Olvidos de Pascua
El nacionalismo institucional enmend¨® el mi¨¦rcoles con la un¨¢nime e impecable declaraci¨®n aprobada por el nuevo Parlamento el grave desliz que cometi¨® el domingo anterior al no responder adecuadamente el comunicado de ETA. Se suele recomendar no dar demasiados vuelos a las amenazas de una organizaci¨®n que multiplica con la propaganda su capacidad intimidatoria, y es un consejo acertado. Pero hay amenazas que por su significaci¨®n no pueden dejarse pasar a la ligera, como si fuera una bravata m¨¢s de un mat¨®n en horas bajas.
Para ETA y para los destinatarios del aviso, la consideraci¨®n de los miembros del futuro Gobierno de Patxi L¨®pez como "objetivo prioritario" de los terroristas apenas supone cambio alguno. La mayor¨ªa de los ahora amenazados ya lo est¨¢n por su condici¨®n de cargos electos o miembros de un partido cargado de v¨ªctimas. Tampoco es nuevo que ETA niegue "legitimidad democr¨¢tica" al Gobierno de s¨®lo una parte de su Euskal Herria y que, adem¨¢s, se ha visto favorecido por la exclusi¨®n electoral de la izquierda abertzale adicta. El aspecto nuevo de su comunicado est¨¢ en que suma ambas facetas para hacer doblemente atacable al pr¨®ximo Ejecutivo: por este vicio de origen y, sobre todo -de los anteriores gobiernos peneuvistas s¨®lo el ex consejero de Interior, Juan Mar¨ªa Atutxa, estuvo en el punto de mira de la banda-, porque van a integrarlo vascos a los que ETA niega la naturaleza de tales.
Al nacionalismo s¨ª se le puede achacar falta de empat¨ªa y de coherencia
El mi¨¦rcoles se enmend¨® en el Parlamento el desliz del domingo
Como en otras ocasiones, al nacionalismo institucional le faltaron reflejos para descubrir las entra?as de la amenaza y verbalizar una respuesta contundente que supere la cansina cantinela de que ETA "sobra y estorba". Por ejemplo, sinti¨¦ndose destinatario tambi¨¦n de la amenaza y actuando en consecuencia. Pero era el Aberri Eguna, y la irrupci¨®n intempestiva del gamberro de la familia no pod¨ªa alterar el gui¨®n de la fiesta. No lo hizo el PNV en su acto de la Plaza Nueva de Bilbao, donde los ataques al Partido Socialista, a los "unionistas", restallaron como una bofetada a?adida. Y no porque la acci¨®n intimidatoria de ETA deba inhibir la cr¨ªtica a las actuaciones pol¨ªticas de los amenazados, sino porque aqu¨¦lla estuvo ausente en los discursos de I?igo Urkullu y Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Ambos perdieron una buena ocasi¨®n de hacer pedagog¨ªa pol¨ªtica ante su parroquia.
Por parte de las otras dos formaciones nacionalistas, Eusko Alkartasuna y Aralar, s¨ª se expresaron condenas a la intromisi¨®n etarra. Pero ello no les impidi¨® participar amigablemente junto a caracterizados representantes de la izquierda abertzale que comprende a ETA en la marcha entre Ir¨²n y Hendaya, promovida por el Foro de Debate Nacional con los mismos objetivos que invocaba la organizaci¨®n terrorista para marcar como posibles v¨ªctimas a quienes vayan a ocupar el Gobierno de los vascos de Euskadi. La actuaci¨®n record¨® demasiado a la manifestaci¨®n unitaria celebrada el pasado diciembre en Durango por la plataforma contraria a la Y ferroviaria, pese a haber sido incapaces de arrancar a los grupos vinculados a la izquierda abertzale una declaraci¨®n contra el asesinato, unos d¨ªas antes, del empresario Inaxio Uria. Un crimen cometido, precisamente, en nombre de la oposici¨®n a esa obra.
Al nacionalismo institucional no puede imput¨¢rsele falta de sinceridad ni tibieza en la condena de la violencia, sino capacidad de empat¨ªa con quienes la sufren en primer lugar y coherencia a la hora de trasladar ese repudio a sus relaciones con el mundo que gira alrededor de ETA. La afinidad en los objetivos ¨²ltimos, la querencia familiar y las consideraciones de poder y de inter¨¦s para liderar la comunidad nacionalista se imponen al final sobre los principios. Mediante esos mecanismos se adormecen los sentidos escr¨²pulos y se termina comprendiendo m¨¢s y mejor al pariente ilegalizado por su incapacidad para romper amarras con la violencia, que a aquellos otros vascos que la padecen de forma directa. De aqu¨ª deriva tambi¨¦n la incomprensi¨®n del PNV ante el hecho de que socialistas y populares, radicalmente enfrentados fuera de Euskadi, puedan entenderse dentro para desplazar al PNV del Gobierno. No se debe a ninguna "estrategia de Estado" definida en Madrid, como se ha oficializado desde Sabin Etxea, sino a un impulso nacido del desamparo que los vascos no nacionalistas han sentido en la ¨²ltima etapa de gobierno peneuvista. Sin embargo, la primera explicaci¨®n resulta m¨¢s confortable, porque evita la autocr¨ªtica que exigir¨ªa la segunda.
El 1 de mayo pasado Josu Jon Imaz public¨® un emocionante art¨ªculo titulado La llave de Rodolfo, tras conocerse que un comando de ETA lleg¨® a disponer de la llave del portal donde vive el dirigente del PSE Rodolfo Ares. El ex presidente del PNV se?alaba en ¨¦l la prioridad de "extirpar" el c¨¢ncer de ETA y terminaba recordando las palabras de Jos¨¦ Antonio Aguirre en 1936, comprometiendo al "nacionalismo vasco", al "patriotismo vasco", con la libertad y contra el fascismo. Si se lee el art¨ªculo hoy, el silencio del PNV en el Aberri Eguna ante la amenaza de ETA al futuro Gobierno de Euskadi sonar¨¢ m¨¢s clamoroso.
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