El¨ªas Wessin, el "conspirador impenitente"
El general dominicano encabez¨® un golpe de Estado y se exili¨® dos veces
Pocas veces una frase tan manida resulta tan adecuada: la muerte, el pasado s¨¢bado 18 de abril, del general El¨ªas Wessin cierra una era de la vida pol¨ªtica de la Rep¨²blica Dominicana. Una era turbulenta de conjuras, golpes de Estado y lealtades cambiantes, con la guerra fr¨ªa como tel¨®n de fondo.
Wessin, fallecido a los 85 a?os de una parada cardiaca, encarn¨® al militar carism¨¢tico, decidido a salvar a la patria siempre que fuera necesario. De ¨¦l dijo Joaqu¨ªn Balaguer: "Es un conspirador impenitente". Y el viejo Balaguer era un experto en la materia: no en vano pas¨® de servir al dictador Rafael Le¨®nidas Trujillo a controlar el poder durante 24 a?os. "Ser¨¦ conspirador, pero no soy criminal ni ladr¨®n", le respondi¨® Wessin, antes de salir al destierro.
Una ¨¦poca convulsa
Nacido en Bayaguana (en la provincia de Monte Plata, al norte de Santo Domingo) en 1924, en una familia de inmigrantes libaneses, El¨ªas Wessin y Wessin se gradu¨® como piloto militar y curs¨® estudios en Per¨² y Venezuela. Se estren¨® en la vida pol¨ªtica dominicana con el golpe de Estado de 1963, que derroc¨® al Gobierno de Juan Bosch, elegido en las urnas tras el asesinato de Trujillo, y derog¨® la nueva Constituci¨®n, que garantizaba la libertad pol¨ªtica y sindical y consagraba el derecho de los trabajadores a los beneficios de las empresas.
Bosch, aseguraban sus detractores, estaba convirti¨¦ndose en un t¨ªtere de las facciones radicales que pretend¨ªan emular la revoluci¨®n cubana. "Mis actuaciones en esa etapa fueron con la fuerte convicci¨®n de que a la Rep¨²blica Dominicana no le conven¨ªa un r¨¦gimen socialista", dir¨ªa Wessin a?os despu¨¦s. Por eso combati¨® con igual energ¨ªa el contragolpe c¨ªvico-militar que, dos a?os m¨¢s tarde, intent¨® reponer a Bosch en el poder. La revoluci¨®n de abril de 1965 termin¨® con la invasi¨®n de Estados Unidos. El presidente leg¨ªtimo no pudo regresar al pa¨ªs, pero Wessin tuvo que abandonarlo como parte de los acuerdos con sus rivales.
Volvi¨® en 1968, aunque no por mucho tiempo. Tres a?os despu¨¦s, Balaguer, al que la intervenci¨®n estadounidense hab¨ªa abierto camino al poder, le acus¨® de pretender derrocarle. Y Wessin inici¨® un segundo destierro que lo llev¨® por varios pa¨ªses, entre ellos Espa?a.
Pudo regresar a la Rep¨²blica Dominicana en 1978, y desde entonces tom¨® parte en la vida pol¨ªtica no con las armas, sino con su propia formaci¨®n, el Partido Quisqueyano Dem¨®crata, mostrando una flexibilidad insospechada a la hora de sellar acuerdos: tras aliarse con la izquierda, apoy¨® en 1986 la en¨¦sima reelecci¨®n de su otrora enemigo Balaguer, quien a cambio le nombr¨® ministro del Interior y luego ministro de las Fuerzas Armadas. Al retirarse de la pol¨ªtica activa, en los a?os noventa, dej¨® el partido en manos de su hijo, que ha seguido alternando los apoyos a socialdem¨®cratas y liberales, siempre a la sombra del poder.
Para sus detractores, el general Wessin trunc¨® el florecimiento de la democracia; para sus defensores, impidi¨® que la Rep¨²blica Dominicana se convirtiera en otra Cuba. Todos le reconocen, eso s¨ª, que supiera adaptarse a los tiempos. Y tras una vida ajetreada, fue sepultado entre salvas y honores militares.
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