El precario legado de Solbes
El relevo en la m¨¢xima responsabilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola, tras la ¨²ltima remodelaci¨®n del Gobierno, ha tenido lugar en el momento de mayor deterioro de los correspondientes indicadores en muchas d¨¦cadas. La crisis financiera, inicialmente estadounidense, adem¨¢s de precipitar la m¨¢s severa recesi¨®n en la econom¨ªa global desde la II Guerra Mundial, ha desvelado las serias limitaciones estructurales que caracterizan a la econom¨ªa espa?ola desde hace varias legislaturas.
El vicepresidente Solbes asumi¨® la continuidad del muy largo periodo de expansi¨®n sin apenas cuestionar, al menos como lo hab¨ªa hecho el programa electoral del PSOE antes de las elecciones de 2004, los excesos de un patr¨®n de crecimiento heredado de los Gobiernos del PP, esencialmente basado en la construcci¨®n, demandante de una dotaci¨®n de factores baratos, fundamentalmente mano de obra enriquecida con la mayor entrada de emigrantes de Europa. Tampoco el Banco de Espa?a cuestion¨® los riesgos de dependencia excesiva del ahorro exterior y, lo m¨¢s inquietante, sobre la estabilidad bancaria bajo su responsabilidad. Desde luego, no lo hac¨ªan con el exceso de endeudamiento privado que se estaba produciendo. Las finanzas p¨²blicas reflejaban esa euforia en los ingresos tributarios y las autoridades pudieron llegar a creer en alg¨²n momento que eso durar¨ªa toda la vida.
Quiz¨¢ fue ese convencimiento de que los 15 a?os de crecimiento ininterrumpido no tendr¨ªan final lo que impidi¨® una reacci¨®n adecuada cuando emergi¨® la crisis financiera en el verano de 2007. A diferencia de otros Gobiernos y otros bancos centrales, los nuestros tardaron en reconocer la verdadera naturaleza de la crisis y las l¨ªneas de impacto sobre la econom¨ªa espa?ola, una de las m¨¢s bancarizadas de la OCDE, y que no tiene todav¨ªa hoy un plan para afrontar eventuales crisis en cajas y bancos. La gesti¨®n de la crisis de CCM pone de manifiesto, cuando menos, una falta de autoridad para completar una operaci¨®n de integraci¨®n inicialmente saludada por todas las autoridades e instituciones vinculadas.
Es razonable que sea el deterioro de la confianza, m¨¢s preocupante incluso que el de los indicadores econ¨®micos, el principal legado que transmite Solbes a Elena Salgado. ?sta deber¨ªa preocuparse de restablecerla cuanto antes. Y la v¨ªa para hacerlo no es esa suerte de obsesivo escaparatismo fotogr¨¢fico, sino la coordinaci¨®n efectiva con las instituciones: las nacionales, como el Banco de Espa?a, y las europeas. Frente a la probable amenaza de erosi¨®n adicional de la estabilidad bancaria, el Gobierno debe disponer de un plan concreto y hacer que el Banco de Espa?a lo ejecute. Esta instituci¨®n debe centrarse en ese cometido de salvaguardar la estabilidad de las entidades de cr¨¦dito y mucho menos en el lanzamiento de advertencias, no siempre fundadas, relativas a otros ¨¢mbitos de la pol¨ªtica econ¨®mica, distantes de su cometido actual y perturbadoras del clima de concertaci¨®n que el pa¨ªs precisa.
A la vicepresidenta Salgado se le conoce seriedad y disciplina de trabajo. Son dos atributos necesarios para su tarea, si se asocian a un plan concreto que demuestre, adem¨¢s de un diagn¨®stico detallado, las respuestas ante un deterioro adicional en el empleo y la inestabilidad del sistema bancario.
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