La pol¨ªtica m¨¢s clara
Eficacia policial y firmeza judicial son condici¨®n para que Batasuna exija la retirada de ETA
La detenci¨®n en menos de un a?o de los sucesivos cuatro m¨¢ximos dirigentes de ETA es la mejor respuesta, la m¨¢s pol¨ªtica, a la pretensi¨®n de la banda de seguir condicionando la vida pol¨ªtica vasca. La detenci¨®n de Jurdan Martitegi, considerado el jefe militar de ETA, constituye la m¨¢s eficaz r¨¦plica del Estado de derecho a la ¨²ltima manifestaci¨®n de esa pretensi¨®n coactiva: la declaraci¨®n, hace ocho d¨ªas, de que ETA pasaba a considerar "objetivo prioritario" a los miembros del Gobierno vasco que presidir¨¢ Patxi L¨®pez tras su investidura.
Tras muchos tanteos, hoy existe un amplio consenso en considerar que el fin de ETA ser¨¢ consecuencia de articular tres l¨ªneas principales de actuaci¨®n: eficacia policial, actuaci¨®n judicial contra su entorno y deslegitimaci¨®n pol¨ªtica. El fin de ETA llegar¨¢ cuando sus dirigentes se convenzan de la inutilidad del terrorismo para hacer avanzar la causa en nombre de la cual act¨²an. Es decir, cuando comprueben, como hace algunos a?os constataron ex dirigentes como Pakito, que la eficacia policial es mucho mayor que la terrorista.
En ese convencimiento deber¨ªan jugar un papel los dirigentes del brazo pol¨ªtico, pero para ello tendr¨ªan primero que convencerse de que tampoco para ellos es rentable la continuidad de la violencia. Otegi, su principal portavoz en los ¨²ltimos a?os, lleva unas cuantas semanas defendiendo una estrategia de unidad de las fuerzas independentistas. Siempre que ese mundo se siente d¨¦bil se ampara en el nacionalismo; la novedad es que ahora prescinde del PNV, por considerarlo no consecuentemente independentista. Seg¨²n Otegi, el debate no debe ser "lucha armada s¨ª o no", sino "c¨®mo ganar" dise?ando una "estrategia independentista eficaz".
Esa insistencia en la eficacia es nueva. Parece contener el mensaje de que la violencia ha dejado de ser rentable: el balance entre detenciones e ilegalizaciones, por un lado, y atentados, por otro, resulta negativo. Pero para que los Otegis -y los presos descontentos con la ruptura de la tregua de 2006- den el paso siguiente, exigir la retirada de ETA, es necesario despejar cualquier posibilidad de conseguir en una mesa de di¨¢logo la legalizaci¨®n y vuelta a las instituciones con la banda todav¨ªa en activo.
Que ETA haya dejado de ser un motivo de enfrentamiento entre los dos principales partidos es una garant¨ªa de que no habr¨¢ iniciativas que quiebren esa estrategia. Pero todav¨ªa falta una condici¨®n para desembocar en el fin del terrorismo: que no se refuerce a los sectores que defienden la continuidad de la violencia mediante mensajes que son interpretados en ETA y Batasuna como de legitimaci¨®n exterior de su trayectoria. Y nada es tan apreciado por esos sectores como los mensajes nacionalistas de deslegitimaci¨®n de las instituciones salidas de las urnas: Parlamento ileg¨ªtimo, golpe institucional, utilizaci¨®n interesada de la Ley de Partidos...
En 2002, ETA declar¨® "objetivos militares" a las sedes y actos p¨²blicos de los partidos no nacionalistas, lo que fue determinante en el apoyo casi un¨¢nime a la ilegalizaci¨®n del brazo pol¨ªtico un a?o despu¨¦s: no pod¨ªa ser legal y participar en elecciones democr¨¢ticas un partido que formaba parte de un entramado que consideraba leg¨ªtimo eliminar a sus rivales pol¨ªticos. La amenaza de ETA contra el Gobierno a punto de constituirse ha tenido el efecto de que el Parlamento vasco aprobara por unanimidad la pasada semana una declaraci¨®n de respaldo a las instituciones salidas de las urnas y el compromiso de deslegitimar pol¨ªtica y socialmente al terrorismo. Ahora resta ser consecuente con esa declaraci¨®n y hacer compatible la cr¨ªtica pol¨ªtica al futuro Gobierno de Patxi L¨®pez con el reconocimiento de su legitimidad democr¨¢tica.
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