El odio
Desde que tengo uso de raz¨®n el cine espa?ol ha estado en crisis. Nunca ha estado bien, siempre ha estado pachucho, achacoso, con segundos ef¨ªmeros de gloria y largas horas de convalecencia. En este contexto, una crisis econ¨®mica asola el mundo. Pero como esto no son matem¨¢ticas, dos negativos no se convierten en un positivo. As¨ª, un sector tan d¨¦bil como el cinematogr¨¢fico las pasa canutas a¨²n m¨¢s. Esta supercrisis (una recesi¨®n dentro de otra recesi¨®n que lleva al infinito, en permanente bucle) tiene sus consecuencias en que se produce menos y a precios m¨¢s bajos. Por lo tanto, los profesionales del cine o bien no trabajan o lo hacen por una miseria.
Esta mala situaci¨®n ocurre en otros gremios como el de los productores de leche o de naranjas, pero no me imagino a ning¨²n ciudadano medio alegr¨¢ndose de que esos sectores tengan apuros econ¨®micos. Con el cine es distinto. Muchos se alegran de que el cine est¨¦ as¨ª de zarrapastroso. Ni la leche ni la naranja tienen la impopularidad del cine espa?ol. No existe un mote despectivo como "l¨¢cteo-llorones" o "c¨ªtrico-quejicas". Seg¨²n los odiadores oficiales del cine espa?ol, los que hacemos cine somos "los titiriteros" y nos ganamos la vida con subvenciones que nos dan nuestros amigotes.
Ahora parece que el problema es que la gente vaya al cine
El ambiente general de menosprecio hacia nuestro cine tiene sus momentos de efervescencia, de estallido. Con el nombramiento de ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde como ministra de Cultura el machaque ha sido considerable. Sobre todo se ha destacado que la nueva ministra es co-guionista de Mentiras y gordas, una pel¨ªcula que ha arrasado en taquilla pero que ha sido defenestrada por los guardianes del buen gusto. No me interesa tanto la pol¨¦mica sobre la designaci¨®n de Gonz¨¢lez-Sinde sino la escasa coherencia de quienes ponen a parir el cine espa?ol. Quienes se mofan de la Sinde y Mentiras y gordas son los mismos que se quejan de que el cine espa?ol se hace de espaldas al p¨²blico, siempre con historias de la Guerra Civil que no interesan a nadie, con actores incapaces de atraer gente al cine... Esos mismos atacan la pel¨ªcula de Albacete y Menkes por hacer un producto descaradamente comercial, con historias oportunistas y actores de la tele. He ah¨ª la contradicci¨®n. Porque podemos hablar horas de Mentiras y gordas y su trascendencia en la Historia del S¨¦ptimo Arte, pero hay un dato innegable: el p¨²blico ha ido a verla en manada. ?No era ese el problema, que los espa?oles no iban al cine a ver sus propias pel¨ªculas? Ahora parece que el problema es que vayan.
En el ranking de taquilla de esta ¨²ltima semana, tres de las diez pel¨ªculas m¨¢s vistas eran de aqu¨ª. Al final del camino, la ¨²ltima de Almod¨®var y la tan cacareada Mentiras y gordas. Esto no suele suceder. Es de los pocos instantes en que podemos sacar pecho frente a otras cinematograf¨ªas. A los odiadores les pido no ya que vayan al cine a ver nuestro cine, sino que por lo menos no den la matraca con sus contradicciones y su cinismo.
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