El fin de la coartada del antiamericanismo
"Estados Unidos ha cambiado", dijo Barack Obama a los presidentes de Am¨¦rica Latina. "No ha sido f¨¢cil, pero ha cambiado. Y ahora creo que es importante recordar a mis queridos l¨ªderes que no es s¨®lo Estados Unidos el que tiene que cambiar. Todos tenemos la responsabilidad de mirar hacia el futuro".
La respuesta a esas palabras fue el libro que Hugo Ch¨¢vez regal¨® al presidente norteamericano: Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, del uruguayo Eduardo Galeano, un emblema para toda una generaci¨®n marcada por una Am¨¦rica poblada por dictadores y guerrillas, un continente que era el escenario, real o imaginado, de crueles multinacionales y agentes de la CIA, j¨®venes so?adores y promesas de socialismo y revoluci¨®n, una ¨¦poca en la que los amigos estaban lejos y el enemigo, el ¨²nico enemigo, muy cerca, Estados Unidos.
Ese libro, escrito en 1971 y discutible en cuanto a su imparcialidad y valor cient¨ªfico, representa una era, probablemente la misma que quien ayer lo us¨® como piedra arrojadiza contra Obama; el nuevo presidente norteamericano representa otra era completamente diferente.
Ambas han sido expuestas en esta cumbre. Corresponde ahora a los ciudadanos elegir. Esa elecci¨®n podr¨¢ hacerse con libertad en todos los pa¨ªses de la regi¨®n, excepto en uno. El resultado puede tardar a¨²n un poco en conocerse. Los pueblos de la regi¨®n, con raz¨®n, recelan de todo. Pero, al menos, algo muy importante surge de inmediato de Puerto Espa?a: los l¨ªderes de este continente malamente van a poder refugiarse ya en la coartada del antiamericanismo.
Esa coartada, viva a¨²n en muchos ambientes, tiene, desde luego, razones que la justifican. Obama lo reconoci¨® el viernes: "En ocasiones hemos tratado de dictar nuestras condiciones". Pero, dif¨ªcilmente va a poder ser utilizada contra el nuevo l¨ªder del poderoso vecino del Norte.
Su paso por las calles de Puerto Espa?a fue, con diferencia, el m¨¢s aplaudido por la poblaci¨®n. Su discurso, el m¨¢s festejado en el hemiciclo. Su popularidad rompe muros nunca rebasados en Am¨¦rica Latina y convierte otros discursos, como el de Daniel Ortega, en sopor¨ªferas remembranzas de una lejana noche.
La propuesta del presidente Obama, en cambio, es iluminadora: "Superemos la falsa elecci¨®n entre paramilitares de extrema derecha e insurgentes de extrema izquierda".
Es comprensible la resistencia de algunos en estas tierras americanas a aceptar que la esperanza viaje en el Air Force One -donde antes viajaban los jefes del perverso entramado imperia-lista-, pero eso es sencillamente lo que se est¨¢ viendo en Puerto Espa?a. "Tenemos que aprender de la historia, pero no podemos quedarnos atrapados por ella", sugiere Obama.
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