Reencuentro en el laberinto de Juan Mu?oz
Cristina Iglesias recorre la gran retrospectiva que el Reina Sof¨ªa dedica al que fuera su compa?ero
Juan Mu?oz (Madrid, 1953-Ibiza, 2001) y Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956) se conocieron cuando ambos eran estudiantes veintea?eros en el Central School of Art and Design de Londres y ya no se volvieron a separar. Con el tiempo, ambos se convirtieron en dos de los escultores m¨¢s importantes del panorama internacional. Inglaterra les sirvi¨® de pista de despegue y tanto ¨¦l como ella, con voces bien diferentes, acabaron con el concepto de vanguardia y no vanguardia en el arte. La exposici¨®n Juan Mu?oz: una retrospectiva, inaugurada hace un a?o en la Tate Modern, llega ahora al Museo Reina Sof¨ªa convertida en un homenaje del mundo del arte a este artista ¨²nico. Cristina Iglesias habla de la obra de Mu?oz, un mundo que ella comparti¨® desde el primer hasta el ¨²ltimo momento.
"Cada uno ten¨ªa su propia voz, pero nuestro mundo era com¨²n"
La exposici¨®n, que se abre al p¨²blico el mi¨¦rcoles, ocupa toda la tercera planta del edificio de Sabatini, unas salas ahora recuperadas y que antes serv¨ªan de oficinas. Un centenar de obras, 20 m¨¢s que en la exposici¨®n londinense recorren las principales etapas de Juan Mu?oz. Cristina Iglesias se acerca a las piezas de los primeros a?os. Son verjas, balcones, barandillas, minaretes, piezas arquitect¨®nicas de apoyo firmadas en los ochenta con las que el escultor empez¨® a romper el concepto de arquitectura. Mientras se?ala el pu?al que el artista coloc¨® en el reverso de una barandilla, la escultora explica que ah¨ª se puede ver un ejemplo de c¨®mo Mu?oz aunaba en sus laberintos juego y peligro. "Buscaba efectos que golpearan el est¨®mago".
A Cristina Iglesias le resulta dif¨ªcil hablar de aquellos a?os. La emoci¨®n es todav¨ªa muy fuerte. "Cada uno ten¨ªamos nuestra propia voz y la defend¨ªamos a fondo, pero nuestro mundo era com¨²n. Los dos ¨¦ramos dos artistas muy comprometidos que compart¨ªamos amigos, exposiciones, lecturas...". ?Trabajaron alguna vez conjuntamente? "Jam¨¢s", contesta casi horrorizada la escultora.
"La relaci¨®n que cada uno ten¨ªa con su trabajo era muy personal. Cada uno ten¨ªamos nuestro estudio en la casa de Torrelodones (la casa que compartieron como pareja y en la que ella sigue viviendo con sus dos hijos). A Juan le gustaba que opin¨¢semos y que habl¨¢ramos de lo que cada uno est¨¢bamos haciendo, porque ¨¦l ten¨ªa un car¨¢cter muy extrovertido. Era muy inquieto. Yo prefer¨ªa que cada uno estuviera centrado en lo suyo, sin interferencias de ninguna clase".
La exposici¨®n est¨¢ comisariada por Sheena Wagstaff y Lynne Cooke, dos grandes especialistas en la obra del escultor que adem¨¢s tuvieron una excelente relaci¨®n con ¨¦l. Cristina Iglesias no ha intervenido directamente pese a ser la m¨¢xima conocedora de Juan Mu?oz. Aunque formalmente no figure, su supervisi¨®n ha sido constante. ?Le hubiera gustado a Juan Mu?oz este resultado? "Le hubiera fascinado", responde entusiasmada. Cuenta Iglesias que su marido s¨ª hubiera intervenido en la exposici¨®n, por su car¨¢cter inquieto. "Hubiera cambiado cosas veinte veces. Puede que para volver a la propuesta original, pero no se conformaba a la primera. "Ella tampoco es de las que se conforman. "Pero mi estilo es otro", advierte sonriente.
En las siguientes salas van apareciendo las esculturas y las instalaciones que consagraron a Mu?oz en todo el mundo. Son piezas realizadas en bronce, terracota o resina que dan forma a un mundo de personajes inquietantes: enanos, ventr¨ªlocuos y grupos, a veces muy numerosos, de hombres con rasgos orientales que parecen conversar entre ellos. Sara y Georges son dos mu?ecos que juntos o por separado aparecen muchas veces fisgoneando, cotilleando en medio de un espacio. Cristina no recuerda si sus hijos jugaban con estos mu?ecos o si Juan los hac¨ªa pensando en ellos de alguna manera. "S¨ª hizo una vez un suelo de efectos ¨®pticos en el cuarto de nuestra hija. Y tambi¨¦n jugaban mucho en ese tren de la pieza Descarrilado [2000-2001]. Lo ten¨ªamos en el jard¨ªn y se met¨ªan ah¨ª". Como recuerdo, el tren se expone conservando en su interior agujas de pino y peque?as telara?as tejidas a la intemperie de la sierra madrile?a.
Poco antes de morir, Mu?oz hab¨ªa decidido volcarse m¨¢s en el dibujo y la escritura; desacelerar el ritmo de los ¨²ltimos tiempos. Desde mediados de los noventa realiz¨® numerosas exposiciones entre Europa y Estados Unidos. Tanto en galer¨ªas como en museos. En Espa?a, fue la galer¨ªa Fernando Vijande la primera en exponer su obra y el IVAM el primer museo en consagrarle como artista imprescindible. Cristina Iglesias recuerda que hubo algunos a?os en los que Juan Mu?oz se resisti¨® a volcarse en el mercado estadounidense. "?l era un europeo convencido. En Estados Unidos compraron much¨ªsima obra suya y le preocup¨® en alg¨²n momento". Madrile?o profundamente cosmopolita, siempre mantuvo una relaci¨®n muy especial con Londres. De hecho, la Tate Modern de Londres que ya dirig¨ªa Vicente Todol¨ª pudo exponer su ¨²ltima obra monumental: Double Bind.
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