Pionero del realismo sucio
De sus estudios en Oxford y Stanford Wolff aprendi¨® a leer como un poseso a Joyce, Faulkner, Poe, Dickens, Frost, Cheever y lo que no est¨¢ escrito. De su infancia aprendi¨® a leer a Jack London sin parar. De Hemingway, al que le rinde homenaje en su novela Vieja escuela ("ten¨ªa que ir. Ten¨ªa que ver lo que Ernest Hemingway pensaba de mi obra"), aprendi¨® el dominio del fraseo breve, de la elipsis y de los di¨¢logos, cargados de naturalidad y de oralidad. En 1983 Bill Buford, el editor de Granta, incluy¨® su nouvelle The Barracks Thief en el c¨¦lebre n¨²mero 8 de la revista, titulado Dirty Realism. New Writing from America, del que naci¨® el realismo sucio con el que, junto a Raymond Carver o Richard Ford, se le asocia desde entonces. Maestro del relato desde sus primeras apariciones en Vanity Fair, Atlantic, Harper's o The New Yorker, en sus recopilaciones Cazadores en la nieve (1989) o La noche en cuesti¨®n (1996) Wolff levanta dramas de extraordinaria intensidad a partir de conflictos ¨ªnfimos, trasciende lo banal, disfruta poniendo el dedo en la herida abierta de nuestra sociedad neurast¨¦nica y enajenante y, observador perspicaz de nuestra vida cotidiana y sus anodinos episodios dom¨¦sticos, se sirve de un estilo econ¨®mico y as¨¦ptico para llevar a cabo reveladores an¨¢lisis del comportamiento humano. Por sus cuentos minimalistas, muy t¨¦cnicos, a menudo exhibiendo cambios de tono o de punto de punta, transitan personajes emblem¨¢ticos de Estados Unidos en blanco y negro, mendigos, alcoh¨®licos insolentes, marginados, desheredados, soldados y predicadores que frecuentan moteles, bares nocturnos con m¨²sica de jazz y partidos de baloncesto y sue?os imposibles. Our story begins (2008, que Alfaguara publica ahora con el t¨ªtulo Aqu¨ª empieza nuestra historia) es el ¨²ltimo volumen publicado de sus cuentos, que son un prodigio de introspecci¨®n y ambig¨¹edad y en los que Wolff parece condensar la etolog¨ªa naturalista y el drama social de una novela de Zola en un pu?ado de p¨¢rrafos inquietantes porque se les ha extirpado todo juicio moral.
Como si se sintiese c¨®modo escindiendo su narrativa, Wolff ha querido alternar sus vol¨²menes de relatos con novelas autobiogr¨¢ficas o memorias noveladas. Vida de este chico (1989) fue la primera, la historia personal de su infancia y adolescencia en la Am¨¦rica profunda, recorriendo sus carreteras como un jovencito Kerouac y soportando a su ominoso padrastro, una historia de amor, humor y ternura que devino popular porque se llev¨® al cine. Escribi¨® acerca de su experiencia militar en Vietnam en En el ej¨¦rcito del fara¨®n (1994), y en Vieja escuela (2003), soberbia novela de aprendizaje, quiso explicar con nost¨¢lgica iron¨ªa los inicios de su vocaci¨®n literaria y el proceso que lo llev¨® a querer convertirse en un escritor consagrado, recordando los d¨ªas agridulces que pas¨® en una escuela de ¨¦lite dejando que el virus de la literatura infectara su esp¨ªritu, hasta el extremo de hacer de la escritura de ficciones su profesi¨®n y de querer ense?ar el oficio en talleres de escritura creativa, en Syracuse y en Stanford. Coet¨¢neo de Paul Theroux, John Irving, Anne Tyler o Richard Ford, hace ya tiempo que Wolff se convirti¨® en un nombre de referencia de la narrativa norteamericana contempor¨¢nea.
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