"?Nos tiramos y nos escapamos!"
La ni?a que se tir¨® del furg¨®n para evitar su vuelta a un centro de menores llevaba dos d¨ªas sin comer - Sus familiares demandar¨¢n a la Fundaci¨®n O'Bel¨¦n
Dori no quiere contar muchas cosas. Los huesos de la cara se asoman encima de los ojos mientras, toda vestida de negro, aguarda a las puertas del tanatorio de Ciudad Real. "Es su responsabilidad. ?Por qu¨¦ s¨®lo iba un cuidador? ?Por qu¨¦ no llevaban un seguro que cerrase las puertas?". S¨®lo dice eso, meneando la cabeza, pero advierte: "Denunciaremos". Dentro, en un ata¨²d, reposa su sobrina, S. G. M., de 14 a?os. Una ni?a tutelada por Castilla-La Mancha que se lanz¨® el 11 de abril desde una furgoneta en marcha en plena autopista de Barcelona para evitar regresar al centro de menores Casa Joven (Azuqueca, Guadalajara). S. G. muri¨® el domingo en el Hospital Ni?o Jes¨²s. La cabeza, ahora, la tiene tapada por las heridas incurables que se hizo al caer desde el veh¨ªculo, que conduc¨ªa un educador de la residencia. Las fiscal¨ªas de Guadalajara y Ciudad Real, as¨ª como el juzgado de instrucci¨®n 26 de Madrid, han abierto diligencias previas.
Con los padres en prisi¨®n, la abuela no pudo hacerse cargo de la chica
La adolescente, cuyos padres asistieron esposados y en un furg¨®n policial al entierro, hab¨ªa hecho un pacto con otras amigas internadas en el centro. "?Nos tiramos y nos escapamos!", cuentan algunas de las ni?as que, moviendo los grandes aros de sus orejas, no paran de cabecear mientras lloran. S. G. M. fue a su barrio para pasar con su abuela las vacaciones de Semana Santa. Llevaba desde mayo de 2008 internada en Casa Joven, uno de los centros peor parados por un informe del Defensor del Pueblo hecho p¨²blico en febrero. Y no le gustaba. No le gustaba nada. Se quejaba de las broncas, los aislamientos, la medicaci¨®n. Aunque nunca puso ninguna denuncia formal.
Tan poco le gustaba el lugar, que dos d¨ªas antes de tener que regresar dej¨® de comer, seg¨²n uno de sus parientes. "?Cuando vuelva me voy a poner en huelga de hambre!", amenazaba. Fue su t¨ªo David quien la acompa?¨® a la estaci¨®n del tren para regresar. Se hab¨ªan acabado las vacaciones. Otras dos ni?as viajaron con ella. Ya en Madrid, el cuidador las recogi¨® en Atocha y fueron en coche desde Madrid hasta Azuqueca.
S. G. M. estudi¨® hasta segundo de la ESO en el instituto Juan Alcalde, el m¨¢s cercano a su barrio, un damero de casitas bajas de realojo cerca de la estaci¨®n del AVE. "Yo estuve con ella en clase y era lista, pero rebelde", dice un ni?o mirando al suelo. Una de sus profesoras ley¨® ayer el adi¨®s final a la peque?a. Nadie la iba a olvidar. Su hermano J. M., de 16 a?os, no aguant¨® y sali¨® fuera, llorando, gritando. J. M. se hab¨ªa criado junto a su hermana peque?a. Siempre juntos al cuidado de su abuela. Sus padres, sobre todo ¨¦l, llevaban en prisi¨®n, en Valdemoro, mucho tiempo. Su madre "entraba y sal¨ªa", seg¨²n un vecino. Ambos por asuntos de drogas.
La abuela, que casi se desmay¨® ayer y a cuyo nombre estaba la corona principal del coche f¨²nebre, tiene poco m¨¢s de 50 a?os y es viuda. Su padre, apodado El juez, era un hombre muy conocido en la barriada. Su marido, El Jaro, trabajaba en el campo o en la construcci¨®n, "dependiendo de la ¨¦poca", apostilla un hombre tocado con un sombrero de fieltro negro. El Jarito, el padre de S. G. M., que ayer se daba de cabezazos dentro de un coche policial y protestaba por tener que asistir a la misa esposado, ya "se dedic¨® a cosas malas".
A la chica se lo dec¨ªan por la calle: "?Tu padre est¨¢ en prisi¨®n!". Y ella no se lo tomaba bien. Tanto, que ten¨ªa frecuentes peleas. De las travesuras -"de ni?a se entreten¨ªa cegando las fuentes con palitos y cosas as¨ª"- pas¨® a agredir a otras ni?as. De hecho, algunas personas del barrio aseguran que tiene algunos juicios pendientes por ello. "S¨®lo es que era muy echada para adelante", la defienden sus amigas a la puerta de la iglesia. Su abuela se sinti¨® incapaz de controlarla y cedi¨® la tutela a la Junta. Y ¨¦sta, al final, la intern¨® en Casa Joven, el centro de la Fundaci¨®n O'Bel¨¦n. Sus t¨ªos ahora piensan que fue un error: "?Qui¨¦n tiene la responsabilidad?", inquieren.
La Direcci¨®n General del Menor de Castilla-La Mancha asegura que ha puesto en marcha un protocolo para controlar el r¨¦gimen interno de estos centros. Varios compa?eros del centro Casa Joven tambi¨¦n asistieron a la misa.
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