Qu¨¦ gran invento
D¨ªas de libros: qu¨¦ gran invento el libro, qu¨¦ magn¨ªfica la org¨ªa que lo mitifica y que toma cuerpo esta semana. Incluida la locura del marketing, ¨¦ste es el ¨²nico exceso que contemplar con benevolencia y simpat¨ªa. Del c¨®mic a la literatura, de Cor¨ªn Tellado a Vargas Llosa, del cuento m¨¢s modesto a Pierre Bourdieu, los libros hoy son el objeto que mejor refleja la necesidad humana de aprender, de comunicarse, de relacionarse con el misterio. Los libros son un ¨¦xito de la humanidad, de su imaginaci¨®n y su t¨¦cnica. Entusiasmo es lo que me producen ahora mismo. Un placer que aumenta cuanto m¨¢s te acercas a ellos.
Hace mucho, en plena transici¨®n, quien era director del querido Diario de Barcelona (RIP), donde yo trabajaba, el estupendo periodista Trist¨¢n la Rosa, me convoc¨® a su despacho y me hizo una ¨²nica pregunta: "?Qu¨¦ prefieres una (buena) conversaci¨®n o leer un (buen) libro?". Me qued¨¦ de una pieza y respond¨ª con rapidez: ?una conversaci¨®n, claro! Sonri¨®, a¨²n le veo. No quiso explicarme por qu¨¦ me preguntaba lo que, imagino, repet¨ªa con otros periodistas del diario. Han pasado a?os, d¨¦cadas, he tenido conversaciones de todo tipo, he conocido a much¨ªsimas personas y, por fin, comprendo el sentido del interrogante. Hoy, mi respuesta a tan inquietante propuesta ser¨ªa sin duda: ?probablemente un libro! ?Por qu¨¦? Muy sencillo: aprender de los libros es m¨¢s f¨¢cil que de las personas. Comprobado, por mi parte.
Cada libro resume al autor que hay detr¨¢s, su genio o incapacidad, su sabidur¨ªa humana o sus debilidades, su misterio o banalidad
Cada libro resume al autor que hay detr¨¢s, su genio o incapacidad, su sabidur¨ªa humana o debilidades, su misterio o banalidad insustancial. Todo es posible, esto es lo apasionante: la variedad de gustos, afinidades, discrepancias. Lo que nos rodea, bueno y malo, en versiones infinitas. Todo ello por descubrir.
No creo que Facebook, Wikipedia, You Tube o Google puedan superar tal invento, aun pretendiendo ser su continuaci¨®n, que eso es lo que creen los j¨®venes. Tienen cierta raz¨®n: lo que hoy invade el espacio virtual empez¨® con los libros, que pusieron saber e imaginaci¨®n, al alcance de muchos y s¨®lo pidieron, a cambio, cierta dedicaci¨®n ¨ªntima, dando toda clase de facilidades: un libro cabe en el bolsillo, va a la cama contigo y evoluciona con cada ¨¦poca hasta definirla. ?Qui¨¦n da m¨¢s?
Se puede pedir que entre la diversidad inmensa uno encuentre aquellos libros que le esperan. Siempre hay, no uno, sino muchos libros dispuestos a enriquecer nuestra vida y hablarnos de lo que somos y d¨®nde estamos. Para ello sirven tanto novelas como ensayos, la ficci¨®n como el relato de la realidad. Hoy m¨¢s que nunca esta mezcla, reunida en libros, define nuestro estado de duda: ?es m¨¢s fiable la ficci¨®n que la realidad o es al rev¨¦s?
En El hombre m¨¢s buscado (Plaza y Jan¨¦s), el ingl¨¦s John le Carr¨¦ convierte magistralmente la realidad en ficci¨®n y viceversa: sus esp¨ªas son multiculturales y sus jefes encarnan una oligarqu¨ªa global cuya sombra est¨¢ cada d¨ªa en los peri¨®dicos. Para entender el lado oscuro de la crisis, el gran maestro ha escrito una de sus ficciones m¨¢s realistas. Una gozada que abre el campo de nuestra visi¨®n. La estadounidense Donna Le¨®n -afincada en Venecia: otra muestra de multiculturalismo real- entromete a su inspector Brunetti en la basura de la Mafia, hidra que penetra lo m¨¢s profundo de lo cotidiano. Parecen opuestos, pero Le¨®n mira en la misma direcci¨®n que Le Carr¨¦ y el lector queda reconfortado: como si las novelas tuvieran mayor coherencia que los sucesos de cada d¨ªa.
En ese magn¨ªfico registro que marca la literatura del siglo XXI se encuentra, desde luego, el sueco Henning Mankell que fabula en El hijo del viento (Tusquets) una historia del siglo XIX que va de Suecia a ?frica en la que se avanza lo que hoy conocemos como un choque de culturas que s¨®lo el interculturalismo -la voluntad de ir m¨¢s all¨¢ de lo propio- puede solventar. Mankell escarba generosamente en las ra¨ªces comunes de culturas presuntamente opuestas porque a los contempor¨¢neos nos ata?e directamente. Y desde aqu¨ª mismo, Agnes Agboton, nacida en Benin y hoy catalana, nos lo explica con Et¨¦ ut¨². De por qu¨¦ en ?frica las cosas son lo que son (J.J. de Ola?eta, editor), 31 cuentos imprescindibles, por ejemplo, para entender Por qu¨¦ el dinero s¨®lo es de los seres humanos o Por qu¨¦ el murci¨¦lago no es un p¨¢jaro. ?frica y nosotros no estamos tan lejos.
Por la v¨ªa de la literatura, que revive la historia, podemos redescubrirnos, en los sagaces ojos de Javier Cercas en Anatom¨ªa de un instante (Mondadori), como un encadenado de generaciones condenado a comprenderse cuando se desvela una parte (pol¨¦mica) del alma com¨²n. Un asunto muy serio que tambi¨¦n puede ser divertido, surrealista y pr¨®ximo en El silencio de los claustros (Destino), donde Petra Delicado, una detective a la que cualquier d¨ªa veremos en el metro, sirve a Alicia Gim¨¦nez Barlett para hurgar en el fanatismo religioso que ha modelado nuestra cultura. Quiz¨¢ sea ¨¦ste el secreto del jolgorio librero catal¨¢n: aprender es una gran fiesta.
m.riviere17@yahoo.es
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