La mejor ocasi¨®n
La detenci¨®n del tercer jefe etarra en el plazo de cinco meses confirma lo que el prolongado silencio de los terroristas parec¨ªa augurar: la banda se halla en un proceso de descomposici¨®n que podr¨ªa resultar definitivo. El mito de su invencibilidad se est¨¢ viniendo abajo y, con ¨¦l, la convicci¨®n de los m¨¢s radicales dentro y fuera de los comandos de que el asesinato y la extorsi¨®n sirvan para algo. Ni siquiera para recordar que su sombra sigue estando ah¨ª, porque, aun estando ah¨ª, se ha convertido en un espectro con el que nadie cuenta en t¨¦rminos pol¨ªticos. Es verdad que la amenaza del terror sigue pesando sobre los l¨ªderes y militantes de los partidos democr¨¢ticos, y tambi¨¦n sobre empresarios y simples ciudadanos en el Pa¨ªs Vasco. Pero la acci¨®n policial y judicial, por un lado, y el rechazo del terrorismo incluso entre sectores del mundo abertzale, por otro, han abierto un espacio cada vez m¨¢s amplio para actuar pol¨ªticamente en libertad, por m¨¢s que sean muchas las personas que padezcan severas restricciones en su vida cotidiana. Es la paradoja ante la que el declive terrorista est¨¢ colocando al Pa¨ªs Vasco, y con la que habr¨¢ que convivir a¨²n durante un tiempo: muchos ciudadanos no pueden pasear por las calles de sus pueblos y ciudades, pero han podido, en cambio, decidir un cambio en Ajuria Enea.
Las esperanzas est¨¢n en el trabajo policial y judicial y en la decidida voluntad pol¨ªtica de resistir
El proceso de descomposici¨®n de la banda podr¨ªa, en efecto, resultar definitivo. La ¨²nica condici¨®n es que ning¨²n partido democr¨¢tico se apreste con mejores o peores argumentos, con mejores o peores intenciones, a acelerar el desenlace, seg¨²n ha sucedido en cada ocasi¨®n en que la banda ha estado contra las cuerdas. Si se mantiene la estrategia actual, el desenlace llegar¨¢ cuando tenga que llegar. Y probablemente llegar¨¢ sin ajustarse a ninguno de los modelos te¨®ricos que se han barajado desde antiguo. Es m¨¢s, las especulaciones acerca de esos modelos no les corresponde siquiera a los dem¨®cratas, sino a los terroristas. Son ellos los ¨²nicos para los que tiene sentido preguntarse qu¨¦ tipo de salida les queda, puesto que desde el Estado y desde los partidos la respuesta tiene que ser siempre la misma: la violencia no tiene cabida en el sistema democr¨¢tico, y ah¨ª las leyes est¨¢n para recordarlo.
Sobre los partidos nacionalistas del Pa¨ªs Vasco puede pesar la tentaci¨®n de buscar el protagonismo que el nacionalismo ha perdido con su salida del Gobierno. Tal vez algunos de estos partidos intenten proponer una nueva panacea para acortar la agon¨ªa de la banda y, de este modo, acortar tambi¨¦n la situaci¨®n en la que viven los ciudadanos a los que la banda tiene en su punto de mira. Pero es que la simple formulaci¨®n de una nueva panacea puede destruir las condiciones que la hacen posible en este momento, deteniendo aunque sea de forma provisional el proceso de descomposici¨®n que vive la banda. Por descontado, los partidos no nacionalistas no van a entrar a ese se?uelo: lo desaconseja la experiencia acumulada, adem¨¢s del hecho nuevo de que podr¨ªa llevarse por delante el Gobierno que est¨¢ a punto de formarse en el Pa¨ªs Vasco. Pero tambi¨¦n los partidos nacionalistas que se aventuren por la v¨ªa de intentar que se acorte la agon¨ªa de la banda corren riesgos, y har¨ªan bien en tomarlos en consideraci¨®n por el bien suyo y por el de todos: la banda se abrazar¨¢ a la eventual salida que propongan, intentando comprometerlos pol¨ªticamente en una estrategia compartida.
Desactivar esta posible tentaci¨®n de los partidos nacionalistas es, pese a todos los recelos, pese a todos los comprensibles reproches por estos a?os de aventurerismo institucional, una de las tareas que tendr¨¢ que enfrentar el nuevo Gobierno vasco si quiere contribuir a que las esperanzas sobre el fin del terrorismo no tarden en cumplirse. Es una tarea compleja, en la medida en que los partidos nacionalistas saben el papel que desempe?an en estos momentos. Pero convendr¨ªa que nadie se llamase a enga?o: un papel decisivo no por lo que puedan hacer en direcci¨®n a los terroristas sino exactamente por lo contrario, por lo que deben dejar de hacer. De la anterior negociaci¨®n con la banda se dijo que era la mejor ocasi¨®n para acabar con el asesinato y la extorsi¨®n en el Pa¨ªs Vasco; tambi¨¦n se dijo en las dos negociaciones anteriores. Se trataba de simples espejismos, como el fanatismo de los terroristas se encarg¨® de demostrar. Ahora, sin embargo, las esperanzas tienen otro fundamento que nada tiene que ver con los deseos sino con un trabajo policial y judicial constante, y con la decidida voluntad pol¨ªtica de resistir al terrorismo.
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