Telenovela
Hay supermercados (por no se?alar, uno de Matar¨®, cerca de Barcelona) que guardan las conservas bajo llave. No hablamos de caviar, ni siquiera de mejillones gallegos extragrandes: hablamos de latas corrientes de at¨²n y sardinas, de las de hacer bocadillos. La explicaci¨®n es sencilla: "Es que la gente las roba".
Vivimos en un pa¨ªs con cuatro millones de parados oficiales, y habr¨¢ unos cuantos m¨¢s fuera de las estad¨ªsticas. Seguiremos sumando, muy probablemente. ?Llegaremos a los cinco millones? Si eso ocurre, habr¨¢ que atar con candado el arroz y las patatas. Nos enfrentamos a una temporada cruel, de neorrealismo l¨²gubre. ?Cambiaremos nuestros h¨¢bitos televisivos? Las estrecheces econ¨®micas, la tensi¨®n social y la angustia ante el futuro podr¨ªan fomentar la creaci¨®n de programas sobrios y pegados a la realidad. Tambi¨¦n podr¨ªan fomentar lo contrario. Yo apostar¨ªa por la segunda opci¨®n: cuanto m¨¢s nos agobia el mundo, m¨¢s nos apetece evadirnos de ¨¦l.
Vienen tiempos id¨®neos para la telenovela. No "una" telenovela, sino "la" telenovela. En El esp¨ªritu del tiempo, Edgar Morin se?al¨® que la cultura de masas hab¨ªa creado un poderoso relato de evocaci¨®n mitol¨®gica. Tal vez nos encontramos ante el triunfo definitivo de la prensa popular sobre la prensa que a¨²n llamamos "seria": es su forma de mirar la realidad, basada en las heroicidades de los "famosos", la que est¨¢ imponi¨¦ndose. En la era digital, hecha de confusi¨®n y fogonazos, todo se reduce a una serie de im¨¢genes y a una narraci¨®n puramente emotiva. Apenas distinguimos la reuni¨®n del G-20 de una boda de Madonna: fotos, an¨¦cdotas, famoseo.
Deduzco que programas como ?D¨®nde est¨¢s, coraz¨®n?, tambi¨¦n conocido como DEC, gozan de inmensas posibilidades. DEC y similares componen una interminable telenovela con personajes presuntamente reales (Berm¨²dez, Darek...) y perfectamente desechables o intercambiables. Cuanto menos entendamos el mundo y nuestra propia vida, cuanto m¨¢s dif¨ªcil sea todo, m¨¢s nos apetecer¨¢n el suced¨¢neo rosa y la mitolog¨ªa cutre. ?Que a usted no? El d¨ªa que un tipo armado vigile el arroz y las patatas, volvemos a hablarlo.
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