Por un realismo social hoy
El imaginario es aquello que tiende a ser real, escribi¨® Andr¨¦ Breton, l¨ªder m¨¢ximo del surrealismo. Un movimiento nacido despu¨¦s del horror generado por la criminal I Guerra Mundial (1914-1918). Los ricos del mundo decidieron enfrentarse y enviaron a millones de pobres a morir por sus negocios y lo llamaron "por la patria", escribi¨® entonces el poco sospechoso de izquierdismo Paul Val¨¦ry. Sobre esta guerra vean el excelente informe publicado en este peri¨®dico (Babelia del pasado s¨¢bado). O aprovechen un vuelo low cost y visiten la exposici¨®n La Gran Guerra, del Imperial War Museum de Londres. M¨¢s f¨¢cil: conozcan La Gran Guerra en imatges en el Monasterio de Santes Creus (Tarragona). O lean el extraordinario libro La por (El miedo), de Gabriel Chevallier, superviviente de una guerra en la que murieron m¨¢s de nueve millones de combatientes, reci¨¦n aparecido en catal¨¢n y castellano (Quaderns Crema y Acantilado). Y siempre podr¨¢n estremecerse de indignaci¨®n y emoci¨®n viendo en DVD Senderos de gloria, de Kubrick. O Les longues fian?ailles de dimanche (2006), filme basado en la novela del autor de serie negra Japrisot.
"Si falta el horizonte de un mundo distinto no se hacen ni revoluciones ni reformas, s¨®lo se reproduce el pasado"
El surrealismo naci¨® bajo la inspiraci¨®n de j¨®venes escritores que hab¨ªan participado en la guerra como Breton y Louis Aragon. Rabiosamente indignados con la sociedad burguesa, radicalizados por las revoluciones sociales (triunfante en Rusia, fracasada en Alemania), con voluntad de revolucionar el arte y la literatura como su quehacer propio para "transformar el mundo como propuso Marx y cambiar la vida como proclam¨® Rimbaud". La crisis de 1929 acentu¨® su anticapitalismo y la consolidaci¨®n del estalinismo sovi¨¦tico provoc¨® rupturas. Inicialmente, el surrealismo opt¨® por el comunismo; luego, Breton y otros rompieron con ¨¦l y optaron por el troskismo o alguna forma de anarquismo, mientras que a Arag¨®n, Eluard y otros su militancia comunista les hizo romper con el surrealismo. Pero ¨¦ste, como m¨¢s tarde la revoluci¨®n cultural de 1968, nos demostr¨® que en periodos de crisis ser realista es cuestionar el presente e inventar el futuro: "Seamos realistas, propongamos lo imposible", se escribi¨® en los muros de la Sorbonne.
Hace unas semanas, una joven que prepara un libro sobre la generaci¨®n de su padre quiso entrevistarme. Joana es hija del entra?able compa?ero Jordi Conill, muerto hace unos a?os. Fue un joven anarquista condenado a muerte a inicios de la d¨¦cada de 1960, indultado pocas horas antes de su ejecuci¨®n, que pas¨® 10 a?os en el penal de Burgos, donde se integr¨® en el PSUC. En la d¨¦cada siguiente emergi¨® como uno de los dirigentes del partido en Barcelona. Fue concejal, recuerdo su primera intervenci¨®n en el pleno. Su cargo inclu¨ªa los temas ambientales y, entre ellos, los parques y el zool¨®gico. Dijo para empezar: "Mi familia y yo agradecemos que me hayan atribuido esta responsabilidad pues por primera vez un Conill gobernar¨¢ a los leones". No hab¨ªa perdido el sentido del humor.
Joana quer¨ªa saber "c¨®mo ¨¦ramos", c¨®mo fue que nos hicimos militantes clandestinos. Mis respuestas, que nos condujeron a m¨¢s de dos horas de conversaci¨®n, no vienen ahora a cuento. Al terminar, me dijo: "Me ha gustado mucho darme cuenta de que gente como mi padre o como t¨² erais a la vez muy de izquierdas y muy pragm¨¢ticos". Coment¨¦ que nuestra militancia nos hab¨ªa preparado a la vez para la paciencia y para la iron¨ªa, como dice Sempr¨²n-Montand en La guerre est finie. La paciencia por realismo y la iron¨ªa para compensar la paciencia que requer¨ªa tanto la acci¨®n pol¨ªtica como la vida partidaria.
Pragm¨¢tico o realista, no creo que la utop¨ªa sea la respuesta a la crisis. Pero ante una crisis de sistema hay que plantear una alternativa como esperanza y como orientaci¨®n de la acci¨®n diaria. Como los pactos contra la crisis como el que ahora propone el gobierno de la ciudad (pleno municipal del pasado viernes). Es ¨²til e interesante que se plantee el pacto entre instituciones y actores econ¨®micos y sociales. Y tambi¨¦n las propuestas, del gobierno o de la oposici¨®n, que aparecen en la prensa. M¨¢s obra p¨²blica (barrios, infraestructuras) y pago a las empresas proveedoras, con la consiguiente transferencia de recursos del Estado. Formaci¨®n inclusiva de los desempleados y posible gesti¨®n de los fondos de desempleo. Generalizaci¨®n de un salario ciudadano para todos aquellos que no reciben subsidio de desempleo ni renta m¨ªnima de inserci¨®n sea cual sea su estado legal. Perm¨ªtanme dos tipos de consideraciones. Las malas tentaciones a evitar, la primera. Y la oportunidad de introducir din¨¢micas de cambio socioecon¨®mico y de modos de gesti¨®n la segunda.
Veamos r¨¢pidamente a la primera. Las tentaciones en las que se puede caer. El pactismo entre actores con ideas e intereses opuestos tiende a denominadores comunes m¨ªnimos, ret¨®ricos o que reproducen din¨¢micas pasadas. O hacen dependiente la acci¨®n contra la crisis exclusivamente del gasto p¨²blico y de la reactivaci¨®n del aparato econ¨®mico formal y financiero existente. Y los colectivos sociales ¨²nicamente se consideran como problema o en el mejor de los casos como v¨ªctimas a las que asistir y no parte de la soluci¨®n.
Sobre la oportunidad de inventar nuevas din¨¢micas sugiero a los pactantes que retengan la frase inicial de Breton: usar la imaginaci¨®n en el presente como realidad futura, acciones transformadoras que tambi¨¦n resuelven problemas inmediatos. Ocupaci¨®n de edificios p¨²blicos y privados, rehabilitarlos y adecuarlos a nuevos usos como equipamientos o servicios autogestionados, centros sociales productivos, mercado de trueque. Recuperaci¨®n de viviendas vac¨ªas para demandantes que no tienen o han perdido la suya, compra de hipotecas y gesti¨®n p¨²blica de las mismas. Mercados de intercambio de bienes, servicios, habilidades y tiempos. Promoci¨®n de profesiones poco reconocidas como usos y mantenimiento de los espacios p¨²blicos, convivencia y seguridad, apoyo escolar, di¨¢logos interculturales y aprendizaje mutuo de idiomas, asistencia al hogar (llevar la ciudad a casa). Agentes de desarrollo local en los barrios, apoyo a iniciativas microempresariales, busca y generaci¨®n de oportunidades generadoras de ingresos. Bancos populares y l¨ªneas de cr¨¦dito alternativas. Consideraci¨®n del espacio p¨²blico como econ¨®mico, gesti¨®n de la actividad informal, dar seguridad a los colectivos m¨¢s vulnerables como la poblaci¨®n de origen inmigrante. La lista puede ser infinita. Pero no olviden que si falta el horizonte de un mundo distinto no se hacen ni revoluciones ni reformas, simplemente reproducimos el pasado.
La principal categor¨ªa hist¨®rica no es el recuerdo sino la esperanza, la espera, la promesa (Hegel).
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