Mayor¨ªas fungibles
Cualquiera que haya visto el debate parlamentario del mi¨¦rcoles en el que Zapatero present¨® su remodelaci¨®n del Gobierno habr¨¢ sido consciente de que, en efecto, los 169 diputados del PSOE en el Congreso est¨¢n solos. Todos los grupos -con la excepci¨®n de la representante de Coalici¨®n Canaria- aprovecharon la ocasi¨®n para dar le?a y proyectar ret¨®ricamente la ya conocida imagen del aislamiento gubernamental. Es algo que viene ocurriendo sobre todo desde las elecciones vascas y gallegas, que es cuando empiezan las dificultades para conseguir sumar en el Parlamento esos otros siete votos necesarios para ejercer sus iniciativas legislativas o, llegado el caso, aprobar el presupuesto. La aritm¨¦tica manda. Desde el enfoque m¨¢s catastrofista se asegura que sin el apoyo del PNV o de algunas otras formaciones minoritarias naufragar¨¢ la labor parlamentaria del Gobierno y, en el peor de los casos, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, ¨¦ste se ver¨¢ obligado a convocar elecciones. La aprobaci¨®n del pr¨®ximo presupuesto se convertir¨¢ en un inmenso escollo que dif¨ªcilmente podr¨¢ sortear. Y desde la prensa m¨¢s contraria al Gobierno hay incluso quienes se deleitan pensando ya en la moci¨®n de censura que el PP conseguir¨¢ perge?ar con otros grupos en el caso de que aqu¨¦l pierda las elecciones europeas.
El Gobierno no tiene pandilla, pero tampoco le falta compa?¨ªa cuando la necesita
Para quienes observamos este nuevo escenario desde una perspectiva desapasionada, la situaci¨®n no es tan simple ni mucho menos tan dram¨¢tica. Para empezar, al negarse Zapatero a establecer pactos de legislatura estables despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones, la supuesta soledad del Gobierno no es algo nuevo, sino que viene produci¨¦ndose desde hace un a?o. Los apoyos a cada una de sus iniciativas ya se hac¨ªan de rogar desde el momento constitutivo de la legislatura, aunque no se puede negar que la deferente actitud inicial del PNV al conseguir el apoyo del PSOE a los presupuestos en el Parlamento vasco consigui¨® lubricar la maquinaria facilitadora de las mayor¨ªas. Siempre hubo que ir, sin embargo, a la caza y captura de cada uno de los votos necesarios. La mayor diferencia con la situaci¨®n actual estriba en la beligerante actitud antigubernamental del PNV y, en particular, en el expl¨ªcito distanciamiento respecto al Gobierno de todos los grupos en sus declaraciones program¨¢ticas o en los debates generales.
Sin embargo, el Parlamento se mueve, el engranaje funciona. Lo hace, adem¨¢s, siguiendo una pauta que no deja de ser interesante, mediante la creaci¨®n de mayor¨ªas ad hoc, fungibles, dependientes siempre de los contenidos de los diferentes proyectos o proposiciones de ley. Dentro de un mismo pleno podemos encontrarnos con distintas combinaciones de apoyos seg¨²n el tema de que se trate, algo que no deja de ser chocante, pero que define bien la nueva situaci¨®n. M¨¢s que de soledad parlamentaria habr¨ªa que hablar, pues, de hiperactivismo negociador. Es posible que el Gobierno haya perdido a algunos de sus amigos m¨¢s estables, pero cada d¨ªa se busca nuevos compa?eros de aventuras. No tiene pandilla, pero tampoco le falta compa?¨ªa cuando la necesita.
Lo curioso de todo esto es que quienes siempre han lamentado los rodillos parlamentarios, ya sea porque reflejen la existencia de mayor¨ªas absolutas o por pactos estables, son tambi¨¦n los mismos que ahora predican la nueva "debilidad" gubernamental. ?No se supon¨ªa que el Parlamento, y por tanto la democracia, cobraba vigor si se fomentaba la negociaci¨®n y la comunicaci¨®n permanente entre los diferentes grupos pol¨ªticos? Es obvio que el Gobierno preferir¨ªa una situaci¨®n m¨¢s c¨®moda y no este trasiego negociador permanente, y que se ve limitado en algunas de sus iniciativas. Pero en s¨ª mismo no es algo que haya que lamentar ni deber¨ªa suscitar sorpresa alguna. Los sistemas de representaci¨®n proporcional est¨¢n dise?ados para trasladar el pluralismo de la sociedad a los ¨®rganos parlamentarios con el objeto de estimular una cultura pactista y evitar el aislamiento de las minor¨ªas. Sacrifican eficacia y gobernabilidad a los valores de la representatividad y el pluralismo.
El ¨²nico inconveniente de esta situaci¨®n es que no hay un verdadero esp¨ªritu de convergencia de todos los grupos sobre determinadas actuaciones clave para lidiar con la crisis econ¨®mica. A este respecto, todos ellos, y muy en particular el PP, parecen preferir el distanciamiento cr¨ªtico y una profunda escenificaci¨®n de las diferencias para no verse devorados por sus consecuencias y beneficiarse de la erosi¨®n del Gobierno. Resulta, sin embargo, que el desgaste del Gobierno en este caso coincide con el deterioro de las condiciones de vida de todo el pa¨ªs. No deber¨ªamos dejar que los intereses de partido, de una parte, nos arrastren a todos.
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