"Francia resiste mejor la crisis porque fueron menores los excesos"
"Nadie pens¨® que llegar¨ªamos tan lejos en la reforma del sistema bancario"
El presidente de la Rep¨²blica Francesa, Nicolas Sarkozy, accedi¨® esta semana a contestar a un cuestionario limitado de preguntas remitido por EL PA?S. En sus respuestas, Sarkozy, de 54 a?os, se reafirma en sus recetas contra la crisis a pesar de la creciente protesta social en Francia, define su modelo de capitalismo moral, comenta el significado de la irrupci¨®n de Barack Obama y habla de su "amigo" Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Al referirse a la informaci¨®n del peri¨®dico Lib¨¦ration, seg¨²n la cual, en una reuni¨®n privada, calific¨® al presidente espa?ol de "poco inteligente", Sarkozy zanja as¨ª la cuesti¨®n: "Jos¨¦ Luis es un hombre de talento".
Pregunta. La protesta social se intensifica. Para el 1 de mayo hay convocada otra manifestaci¨®n, que se prev¨¦ masiva, y ser¨¢ la tercera. ?Sigue pensando que no se ha equivocado en la pol¨ªtica econ¨®mica adoptada para la crisis?
"El capitalismo se extravi¨® al primar al especulador sobre el emprendedor"
"De momento nuestras decisiones [contra la crisis] han sido acertadas"
"Nadie pens¨® que llegar¨ªamos tan lejos en la reforma del sistema bancario"
Respuesta. La crisis que atravesamos no se parece a ninguna otra. Nadie, ni siquiera los mejores economistas, la anticip¨®, por lo menos no en cuanto a la duraci¨®n o la profundidad. Y nadie puede decir hoy con certeza lo que va a pasar ni cu¨¢nto va a durar. Todo eso requiere de nuestra parte mucha humildad. Con todo, a¨²n en este contexto incierto y dif¨ªcil, como dirigentes tenemos la responsabilidad de tomar decisiones. Y eso es lo que hacemos todos los d¨ªas, intentando no cometer errores que puedan agravar la crisis. Todos procuramos, tanto en Francia como en Espa?a, tomar la mejor decisi¨®n en el mejor momento. ?Lo hemos conseguido hasta ahora? Probablemente sea demasiado pronto para juzgarlo definitivamente, pero lo cierto es que, de momento, nuestras decisiones han resultado acertadas.
Me refiero, primero, a todo lo que hemos conseguido junto a nuestros socios europeos para organizar la cooperaci¨®n internacional. Europa ha sido un motor frente a la crisis. Le recuerdo que es el plan europeo de rescate de la banca lo que evit¨® que el sistema financiero internacional se desplomara por completo. Tambi¨¦n fue Europa quien pidi¨® y consigui¨® la creaci¨®n del G-20. Y tambi¨¦n ha sido Europa la que ha contribuido ampliamente, por su alto grado de exigencia, a que la cumbre de Londres alcanzase logros hist¨®ricos, en especial en materia de regulaci¨®n.
Tambi¨¦n me refiero a todas las medidas que, en Francia, hemos tomado para garantizar la firmeza y continuidad del sistema bancario, para reflotar la econom¨ªa con un plan de recuperaci¨®n ambicioso, centrado en inversiones que sirvan para modernizar al mismo tiempo el pa¨ªs y, por ¨²ltimo, para ayudar a aquellos franceses a quienes la crisis afecta m¨¢s duramente.
Adem¨¢s, algunas de nuestras iniciativas han servido de inspiraci¨®n a nuestros socios, incluso las que en un principio suscitaban alguna reserva. Estoy pensando, por ejemplo, en las medidas que tomamos para sostener al sector del autom¨®vil: la prima de desguace o el plan de apoyo para los fabricantes.
Veo que Francia resiste, de momento, algo mejor que los otros, quiz¨¢s porque fueron menores los excesos del periodo anterior, pero quiz¨¢s tambi¨¦n porque las medidas que hemos tomado empiezan a surtir efecto. No es como para sentirse ya satisfecho; lo tomo m¨¢s bien como un aliciente, para que ni el Gobierno ni yo mismo bajemos la guardia, para que sigamos actuando con la misma energ¨ªa y determinaci¨®n.
Usted me habla del desasosiego de los franceses, pero en un periodo tan dif¨ªcil, ese desasosiego es perfectamente comprensible, dir¨ªa incluso que es normal que se exprese, porque hay personas que se est¨¢n quedando sin trabajo y no saben lo que les deparar¨¢ el futuro. Tampoco es algo exclusivo de Francia, donde tenemos la suerte de contar con un sistema de protecci¨®n social desarrollado. Lo que no impide que tengamos que hacer m¨¢s por esas personas. Debemos, a la vez, atender lo urgente, mejorando, por ejemplo, las condiciones de indemnizaci¨®n del desempleo parcial, y preparar el porvenir, como lo estamos haciendo ya, al ayudar a las empresas que gocen de un fuerte potencial de crecimiento y modernizando las universidades. As¨ª es como devolveremos a la gente la confianza en el futuro.
P. Usted defiende siempre la moralizaci¨®n del capitalismo. ?C¨®mo se consigue? ?Considera la reuni¨®n del G-20 un primer paso?
R. Para m¨ª, moralizar el capitalismo significa acabar con los excesos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, que han conducido a la crisis actual. El capitalismo se extravi¨® al primar al especulador sobre el emprendedor, al corto plazo sobre el largo, a la econom¨ªa ficticia sobre la econom¨ªa real. Ese capitalismo presion¨® para correr riesgos cada vez m¨¢s inmoderados, de una amplitud que, con todo, se disimulaba; dej¨® que algunos especulasen en lugar de invertir; ese sistema acept¨® que las agencias de calificaci¨®n crediticia comerciasen con confianza en productos t¨®xicos; toler¨® que los fondos de cobertura (hedge funds) eludiesen todos los controles, cuando el banco regional m¨¢s peque?o en Francia, o en Espa?a, est¨¢ sometido a ellos; un sistema, en una palabra, que dej¨® que se multiplicasen los para¨ªsos fiscales.
Todo eso es lo que hay que cambiar. ?C¨®mo? Reconstruyendo un sistema mejor regulado, m¨¢s ordenado y transparente; volviendo a los valores fundamentales del capitalismo: trabajo, esfuerzo, responsabilidad; y devolvi¨¦ndole la primac¨ªa al emprendedor, al inversor.
Para eso era indispensable que el mundo se uniese. Es lo que ped¨ª en septiembre ante la Asamblea General de Naciones Unidas y es lo que hemos obtenido, con nuestros socios europeos, al crear el G-20. La cumbre de Londres, despu¨¦s de la de Washington en noviembre, nos ha hecho avanzar realmente de modo hist¨®rico. M¨¢s que un "primer paso", se trata de un aut¨¦ntico cambio. Hemos puesto en vigor el principio de que nunca m¨¢s, ninguna entidad o plaza financiera volver¨¢ a eludir los controles. Y eso se aplica tanto a las agencias de calificaci¨®n como a los fondos de cobertura. Hemos publicado la lista de para¨ªsos fiscales, que ahora tienen que cumplir las exigencias de transparencia de la comunidad financiera internacional, y hemos convenido en sancionar a los que se nieguen a hacerlo. Hemos adoptado reglas sobre las remuneraciones en los bancos para que dejen de incitar a correr riesgos desmesurados y nos hemos puesto de acuerdo para hacer evolucionar profundamente la normativa contable para que no sirva para engordar la crisis despu¨¦s de haber aumentado, de manera totalmente artificial, la riqueza creada en el pasado.
Claro que todav¨ªa nos queda camino por recorrer. Todav¨ªa tienen que surtir efecto concreto todas estas reformas. Tambi¨¦n tenemos que avanzar en otros ¨¢mbitos, como el de la reforma del control de la econom¨ªa mundial. Por eso nos vamos a volver a reunir en septiembre. Pero, francamente, nadie pensaba que ser¨ªamos capaces de llegar tan lejos y tan r¨¢pido cuando se lanz¨® la idea de reformar el sistema financiero internacional.
P. ?C¨®mo ha cambiado la escena internacional con la llegada de Barack Obama?
R. Desde su elecci¨®n, el presidente Obama ha optado claramente por la concertaci¨®n, lo cual es fundamental, pues vivimos en un mundo en el que nadie puede pretender solucionar por s¨ª solo los problemas. Para hacer frente a los desaf¨ªos que se nos presentan, la cooperaci¨®n es indispensable.
Sobre varios temas fundamentales, la visi¨®n de Estados Unidos y la de los europeos tambi¨¦n se ha acercado mucho. As¨ª sucede en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, para la cual el compromiso de Washington ser¨¢ determinante a fin de obtener resultados. Tambi¨¦n es as¨ª en Afganist¨¢n, donde la nueva estrategia de la Administraci¨®n norteamericana concuerda en todo punto con nuestro enfoque. Es as¨ª tambi¨¦n con respecto al caso iran¨ª, en el que Estados Unidos ha decidido privilegiar un di¨¢logo exigente y sin complacencias, que nosotros, los europeos, iniciamos desde 2003. El nuevo clima instaurado en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia tambi¨¦n resulta sumamente alentador, as¨ª como la voluntad de los norteamericanos de comprometerse nuevamente en pro de la paz en Oriente Pr¨®ximo y de convencer al r¨¦gimen cubano de avanzar por el camino de las reformas. Por ¨²ltimo, tampoco olvido los anuncios prometedores hechos por el presidente Obama en materia de desarme.
Sobre todos esos temas y sobre muchos m¨¢s, las perspectivas de cooperaci¨®n entre Europa y Estados Unidos son inmensas. ?sta es la senda que debemos seguir, pues la historia ha demostrado que los europeos y los norteamericanos nunca son tan fuertes, tan capaces de cambiar el curso de las cosas, como cuando est¨¢n unidos. Lo hemos comprobado durante la reciente gira del presidente Obama por Europa, durante la cual la perfecta comprensi¨®n entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos permiti¨® hacer del G-20 de Londres y de la cumbre de la OTAN dos ¨¦xitos notables. En cada oportunidad, el compromiso y la determinaci¨®n del presidente Obama tuvieron un papel decisivo.
P. ?Por qu¨¦ no debe entrar Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea?
R. Mi postura sobre esta cuesti¨®n es clara, y no ha cambiado: Turqu¨ªa es un gran pa¨ªs amigo, e incluso un aliado, puesto que es miembro de la OTAN. Debe mantener los v¨ªnculos m¨¢s estrechos posibles con la Uni¨®n Europea, pero no ser uno de sus miembros. Establecer entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa una verdadera alianza privilegiada constituye la soluci¨®n m¨¢s sensata, tanto para Europa como para Turqu¨ªa.
P. ?Considera adecuado que Obama se haya pronunciado por el ingreso de Turqu¨ªa?
R. No me molesta en absoluto que el presidente de Estados Unidos haya querido darnos su opini¨®n sobre este tema. Barack Obama es un hombre con convicciones y me parece perfectamente normal que las defienda. Por lo dem¨¢s, es una decisi¨®n que corresponde, por supuesto, ¨²nicamente a los miembros de la Uni¨®n Europea, que deber¨¢n pronunciarse por unanimidad. Acabo de manifestarle mi convicci¨®n sobre el tema, que no cambiar¨¢.
P. A veces se le ha acusado de proteccionismo, por haber dicho que no ayudar¨ªa a ninguna empresa que decidiera sacar sus f¨¢bricas de Francia. ?Corren alg¨²n peligro las f¨¢bricas de constructores de autom¨®viles franceses implantadas en Espa?a?
R. Es exactamente al rev¨¦s. Al apoyar a los fabricantes franceses en un periodo extraordinariamente dif¨ªcil para ellos, les ayudamos tambi¨¦n a salvar las factor¨ªas y los empleos instalados en el extranjero y en particular en Espa?a.
?Qui¨¦n puede seriamente creer que, cuando la crisis golpea a grandes grupos como PSA o Renault, s¨®lo se vean afectadas las f¨¢bricas situadas en Francia? Todos los empleos est¨¢n amenazados, incluyendo los que se encuentran en el extranjero.
Adem¨¢s, no creo que nadie considere hoy que las medidas que tomamos eran proteccionistas. Al contrario, veo que nuestro plan no s¨®lo ha sido catalogado como conforme al derecho comunitario por la Comisi¨®n Europea, sino que tambi¨¦n ha inspirado iniciativas similares a algunos de nuestros socios europeos. Eso me complace, pues no ten¨ªamos derecho a permitir que se hundiera la industria automotriz europea.
P. Su relaci¨®n personal y pol¨ªtica con el anterior jefe del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, era excelente. ?C¨®mo son ahora las relaciones con el socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero? Un art¨ªculo del diario franc¨¦s Lib¨¦ration las citaba diciendo que usted consideraba que el presidente Zapatero no era muy inteligente. El El¨ªseo lo desminti¨®, pero ?desea a?adir algo al respecto?
R. No cuente conmigo para comentar rumores absurdos que, adem¨¢s, ya han sido desmentidos por quienes participaron en esa reuni¨®n, incluyendo a los representantes de la oposici¨®n. No me sorprende que haya en Francia personas que intenten instrumentalizar tales mentiras, aunque da mucho que pensar en cuanto al concepto que dichas personas tienen de la responsabilidad en pol¨ªtica.
Jos¨¦ Luis y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y nuestras relaciones -esto no es un secreto para nadie- van mucho m¨¢s all¨¢ que una simple relaci¨®n entre dirigentes extranjeros. Profesamos el uno por el otro una gran estima, un afecto sincero y, creo poder afirmarlo, una verdadera amistad.
Aunque no pertenecemos a la misma familia pol¨ªtica, siempre hemos sabido trabajar juntos, ya sea para estrechar las relaciones entre nuestros pa¨ªses, o bien para avanzar juntos con respecto a los grandes problemas europeos e internacionales. Cuando yo era ministro del Interior, Jos¨¦ Luis y yo seguimos con mucha atenci¨®n los esfuerzos emprendidos por el Gobierno de mi amigo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para reforzar nuestra cooperaci¨®n, en particular en materia de lucha contra el terrorismo. Desde que soy presidente de la Rep¨²blica, mis relaciones con el presidente Zapatero se han estrechado a¨²n m¨¢s. Compartimos una misma voluntad de seguir profundizando la amistad entre nuestros dos pa¨ªses y ponerla al servicio de los grandes retos de nuestra ¨¦poca. Por eso luch¨¦ para que Espa?a fuera aceptada como miembro del G-20.
Para m¨ª, Jos¨¦ Luis es un hombre de talento, un hombre de convicci¨®n, una gran figura de Europa. Y es, antes que nada, un amigo al que tendr¨¦ mucho gusto de ver de nuevo dentro de poco en Madrid, con motivo de una visita de Estado muy importante para m¨ª. Ver¨¦ de nuevo tambi¨¦n, con sumo placer, al rey Juan Carlos, de quien me siento igualmente muy cerca y por quien profeso una gran admiraci¨®n. Estoy convencido de que esta visita marcar¨¢ un hito en la relaci¨®n de amistad entre nuestros pa¨ªses y nuestros pueblos.
P.?Por qu¨¦ deb¨ªa ingresar Francia en el comando integrado de la OTAN?
R. Era necesario poner fin a una situaci¨®n que ya no ten¨ªa raz¨®n de ser y que nadie comprend¨ªa, ni en Francia ni entre nuestros aliados. Somos miembro fundador de la OTAN, nunca nos hemos salido de la Alianza, de la cual hemos llegado a ser incluso uno de los principales contribuyentes. Pero pese a eso, nos manten¨ªamos, por nuestra propia voluntad, fuera de las estructuras de mando. Dicho con mayor claridad: arriesg¨¢bamos la vida de nuestros soldados en las operaciones de la Alianza, pero nos neg¨¢bamos a participar en las reuniones donde se tomaban las decisiones estrat¨¦gicas relativas a esas mismas operaciones. Y, contrariamente a una leyenda demasiado tiempo difundida, eso no fortalec¨ªa para nada nuestra independencia nacional.
El regreso al mando integrado de la OTAN permitir¨¢ que Francia sea m¨¢s fuerte y m¨¢s influyente. La propia Europa tendr¨¢ mayor fuerza dentro de la Alianza. Ese regreso permitir¨¢ asimismo fortalecer la defensa europea, poniendo fin a la sospecha, por parte de nuestros socios, de que nuestro compromiso en pro de la defensa europea no es m¨¢s que un medio para debilitar el v¨ªnculo trasatl¨¢ntico.
Siempre he mantenido la idea de que no se debe oponer OTAN y Europa de la defensa porque son complementarias y porque ambas son necesarias. As¨ª lo entendi¨® Espa?a desde los a?os 1980-90, cuando la izquierda y la derecha apoyaron la participaci¨®n total de Espa?a en la OTAN. Mi amigo Felipe Gonz¨¢lez desempe?¨® un eminente papel en ese proceso.
Ahora debemos mirar hacia el futuro y reflexionar juntos acerca de la Alianza que necesitaremos en las pr¨®ximas d¨¦cadas. As¨ª lo hicimos en la Cumbre del 60o aniversario, celebrada los d¨ªas 3 y 4 de abril pasado en Estrasburgo y en Kehl, al impulsar los trabajos para la definici¨®n de un nuevo concepto estrat¨¦gico.
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