y con Juan Diego y Juan Luis Galiardo en los papeles protagonistas de un muy amplio reparto.
"La pel¨ªcula contiene soterrado el duelo est¨¦tico a pistola entre Miguel Primo de Rivera y Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n"
PREGUNTA. Sorprende que a estas alturas se adapte a un cl¨¢sico como Valle-Incl¨¢n. ?Qu¨¦ razones puede alegar para el empe?o?
RESPUESTA. Detr¨¢s de esta pel¨ªcula hay dos escritores geniales. Uno, Valle-Incl¨¢n, inventor del esperpento literario. Otro, Azcona, inventor del esperpento cinematogr¨¢fico. Ambos, fieles al realismo espa?ol que camina siempre entre el hambre y el pecado. O sea, entre la pobreza, la picaresca, el sainete, y el sentimentalismo enfermo, el melodrama. Valle fue un escritor que empez¨® escribiendo a la manera francesa y acab¨® inventando la literatura iberoamericana. Rafael empez¨® de poeta provinciano en papel y acab¨® de poeta universal en im¨¢genes.
P. ?Nada que ver con el cine?
R. Por pudor, me va a permitir que diga que una de las deudas m¨¢s sangrientas de nuestro cine es la que ha ido contrayendo, a lo largo de casi cien a?os, con nuestra mejor cultura. Empezando por la lengua (las lenguas), siguiendo por las artes pl¨¢sticas, para desembocar en el propio cinema. Creo que estamos maduros para hacer una nueva versi¨®n de Bienvenido Mr. Marshall o Balarrasa.
P. En la adaptaci¨®n de
Martes de carnaval hay un decidido af¨¢n de contextualizarla, situarla en su tiempo y circunstancias.
R. La pel¨ªcula contiene soterrado un western de nuestra cultura: el duelo est¨¦tico a pistola entre Miguel Primo de Rivera y Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n. Un enfrentamiento entre el orden y el desorden. El uno escribiendo y el otro prohibiendo. Los herederos del primero tuvieron silenciado al otro durante cuarenta a?os... Los herederos del segundo, consangu¨ªneos o literarios, tratamos ahora de reivindicarlo. A ver qui¨¦n gana.
P. Hay una presencia constante del Ej¨¦rcito, algo que debi¨® obsesionar a Valle-Incl¨¢n.
R. El Ej¨¦rcito espa?ol, del que habla la pel¨ªcula, est¨¢, afortunadamente, en los museos. Eso y la presencia de la mujer en la vida p¨²blica espa?ola son los dos acontecimientos que han dado la vuelta a nuestra convivencia. Con las unas (las chicas) y sin los otros (los militares) es inconcebible una guerra entre espa?oles. Pero aquellos fantoches de uniforme, aquellos "martes" de carnaval es cierto que dan risa y dan pena al mismo tiempo. O sea, el sainete m¨¢s el melodrama. El esperpento.
P. Sin embargo, no todo parece estar en los museos. Personajes como Carlos Fabra o actitudes como la de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica nos remiten a la presencia del caciquismo y la oposici¨®n a cualquier atisbo de avance cient¨ªfico o social. Sospecho que Valle seguir¨ªa teniendo material para un ruedo ib¨¦rico actual...
R. Desgraciadamente para el pa¨ªs, y afortunadamente para mi oficio, parece que nuestros compatriotas se empe?an en producir argumentos. No titulares de prensa, sino argumentos completos. Lo de Fabra, por ejemplo, nos suministra de propina un yerno agalanado que trabaja para una dama de car¨¢cter. Papeles para la Sard¨¢, para Gabino Diego... Por no hablar de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, con Paco Clavel de estrella.
P. En un terreno m¨¢s prosaico, ?tuvo muchas dificultades para poner en pie la adaptaci¨®n?
R. Esperpentos es el final de una aventura profesional de siete a?os de trabajo. Aunque parezca mentira, en Espa?a es casi imposible hacer la adaptaci¨®n de un cl¨¢sico. El mercado est¨¢ viciado: el p¨²blico culto va poco a las salas y menos al share. Pero ha merecido la pena correr la aventura con unos actores locos (y geniales tambi¨¦n, que ¨¦sa es otra) y un productor pr¨®digo. Ciertamente, hemos tenido muchos c¨®mplices: casi todos est¨¢n en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de la pel¨ªcula. Esperamos tener otros muchos en los espectadores que vayan a vernos.
P. Usted hab¨ªa adaptado ya al cine, y en dos ocasiones, a Valle:
Tirano Banderas y Divinas palabras. Ahora lo hace en tres pel¨ªculas para televisi¨®n y un largometraje. ?Qu¨¦ diferencias hay entre las otras adaptaciones y ¨¦sta?, ?influye el medio al que va destinada?, ?es usted m¨¢s comprensivo o conocedor de Valle ahora que antes?
R. Las pel¨ªculas corresponden, como es natural en un producto industrial, a las diferentes crisis del cine y la tele. Lo bueno es que cada vez el deleite es mayor, porque sospecho que Vallen-Incl¨¢n es una enfermedad. Y adem¨¢s, contagiosa. Se infectan los actores, los guionistas... A ver si los espectadores se animan a gozar de este virus.
P. Habla usted de que se infectan de Valle-Incl¨¢n los actores, los guionistas... ?Ha sido muy complicado trabajar con un reparto tan amplio como el que figura en los cr¨¦ditos?, ?podr¨ªa hablar de la calidad de los actores, incluso de esa recuperaci¨®n, aqu¨ª como int¨¦rpretes, de dos directores como Jes¨²s Franco y Julio Diamante?, ?quiso ser un homenaje a un determinado tipo de cine espa?ol?
R. No s¨¦ qu¨¦ se sentir¨¢ concelebrando una misa solemne, de pontifical, cantada... O lidiando una corrida goyesca. Pero supongo que debe ser algo parecido a lo que hemos vivido haciendo Esperpentos: una concelebraci¨®n. La sensaci¨®n de formar parte de una casta, o de una secta, o de una mafia. Todas las pel¨ªculas tienen, esquematizando, dos tipos de trabajadores: los que dependen de la electricidad (fot¨®grafos, contables, conductores, carpinteros, gentes que andan para arriba y para abajo con emisoras, secadores de pelo y ordenadores) y los que dependen del esp¨ªritu (o sea, los artistas, arrastrando sus vanidades y fantas¨ªas incandescentes y demandando constante cari?o). En casi todos los rodajes mandan los primeros. En nuestro caso los due?os eran los artistas. Muchos y muy raros, pero dotados de una furia arcang¨¦lica. Por ejemplo, nuestros predecesores Julio Diamante y Jes¨²s Franco, directores de m¨¢s de 200 pel¨ªculas, transmutados en dos tipejos de la cultura noventayochesca, iban se?alado un camino que, efectivamente, era el homenaje a un determinado tipo de cine espa?ol: ese que nunca se ha podido hacer del todo... En definitiva, Valle-Incl¨¢n, un virus.
P. Habla de las dificultades que encontr¨® para adaptar a un cl¨¢sico, aunque sospecho que hay similares dificultades para realizar una pel¨ªcula, adaptaci¨®n o no. ?Cu¨¢les cree que son las razones de dichas dificultades para realizar cine en Espa?a?
R. Estamos en un momento muy confuso. Los cometidos de la televisi¨®n p¨²blica, la protecci¨®n del mercado para sanearlo de unas lacras que se arrastran desde hace a?os, el descontrol de las nuevas ofertas audiovisuales, la puerilizaci¨®n de la oferta comercial... y al mismo tiempo, la apasionante universalizaci¨®n de los canales, la aparici¨®n de unos fan¨¢ticos compradores de pel¨ªculas para su colocaci¨®n junto a los libros... Los del cine deber¨ªamos juntarnos con los funcionarios para organizar un poco este laberinto. A nosotros (a los de esta pel¨ªcula, me refiero) nos han apoyado, en la medida de sus posibilidades, casi todos los profesionales de casi todos los canales.
P. Es evidente que las salas de cine no viven su mejor momento. En la Gran V¨ªa madrile?a apenas quedan locales cuando antes era, probablemente, lo que m¨¢s y mejor la caracterizaba. Al mismo tiempo, parece que se vive una edad de oro del teatro musical, del que s¨¦ que usted es un decidido partidario, sobre todo de la zarzuela. ?Qu¨¦ opina sobre todo esto?
R. Me alegra mucho esa pregunta porque tengo respuesta, aunque no muy breve. No s¨¦ si su memoria alcanza a un tiempo en el que la m¨²sica p¨²blica apenas exist¨ªa. Alguna sala de conciertos, de programaci¨®n mensual, algunos quioscos municipales en el buen tiempo, una ventana detr¨¢s de la que hab¨ªa se?oritas enfermas tocando el piano, un repartidor ambulante de ultramarinos que silbaba un pasodoble... Y la radio. Un d¨ªa se mecanizaron las gramolas, y ah¨ª tienes los estadios llenos para o¨ªr en directo las canciones que nacieron en los tocadiscos. As¨ª, el cine era poco m¨¢s que la Gran V¨ªa y las salas parroquiales. Hoy el cine est¨¢ en todas partes, se ha hecho atm¨®sfera, como la m¨²sica. Es posible que en breve haya que abrir nuevas salas para aclamar el ¨²ltimo ¨¦xito de ventas en los magnetoscopios. Pero, por encima de todo, la gente tendr¨¢ que volver a las salas con espect¨¢culos musicales. Y en pareja, para recobrar la acometida de los espermatozoides y por tanto los ¨ªndices de natalidad.
Esperpentos. Adaptaci¨®n de Martes de carnaval, de Ram¨®n M. del Valle-Incl¨¢n. Director: Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Int¨¦rpretes: Juan Diego y Juan Luis Galiardo entre otros. Se proyecta en el Festival de M¨¢laga el d¨ªa 20 y se estrena en las salas el 23.
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